Les comparto este impresionante vídeo de las costas en Rincón, que me envió mi amigo de muchos años, Pedro Cardona, El Urbanista. Lo comparto temprano en la mañana, porque me tocó el alma y nuevamente me pone a reflexionar sobre el daño que estamos haciendo a la naturaleza. Hay que detener las construcciones en las costas.
Estos visuales son en la playa Córcega, cerquita de la playa Los Almendros donde está el edificio Sol y Playa. Justo allí es donde están protestando decenas de personas, desde que el excandidato independiente a la gobernación, Eliezer Molina, hizo un vídeo explicando la construcción ilegal de una piscina. Ese vídeo, recordarán, también lo compartí. Fue el que le costó un arresto. La gente está indignada porque saben que el mar va a volver a reclamar ese espacio.
Les confieso algo. Toda mi niñez y adolescencia prácticamente la pasé entre Rincón y Cabo Rojo. Tanto nos movíamos en esa zona que mis dos hermanos se casaron con mujeres de por allá. Mis cuñadas son una de Mayagüez y la otra de Rincón. Amamos esa zona. Por eso, hace unos años, mis dos hermanos y yo separamos tres casas de playa en un proyecto que se iba a construir en la playa de Córcega. El sueño era tener las tres casas juntas, como siempre estamos, pero hubo problemas con el desarrollador y el proyecto no se concretó. Fue una gran desilusión.
Cuando pasa mucho tiempo y no toco arena entre mis dedos ni me meto al mar, como que me enfermo. No sé si es la costumbre, pero la playa siempre me hace falta. Como en mi familia todos somos bien playeros, entonces nos movimos y compramos propiedades en otras zonas playeras donde estamos más cerca del área metropolitana, y por eso siempre andamos en las playas entre Loíza, Río Grande, Luquillo, Fajardo y Ceiba. Por estar siempre en la costa, quizás es que tenemos esa conciencia de que están vivas y de que hay que protegerlas.
Las playas son uno de los mayores tesoros que tenemos en Puerto Rico, pero institucionalmente, nuestros gobiernos no los han protegido. Por décadas se ha promovido la construcción justo en la orilla, porque la gente no quiere pasar trabajo de caminar a la playa. Los hoteles los construyen al frente. Hemos perdido la costa en El Condado e Isla Verde, toda dominada por edificios y hoteles que el mar, en algún momento, reclamará. Ya lo está haciendo. No me cabe la menor duda de que en cualquier momento, veremos casas y esos edificios turísticos colapsar como pasó en Miami Beach.
En La Parguera las casas están en el mar, todas ilegales y todas de gente bien poderosa. Es hermoso el lugar, pero también es un daño al ambiente. Ahora mismo, las costas están bajo amenaza Aguadilla, Isabela, Culebra, Vieques, Arecibo y muchas otras áreas.
En otras partes del mundo las construcciones se hacen dejando arena, aceras, malecón y carretera de por medio, para darle el espacio al mar de reclamar su área, de moverse. Aquí no. Aquí se construye en la arena o se rellenaba el mangle, como pasó en el aeropuerto Luis Muñoz Marín. Mi abuelo, que dirigió esa construcción hace años, me contaba que estuvieron casi tres años rellenado lo que hoy es la pista de aterrizaje del aeropuerto, y que muchos loiceños murieron en ese proceso, succionados por el “babote”. Somos así. Construimos sin pensar en el futuro.
Me consta que ha habido políticos que han tratado de dejar espacios y proteger las costas. La senadora María de Lourdes Santiago y el Partido Independentista Puertorriqueño llevan años impulsando un proyecto de playas a esos efectos, pero no ha prosperado por ser de minoría. Recuerdo que la exgobernadora Sila Calderón impulsó la llamada “Ventana al mar” en El Condado, precisamente para evitar que edificios siguieran tapando el acceso. Pero nada de esos esfuerzos, que, aunque son loables y no son los únicos, han podido detener el daño en las costas.
Por eso es que lo que pasa en Rincón es importante y no he dejado de cubrir esa noticia desde semanas antes de que empezaran las protestas. Miren mis páginas, escuchen mi programa de radio y lo corroboran.
Los titulares de Sol y Playa temen perder su inversión en esas propiedades. Eso se entiende. El problema radica en cómo armonizar el interés privado al que se tiene derecho, con el interés público que también se tiene derecho. El agravante en todo esto es la evidente corrupción de funcionarios del gobierno que protegen a los que tienen dinero poder y acceso. Esa es otra de las grandes batallas que se libra en este caso de Rincón.
Por eso, ver estos visuales me rompen el corazón. Todas esas estructuras en la playa Córcega y en Los Almendros, son testigos vivos del mal que se ha hecho a las costas de nuestro país.
Es indiscutible que el mar reclama su espacio. Lo reclamó cuando el huracán María tumbó, y ese no será el último que nos toque. Hay que volver a delimitar las zonas marítimo-terrestre y no se puede construir más en la playa. De lo contrario, nos quedaremos sin costas. Nos quedamos sin playas.
SRC