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Cambio de Poder en el Periodismo: Noticia + Ética + Responsabilidad

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¿Por qué no admiten que la prensa está tan o más corrupta que los otros poderes del Estado? 


La diferencia es que a un legislador o a un político que vende influencias lo meten preso si lo cogen, pero si viene un medio y empieza a publicar noticias que le favorecen a uno de los negocios aliados o que pertenecen al dueño, y gana dinero, no pasa nada.  Por el contrario, ese dueño del medio se va de viaje con esos miles de dólares a disfrutar en la rivera francesa, en un safari en África o se lleva a un jefe de gabinete a proponerle empleo cuando cambie la administración.  ¿No es eso corrupción?, pregunto yo.



NOTA: Esta fue la ponencia "Cambio de Poder en el Periodismo: Noticia + Ética +  Responsabilidad" que ofrecí como parte del foro académico "La noticia como empresa corporativa: la disolución del Cuarto Poder", que organizó la Biblioteca del Ex Gobernador Pedro Rosselló en la Universidad del Turabo, el 1ro de mayo de 2014.




 Cambio de Poder en el Periodismo: Noticia + Ética + Responsabilidad


Buenos días a todos.  Esto es una historia real.

Un día estoy yo en la sala de redacción de El Nuevo Día.

Venía de cubrir una asignación de la calle y me llama una fuente, de esas fuentes excelentes que una como reportera tenía y me dice: “El Gobernador acaba de reunir a un montón de jefes de agencias en la reunión de staff. Estaba molesto por los reportajes que están publicando. Él dio un golpe en la mesa y ordenó a todos los jefes de agencias a cancelar los anuncios en El Nuevo Día”.

Y yo, incrédula le dije: “¿Cómo va a ser? Mentira. Si lo hizo es porque está bien molesto”.

Y la fuente me contesta que sí, que habían 14 jefes de agencias y me dio los nombres. Yo me levanté corriendo de mi escritorio, y sin pedir permiso me metí en la oficina del entonces co-director Luis Alberto “Albi” Ferré Rangel y le cuento lo que pasó.

“¿Pero tú estás loca? Eso no puede ser Sandrita”, me dijo Albi. Él siempre me llamaba Sandrita y yo le llamaba a él Albertico Limonta, como el personaje de una telenovela.

Y yo le dije: “Pues sí, aunque no me creas”. 

En eso, escucho mi teléfono y salgo corriendo. Cuando lo levanto es la misma fuente de La Fortaleza que me dice “Esto se puso peor. Son dos más. Mandó a cancelar Turismo y Telefónica”.

Entonces corro de nuevo a la oficina de Albi y le cuento, y el sigue igual, no me cree. Di media vuelta y volví a mi escritorio a empezar a llamar a las agencias, a corroborar la información y a escribir la historia de eso que sabía que sería una portada.

En menos de diez minutos se llenó la redacción de gente, incluyendo al vicepresidente de ventas, y lo que me dijo la fuente pasó. Una tras otra las agencias del gobierno empezaron a cancelar la pauta de anuncios en El Nuevo Día.

Yo escribí entonces esa portada que titularon “Atentado contra la libertad de prensa: Ordena el gobernador Rosselló que se cancele la publicación de anuncios del gobierno en El Nuevo Día”.

Eso pasó el 16 de abril del 1997. Hace  17 años.

Por eso se deben imaginar que en el día de hoy y en este foro, comienzo mi ponencia con una confesión.

Llámese contrición, acto de fe o una nueva esperanza. Comienzo confesando mi total estado de shock.

Me presento aquí, todavía bastante sorprendida por la invitación que me hiciera el Gobernador Pedro Rosselló para hablar nada más y nada menos que de la prensa, la libertad de expresión, la ética, el negocio y tantos otros temas que subyacen, que incorporan y que van de la mano con lo que muchos conocemos como el Cuarto Poder.

Me sorprendió su invitación pero debo decirle que me agradó bastante. Primero, porque venía de usted, el Gobernador Rosselló, precisamente uno de los funcionarios públicos que dirigía todo un enclave, toda una administración que debatí y a quien tanto fiscalicé en sus funciones por la manera en que yo entendía y veía que se afectaba la libertad de prensa.
 
Participantes del foro:  
Eric Álvarez,  Sandra Rodríguez Cotto,
Pedro Rosselló González,  María Vera, José Elías Torres
Debo decir que agradezco y que me siento honrada de formar parte de este panel con algunos compañeros a los que respeto y aprecio tanto como María Vera, con quien compartí tantas veces en el ejercicio diario de reportera, y como José Elías Torres, con quien coincidí y coincido en tantos otros aspectos. De Eric, a quien no conocía personalmente, debo decirle que siempre he leído su blog y que agradezco la oportunidad de conocerlo hoy.

Al estudiante Javier López le digo que se prepare porque le tocará trabajar en el medio en un momento de muchos cambios y transiciones. A él, al Dr. Rosselló y a todos los presentes, hoy, como periodista que soy por vocación, espero poder plantar algunas interrogantes, hacerles preguntas y provocarlos a que todos, juntos, hagamos un análisis profundo de este tema.

 Así que comienzo sin dilación y me tocó hablar del Cuarto Poder, a lo que yo le añadí “noticia + ética + responsabilidad”. Empiezo por El Cuarto Poder.

1.     El Cuarto Poder.

El Cuarto Poder está convulsando. Está a punto de morir, si es que ya no ha muerto.

Eso de que la prensa es el Cuarto Poder, metáfora que se le atribuye a Thomas Carlyle[i]y a Edmund Burke[ii]diciendo que la prensa – o la información – se alinea y suma a los otros tres poderes del Estado, o sea, el ejecutivo, el legislativo y el judicial es realmente un mito.

En el sistema republicano de gobierno se habla siempre de un cuarto poder que irónicamente, no ha sido electo por el voto directo del pueblo. Jefferson, Madison y Jay en los “Federalist Papers”[iii], esos ensayos en los que promovían la creación de la nación americana, trajeron como parte de la discusión ese concepto de que en una verdadera democracia necesitaba tener un sistema de pesos y contrapesos, un “check and balance”.

La idea no era de ellos. La tomaron de Inglaterra y los lores que le daban el color rojo a los nobles y el verde a los comunes. Pero en esencia, la teoría detrás de todo eso es que había que existir balance ente los tres poderes del gobierno, Por ahí surge en parte eso de que la prensa sirve de contrapeso, de balance a los otros tres poderes.

Y yo pregunto: ¿es realmente la prensa el Cuarto Poder o es que la prensa se adjudica un poder que no tiene? ¿Acaso no es la prensa que, proclamándose como representante del pueblo, nos dice qué opinar, qué comprar, qué escoger, a quién querer, por quién votar, a quién amar o a quién odiar?

¿Es la prensa el verdadero representante del pueblo que escoge y vota por sus líderes? Sin embargo, por la prensa nadie vota. La prensa se favorece o se escoge por otras condiciones impuestas por el mercado y los monopolios.

¿Cómo es que esas fuerzas del mercado, esos monopolios o esos negocios se niegan a aceptar que enfrentan un reto de credibilidad?

En el mundo entero sabemos que los sistemas de gobierno están en crisis. Ya la gente no cree en nadie.

En Estados Unidos no creen en Obama, en Rusia no quieren a Putin, en Venezuela ya vemos el caos y la violencia que hay entre los distintos bandos. Y aquí en Puerto Rico uno le pregunta a cualquier persona si le creen a los gobernadores – al que sea – y te dicen que no.

El estudio el Barómetro de la Confianza, que publica todos los años a nivel global la firma de comunicaciones Edelman[iv], corrobora que ya pocas instituciones tienen credibilidad. Ni los gobiernos, ni las empresas, ni la prensa tienen la misma credibilidad de antes.

Ya nadie cree en nada porque hay corrupción en los gobiernos y en las empresas, además hay un total desapego institucional y en la sociedad por lo que debe ser el bien común. Hay mediocridad por todas partes. “Jaibería”. Drogas, individualismo. Tribunales y jueces comprados al mejor postor. Políticos que reciben sobornos para legislar. Atletas que se dopan para ganar medallas y contiendas. Banqueros que despiden miles, pero reciben bonificaciones en sus salarios.

En fin, a la gente no le importa nada porque ve esos casos y por eso no creen en las instituciones. 

Entonces, ¿cómo es que a alguien se le ocurrió que en este ambiente de absoluta falta de credibilidad, va a ser la prensa el que sirva de balance, de dar esos “check and balances” a los otros poderes del estado?

¿Por qué no admiten que la prensa está tan o más corrupta que los otros poderes del Estado?

La diferencia es que a un legislador o a un político que vende influencias lo meten preso si lo cogen, pero si viene un medio y empieza a publicar noticias que le favorecen a uno de los negocios aliados o que pertenecen al dueño, y gana dinero, no pasa nada.  Por el contrario, ese dueño del medio se va de viaje con esos miles de dólares a disfrutar en la rivera francesa, en un safari en África o se lleva a un jefe de gabinete a proponerle empleo cuando cambie la administración.  ¿No es eso corrupción?, pregunto yo.

Viene el medio y publica portada tras portada favoreciendo o criticando el negocio, dependiendo del caso, o destruyen al competidor con reportajes negativos, y eso, ¿es periodismo o es una agenda económica? ¿Es eso el balance de poderes o es una manera de vender influencias, de mover a la opinión pública?

Lo que me trae al tema de la noticia.

2.     La noticia

La noticia es todo aquello que sea novedoso, diferente, que afecte a la mayor cantidad de personas. Es lo que mueva a la gente.

La noticia tiene que ser oportuna, fresca. Tiene que tener un elemento de proximidad con el público, que sea importante para su vida. Que le llame la atención, le sea útil conocer. Que sea pertinente.

Como se dice que dijo John Bogar, el editor del New York Sun en el año 1873: “Cuando un perro muerde a un hombre, eso no es noticia. Pero si un hombre muerde a un perro, eso Sí es noticia”.

En un aparte, debo decir que algo así sucedió hace poco cuando una mujer que vio a un perro pitbull atacar a su hijita, se lanzó y le arrancó a mordiscos las orejas del can, que también la atacó. Una tragedia, claro, pero también un ejemplo de lo que es distinto en una noticia.[v]

Gracias a las noticias nos enteramos de si subió o bajó la bolsa de valores, si se descubrió un medicamento nuevo que cura una enfermedad o si el gobierno va a despedir empleados públicos o a fusionar agencias. Nos enteramos de todo, aunque todo tiene distintas caras.

El pasado 12 de abril en periódico británico The Guardian publicó un interesante artículo sobre el concepto de las noticias como algo negativo, argumentando que las noticias son nocivas y que dejar de ver noticias, nos haría más felices como individuos.[vi]

Decía el reportaje que la mayoría de nosotros todavía no entendemos que la noticia es para la mente lo que el azúcar es para el cuerpo.

Las noticias son fáciles de digerir. Los medios de comunicación nos dan de comer pequeños bocados de un asunto trivial, cositas que no se refieren realmente nuestras vidas y que no requieren pensamiento. Es por eso que experimentamos casi sin saturación.

A diferencia de la lectura de libros y artículos de revistas largos, que sí que exigen el pensamiento crítico, tragamos cantidades ilimitadas de flashes de noticias, que son caramelos de colores brillantes para la mente.

Hoy en día, hemos llegado al mismo punto en relación a la información que nos enfrentamos hace 20 años en lo que se refiere a la alimentación. Estamos empezando a reconocer cuán tóxicas pueden llegar a ser las noticias. Por ejemplo, decía el autor:

·       Las noticias engañan -   La única solución, algunos proponen, es aislarse del consumo de noticias por completo.

·       Cada vez más, las noticias son irrelevantes–  De los aproximadamente 10,000 nuevas historias que ha leído en los últimos 12 meses, mencione 1 producto que ha consumido  porque lo leyó o vio en las noticias, y que le ha permitido tomar una mejor decisión sobre un asunto grave que afecte su vida, su carrera o su negocio. El punto es: el consumo de noticias es irrelevante para usted.

Pero a las personas les resulta muy difícil reconocer lo que es relevante. Es mucho más fácil de reconocer lo que hay de nuevo. Lo relevante frente a lo nuevo es la batalla fundamental de la era actual. Los medios de comunicación quieren que usted crea que las noticias ofrecen algún tipo de ventaja competitiva. Muchos caen por eso. Nos ponen ansiosos cuando estamos aislados del flujo de noticias. En realidad, el consumo de noticias es una desventaja competitiva. Cuanto menos noticias que consume, más grande es la ventaja que tiene.

·       A veces las noticias embrutecen  –  Las historias importantes son las que verdaderamente no importan. Entonces, se ven como “mondongos”, en el argot periodístico, a los  movimientos lentos y los cambios de gran alcance que se desarrollan bajo el radar de los periodistas, pero que tienen un efecto transformador. Éstas no aparecen.

Por eso, cuantos más datos se publican, menos contexto del macro tienen las personas. Y esto incluye a los periodistas de ahora porque si tener más conocimientos y mayor información, como dicen las noticias, se supone que conduzcan a mayor éxito económico, sería de esperar que los periodistas estuvieran en la parte superior de la pirámide. Ese no es el caso.

·       Las noticias inhiben el pensamiento. Pensamiento requiere concentración. Concentración requiere un tiempo sin interrupciones. Las noticias son piezas se han diseñado específicamente para interrumpirle. Por eso nos hacen pensadores superficiales. Debido a que las noticias interrumpen la concentración, se debilita la comprensión.   Otros dicen que…

·       Las noticias funcionan como una droga. Queremos más y más, por ojos, boca y oído, como adictos.“News junkies”. Conforme se desarrollan las historias, queremos saber cómo continuar. Con cientos de argumentos arbitrarios en nuestras cabezas, este deseo es cada vez más apremiante y difícil de ignorar. Y por eso buscamos y buscamos. Sin embargo,  

·       Las noticias hacen perder tiempo y nos hacen pasivos. Dedicamos horas y horas a ver TV, leer periódicos, ver online y en el carro, a oír la radio. Pero es algo pasivo. La repetición constante del mismo pesimismo, el mismos “sonsonete” nos hace pesimistas, sarcásticos, fatalistas. No nos importa nada. La gente escucha en la radio “Mataron a 4 un fin de semana” pero inmediatamente dice: “ok, ¿qué hay para almorzar? “ Porque nos hacemos inmunes ante tanta negatividad. Quizás por eso hay tanta depresión.

¿Cuánto de cierto hay en esas aseveraciones? ¿Es eso ético? ¿Es verdad? Hablemos ahora de si las noticias son o no éticas.

3.     Ética

Según el diccionario Enciclopédico Salvat, la ética: "Parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre".

Recuerdo que el Papa Juan Pablo II, a quien cubrí en su viaje a Cuba y el viernes fue proclamado santo, dijo en su encíclica del 1994 “Veritas Splendor” vinculó a la libertad con la verdad.[vii]Decía el ahora santo que la tarea del periodista como la de cualquier profesional de la comunicación, como los evangelistas, está al servicio de transmitir la verdad.

El código de ética de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico comienza diciendo que: “En Puerto Rico donde la sociedad aspira a una vida democrática, impera la necesidad de brindar al pueblo una información íntegra, honesta y altamente confiable. El disfrute de esa vida democrática depende en gran medida de la calidad de la información noticiosa que le provea la prensa y en la confianza que el pueblo puertorriqueño pueda sentir en dicha información”.[viii]

Y yo pregunto; ¿Cuán éticos son los periodistas? ¿Son los periodistas éticos o antiéticos? ¿Son éticos los dueños de los medios o son antiéticos?

Gabriel García Márquez


Una vez el recientemente fallecido Premio Nóbel de la Literatura, Gabriel García Márquez, dijo que: "Creo que la formación de los periodistas no ha logrado evolucionar a la misma velocidad que los instrumentos del oficio, y que estos profesionales se han quedado buscando a tientas el camino en el laberinto de una tecnocracia disparada sin control hacia el futuro".



En gran medida, uno puede argumentar que las noticias, el “breaking news”, nos están matando poco a poco con las faltas de ética. Como dicen en inglés “Breaking News are Breaking us”. Pero esto es una cuestión global.

Phillip Seymour Hoffman


Hace poco murió Philip Seymour Hoffman  el reconocido actor ganador del Oscar por su papel en el filme Capote, pero su familia se enteró por un tuit que colgó un reportero de The Wall Street Journal, y al poco rato, un reportero de del New York Times llegó hasta la casa de esos familiares a preguntares cómo se sentían porque él había muerto de una sobredosis de drogas. 





Cocó, viuda de Cheo Feliciano

No vayamos tan lejos. Acá en la ínsula boricua todos vimos a  Cocó cuando dijo hace unos días que vio el cintillo del noticiero de televisión y así se enteró que su esposo, el gran cantante de salsa y boleros, Cheo Feliciano, había muerto en un accidente cerca de su casa.




Es que lo inmediato está superando lo importante y en ese proceso, la ética, el sentido común y el respeto están sufriendo.

En su código de ética, la Sociedad de Periodistas Profesionales (Society of Professional Journalists)[ix], de la cual fui miembro por muchos años tiene toda una sección en la que habla de que los periodistas deben tratar a los sujetos de la noticia como seres humanos, con respeto. En esa sección advierte a los reporteros de la necesidad de tener compasión y sensibilidad, especialmente cuando se cubren tragedias de modo que se demuestre “el buen gusto”, y se evite hacer daño mediante el morbo.

Pero eso no ocurre. En muchas otras ocasiones en los medios hasta se inventan temas disfrazados de noticias para crear opinión pública.

Hace dos días el diario Primera Hora publicó la portada de un personaje de la televisión que se llama “Lady Mágica” que mintió diciendo que se aspiraría a la alcaldía de Aguda por el Partido Nuevo Progresista, pero al final no era ella, sino su hermana.[x]


Lady Mágica




Fue una estrategia para llamar a la prensa, pero el diario le dio varias páginas en las que publicó el “chiquiembuste” que nos cogió de “chiquitontos”, de la “chiquipolítica”. Uno leía el artículo, escrito por un periodista, y era como si estuviera viendo un show de comedia de stand-up de Raymond Arrieta o Tita Guerrero. Pero no, era un periódico.










Yolandita Monge y Topy Mamery


La semana pasada en varios de los principales periódicos y revistas tuvimos sobredosis del chisme de supuesta infidelidad de Topy Mamery. Digo supuesta porque no se ha corroborado nada por ninguno de los implicados. Aun así, portada tras portada, y ahora, en las redes sociales, algunos de esos mismos medios reportan y parecería que andan detrás de un boicot al productor.



¿Es eso el Cuarto Poder? ¿Dónde quedan los “check and balances”? ¿En serio?

Lo que de verdad yace entrelíneas en una competencia feroz por determinar quién es verdadero magnate, quién es el capo, el Padrino, el que controla ese Cuarto Poder que es la prensa.

El que domina el Cuarto Poder no quiere ceder ni un ápice ese poderío para que otros medios lo releguen a un segundo plano. Todos quieren ser actores principales sin importar la ética, el periodismo ni mucho menos, la pertinencia de la información que se difunde.

Cuando el país se cae en cantos es el momento en que menos se fiscaliza a los otros poderes porque la información se desvía hacia temas morbosos, que sí entretienen porque el sexo vende y el chisme importa, pero que poco afectan ni aportan a mejorar la vida de los individuos.

Por eso digo que el Cuarto Poder no existe. La prensa no necesariamente sirve de balance a los otros tres poderes ni  refleja la opinión pública sino que la crea. La inventa. La ordena.

Lo que determine el “mainstream” o “el interés común” es lo que se convierte en noticia, pero verdaderamente ese interés común lo forman, lo crean, lo inventan y lo ordenan los dueños de los medios. Es en realidad, el interés del dueño del medio que se transforma, se maquilla y se presenta al público como si fuera el interés común.

En todo este juego, ¿quién es el responsable?

4.     La responsabilidad

¿Las noticias que vemos, oímos y leemos son responsabilidad del periodista, del medio o del público que las consume, que las acepta, que las patrocina?

¿Es un buen periodista el que respeta la línea editorial?

 ¿Es responsable darle más tiempo al aire a un reportaje a la boda de Kim Kardashian o a darle la portada del diario al nuevo recorte de Maripily, que en vez de fiscalizar lo que hacen las tres ramas del gobierno?

¿Son esos los periodistas o son los dueños del poder que mueven a los periodistas con hilos invisibles, cual marionetas a su antojo?

¿Es el Cuarto Poder, o es un maridaje, una componenda, un negocio con el mismo gobierno para favorecer a sus empresas o para desviar la atención de temas importantes?

Como dijo Carlos Soria, de la Universidad de Navarra, “el Cuarto Poder beneficia a todos, menos al pueblo”.[i]

Beneficia a los propietarios de las empresas de información porque, gracias a esta idea, se presentan muchas veces como servidores del interés público.

Beneficia a los periodistas porque al ejercitar ese Cuarto Poder, los hace héroes. De ser profesionales normales y corrientes, en su mayoría mal pagados, y los transforma en caballeros de los nuevos tiempos, defensores del hombre de la calle, intérpretes de sus necesidades y opiniones, auxiliadores inexcusables de una vida democrática sana.

Y beneficia al Poder Político y a los poderes sociales, porque le hacen el juego sólo para dar a conocer sus informaciones.

En la lucha de poderes, es el pueblo el que se perjudica porque tiene a una prensa que cada día menos los representa. Que con colgar una “noticia positiva” cree que cumple su misión. Y los intereses verdaderos del pueblo quedan olvidados.

Y yo pregunto: “¿Por qué alguien tiene el poder de informar? Es decir, ¿cómo se legitima el poder de informar, quién confiere ese poder y en qué condiciones se confiere?

¿Qué legitimidad tiene El Nuevo Día para decirme lo que es o no importante para mí? ¿Es El Vocero el que tiene la verdad ahora? ¿Es Metro quien me dice qué me conviene? ¿Lo es Primera Hora? ¿Telemundo? ¿Univisión? ¿Wapa? ¿WKAQ? ¿NotiUno? ¿Wapa Radio? ¿Radio Isla? ¿Los periódicos y emisoras regionales tienen ese poder?

¿A quiénes representan los medios? ¿Representan al pueblo que no votó por ellos democráticamente o representan los intereses de cada dueño y de cada empresa?

Si la prensa, como dice la teoría del Cuarto Poder, es la que debe dar el balance a los otros tres poderes, ¿quién controla a los controladores? ¿Quién vela que de verdad den el balance? ¿Cuál es su legitimidad?

¿Es la función de informar la prioridad de las empresas informativas o todo responde a la perspectiva de lo que es la libertad? Con esto me refiero tanto a la libertad de prensa como a la libertad de empresa en el contexto de una economía de mercado.

Todos los que hemos vivido en los medios sabemos que la evolución histórica de la libertad de prensa ha terminado siendo libertad de empresa, es decir, libertad de constitución de empresas periodísticas.

En ese sentido, la legitimidad de la información basada en la libertad de empresa, presenta precisamente ese inconveniente: identifica tanto la función informativa con la función industrial, comercial o económica. La empresa informativa termina siendo una empresa más, un negocio, con sus intereses particulares.

Si los medios y las empresas de prensa hacen riqueza explotando los infortunios de los gobernantes y de los ciudadanos en general, mientras la misma no se socialice, son también parte del problema.

Reducir de forma no crítica a la prensa, a ser el cuarto poder, es obviar un asunto medular, que es, en todo caso, un poder económico en el país.

Ante esa realidad, uno tiene que ir a la raíz y hablar del periodismo y de los verdaderos periodistas de oficio, no de esos que buscan el glamour o el reconocimiento.

El periodismo

De la escuela de periodismo que vengo aprendí que el periodismo verdadero es honesto y balanceado, no difama ni miente, pero tampoco tiene agendas ni promueve ideales.

Aprendí y siempre practiqué el periodismo libre de amarres a partidos o ideales políticos, intereses ideológicos, económicos, religiosos o moralistas, o de grupos sociales, étnicos o de orientación sexual. Fue duro porque ser libre no es fácil y muchos sucumben a presiones.

Mi libertad me hacía apegarme a la verdad y a darle voz a quien no la tenía. Por eso aprendí que ejercer el oficio en Puerto Rico es complejo.

Más que la ética o la honestidad profesional de cada individuo, el mercado determina si un medio existe o desaparece, si como reportero tienes trabajo o te quedas en la calle, o si sigues la corriente o te resistes y das la pelea.

El periodismo, para que tenga difusión y alcance, tiene que ser rentable, y aquí en Puerto Rico el mercado periodístico dicta que el periodismo que es rentable es el que se ciñe a cubrir los mismos temas de manera superficial, a hacer periodismo de reacciones, a hablar de status y política partidista hasta que repugne, y a darle una gran dosis de chisme e interés por las vidas de los famosos o los ídolos que se fabrican.

Por eso la mayoría de las noticias son de crímenes o política, con algo de deportes y vidas de ricos y famosos. Poco de comunidades, menos de noticias internacionales y mucho menos de nuestro entorno regional caribeño y latinoamericano. Ahora la moda son las noticias “positivas” a las que se les da un espacio breve, tipo “token” del momento. Es duro decir eso, pero es la realidad. El periodismo que se ve en Puerto Rico va cada día de mal en peor.

Claro que hay muchísimas excepciones que vemos a diario. Y es un hecho innegable de que en Puerto Rico hay excelentes periodistas, que son éticos, serios y responsables. 

El problema es que cada día lo que más vemos es un periodismo light que no ofrece soluciones, que lleva agendas, que no da seguimiento a los asuntos, que investiga en raras ocasiones, que oculta los verdaderos problemas bajo mantos de censuras y autocensuras, que explota hasta la saciedad el morbo, que no es balanceado, que se hace cómplice de los grandes intereses o de los intereses del grupo que sea, y que calla muchas cosas que son imprescindibles para la gente, por miedo o por conveniencia.


Velorio de Héctor "Macho" Camacho
Son muchos los ejemplos de esto, pero se me ocurre el tema de la crisis bancaria. Aquí cerraron tres bancos un mismo día, colapsó la economía, pero eso pasó casi sin pena ni gloria. Las noticias salieron por sólo par de días, y borrón y cuenta nueva. Más cobertura y más detalle le dieron al funeral del Macho Camacho que a aquello de la banca que al día de hoy nos sigue afectando a todos.



Al periodista que cuestiona, que se queja, que no se queda callado, lo marginan porque muchas veces preguntar demasiado se convierte en algo peligroso incluso para las empresas en las que trabaja.

Muchos casos vemos de reporteros así que sus medios no los respaldan. Si preguntan mucho vienen las presiones de anunciantes o de gobiernos y los medios, para no perder anuncios, permisos o que no se afecten sus intereses, les pasan el rolo. Lo mismo pasa con los que opinan distinto al resto. A las minorías en este país las marginan y lo mismo sucede en el periodismo porque al que opina distinto casi no lo cubren. Si es periodista, no les dan foro ni trabajo.

Me ha sorprendido mucho también descubrir que el fanatismo que le atribuyen en los medios a grupos que no permiten oposición [como por ejemplo pasa con algunos religiosos] es común en otros sectores sociales que se jactan de ser de avanzada. Hay fundamentalismo en todas partes.

También abundan las faltas de respeto. ¿No destruye reputaciones la prensa tradicional cuando increpan a una madre soltera residente de un caserío si maltrató o no a su hijo pero no hacen lo mismo si es una rica? ¿No atropella cuando pregunta: ¿Cómo usted se siente? a una víctima de un crimen como si fuera a contestarle que está feliz por su infortunio?

Considero una amenaza al periodismo los periodistas que tienen dedos amarrados con algún sector y no lo dicen de frente.

También creo que una amenaza al periodismo es permitir que gente que no son periodistas ocupen los puestos de trabajo de los reporteros. La mediocridad entre periodistas, sin lugar a dudas también es otra amenaza al periodismo.

Estoy en récord – a pesar de la oposición de compañeros de los gremios periodísticos en los que participé activamente e incluso dirigí – en que entiendo que los periodistas tampoco deben prestar su credibilidad para hacer anuncios comerciales. Esos periodistas sí son una amenaza al periodismo y a su credibilidad. Si los periodistas quieren defender al periodismo, que dejen de aceptar hacer anuncios y exijan mejores condiciones laborales o mejores salarios.

Si quieren defender al periodismo, que hagan buen periodismo. Cuando vayan a las conferencias de prensa, hagan preguntas y no se queden callados. Prepárense, lean. Parecería mentira pero son muchos los reporteros que no leen periódicos y no saben lo que pasa en el mismo país en donde viven.

Que no difamen y acepten cuando cometen errores. Que no acepten payolas ni se amarren a ningún sector. Que sean solidarios y autocríticos. Y que acepten las diferencias y la diversidad.

Por eso yo trazo la línea entre esos que dicen ejercer el oficio de manera mediocre y los que de verdad honran el periodismo. Reconozco esa diferencia.

Como yo jamás me vendí a ningún partido político, interés económico, religioso o social, hablé y siempre hablo en total libertad. Por eso el llamado es a la razón y al respeto a las diferencias.

El buen periodista se mide por su ética y por la manera que ejerce su función.

El Cánon #4 del Código de Ética de la Asociación de Periodistas de Puerto Rico establece que: “La verdadera objetividad se logra cuando el periodista se cuida de informar honestamente. Una conciencia bien formada y respetada es la única garantía efectiva de la objetividad periodística. Un periodista puede ser miembro de cualquier grupo cívico, político o sindical, o de otra índole, que pueda ser objeto o parte de la discusión pública en determinado momento, sin perder la objetividad. Repudiamos la teoría de que el periodista no puede ser activo en la política partidista por ser contraria y violatoria de la tradición puertorriqueña. Más aún, esta Asociación considera tal prohibición como violadora de los derechos constitucionales del periodista.

Conclusión

Cuando comencé este foro fue hablando de aquella portada que escribí que decía “Atentado contra la Libertad de prensa”: Ordena el Gobernador Rosselló que se cancela la publicación de anuncios del gobierno en El Nuevo Día, y venía con un editorial – en esa época el periódico raras veces tenía editoriales -  que leía fue “un procedimiento repugnante y atentatorio contra la mejor tradición del país…”





Al día siguiente: 17 de abril de 1997,  escribí otra historia de portada que decía “Crítica internacional al Gobernador: Fuerte censura de la Sociedad Interamericana de Prensa” con otro editorial que leía  “Denunciar la corrupción, los malos manejos, el despilfarro de fondos públicos y la falta de controles administrativos no es una “declaración de guerra” al gobierno, sino el cumplimiento de un deber que tiene la Prensa libre en una sociedad pluralista”.





Y también ese día, mi amigo y entonces columnista del Nuevo Día, hoy, uno de sus más fuertes críticos, Luis Dávila Colón, publicó una columna en la sección de perspectiva que terminaba diciendo “El periódico siempre tiene la primera y la última palabra. De eso es que se trata la libertad de prensa. El gobernador que no entienda eso, arriesga a perder toda su obra, siguiendo el ejemplo de los malos pasos de los más recientes moradores de La Fortaleza….”

Yo recuerdo que en aquel momento – y consta en las deposiciones en las que participé en el caso, de hecho. De hecho, fui la reportera que más días tuvo que asistir a las dichosas, a las malditas deposiciones aquellas, recuerdo  que don Antonio Luis Ferré, el presidente, hijo del ex gobernador don Luis Ferré, en aquel momento de locura llegó a la redacción.

Era raro porque don Antonio Luis casi nunca iba por la redacción. Pero pasó, se acercó a mi escritorio, y con esa elegancia que siempre lo ha caracterizado y con la que lo distingo, me dice don Antonio Luis: “Sandra, he sabido lo que pasó. Esto es algo grave, un atentado a la libertad de prensa. Le sugiero con todo el respeto que verifique a ver si esto mismo le ha sucedido a otros medios de comunicación en el país”.

Yo le contesté y todavía hoy recuerdo las caras de algunos de mis compañeros que se sentaban en los escritorios cercanos, que me miraban con los ojos bien abiertos como queriéndome decir “Sandra, cállate” o “No hables más que te metes en líos”, pero yo siempre he sido y seré la misma. Digo lo que siento y lo que pienso, sin faltar el respeto, pero lo digo.

Entonces yo le respondí: “Don Antonio Luis, no me tiene que sugerir porque sepa que ya empecé a hacer llamadas antes que me dijera y sólo dos medios me han respondido: TeleOnce y Wapa Radio. Pero déjeme decirle algo Don Antonio Luis, este camino va a ser bien duro y solitario para El Nuevo Día”.

El me miró sorprendido y preguntó “¿Por qué?

Le respondí: “Porque El Nuevo Día nunca ha sido solidario con otros medios de comunicación que han pasado por esto mismo bajo otras administraciones. No fue solidario con El Reportero. No fue solidario con El Mundo. No fue solidario ni con Claridad que hasta una bomba le pusieron en su oficina. No espere mucho apoyo porque no lo va a haber. Aquí todo se va a mirar como un problema de libertad de prensa vs. libertad de empresa".

Y fue así. Al final todo el mundo lo vio y se convirtió en eso, la libertad de empresa prevaleció. Así concluyo yo la historia. ….

No sin antes decirles que muchos periodistas siguen batallando por encima de las agendas ciudadanas y por encima de los intereses de los dueños de los medios, al interior de estos medios noticiosos.

Es una lucha constante y cada día más difícil. Más solitaria. Menos solidaria.

Todo esto afecta al pueblo y afecta a la democracia.

La sociedad necesita el periodismo, pero lo necesita de una manera distinta.

El periodismo verdaderamente investigativo siempre es y siempre será relevante.

Necesitamos un periodismo que vigile a las instituciones y revele las verdades que éstas tratan de ocultar.

Pero estoy convencida de que los hallazgos no necesariamente los vamos recibir en los formatos actuales de los noticiarios de TV – ochentosos – las emisoras de analistas sin reporteros o los periódicos que publican a Maripily en portada. El contenido vendrá de maneras novedosas con más profundidad, en libros, en artículos y reportajes en profundidad, en foros como éste, y sí, en medios alternos que tienen más libertad de pensamiento.

Existe la prensa mala, pero también la prensa buena.

En el campo del medio están los periodistas que luchan dentro de los medios por sacar noticias importantes, incluso, por revelar esquemas y escándalos cuando la línea editorial del medio es la de proteger al gobierno de turno. Ayer precisamente hablaba con el editor de un medio que me decía “Yo estoy luchando, sacando lo que puedo hasta que me paren, pero esa es mi ética”.

Y sí, hay muchos periodistas éticos y buenos que luchan desde adentro contra el monstruo de la corrupción reporteril de las empresas mediáticas y de las agendas ocultas.

Reitero, el periodista debe ser veraz en su actividad profesional; la información debe respetar la integridad de quienes la protagonizan o de terceras personas, obteniéndose siempre con dignidad.

El periodismo verdadero es aquel que se basa en el respeto, en la justicia, en la honestidad y en la búsqueda incesante de la verdad. Al menos, así siempre lo ví en mi años en la calle como reportera y así también lo veo ahora en otras facetas a las que la vida me han llevado, casi a empujones… pero eso no viene al caso. 

El periodista debe servir a los intereses de sus lectores.

Para que sea veraz, el periodismo debe ser independiente de todos los poderes. Sólo así  podrá verdaderamente ejercer lo que es el Cuarto Poder.


Por Sandra D. Rodríguez Cotto
1ro de mayo de 2014
Guaynabo, Puerto Rico.

"Selfie" 



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