Semana Santa, Santa Semana.
Semana para descansar. Días de estar relax, sin preocupaciones.
Semana para coger sol en la playa. Es momento de cogerse un “break”, de irse a la playa, darse unos tragos, coger sol y olvidarse de los problemas de este “período especial” que vive Puerto Rico, aunque lo nieguen los gobernantes de todos los partidos. Son días de olvidarse que estamos pelaos’ por pagar al dichosa planilla, por el IVU y el montón de impuestos que tiene a muchos al borde de la quiebra.
Hay que olvidarse del desempleo, de la falta de oportunidades, del pesimismo, y … ah, es como si escuchara abrir la lata de cervecita fría, que se saborea bajo el sol candente que te quema la piel, de una de las hermosas playas del país. Será en Cabo Rojo. Quizás en Luquillo. En Vieques o en Culebra este año a lo mejor no, porque no hay lanchas, pero sí hay descanso. Ay qué rico. ¡Santa Semana!
Muchos que desde el viernes pasado cogieron sus bártulos y se fueron corriendo a alguna playa, olvidan es que esta es la Semana Santa. Sí. Es una santa semana en la que deberíamos todos recogernos a buen vivir. Es una semana de reflexión que inició el Domingo de Ramos en la que debemos todos pensar dónde estamos y hacia dónde vamos.
Después de 40 días que se supone fueran de meditación, de introspección en esa Cuaresma, por fin llega la Semana Mayor. Esa semana, que en la tradición religiosa y cultural de la que se supone que salimos como pueblo, pensemos y actuemos como una semana de espiritualidad. Pero no, se convierte en una de todo menos eso.
Semana Santa, Santa Semana. ¿Celebramos o conmemoramos la fecha?
Si bien es cierto que celebrar y conmemorar son sinónimos, no es menos cierto que una palabra se asocia a fiesta y la otra a reflexión. Para los cristianos, especialmente los católicos, se conmemora pero también se celebra.
Se conmemora con un proceso de introspección lo que fue la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Es un período de intensa actividad litúrgica que incluye procesiones, el recuerdo de la primera eucaristía en un jueves, la crucifixión un viernes santo, la vigilia en la noche del sábado santo y la resurrección el Domingo de Pascua de Resurrección. Más que conmemorar, ese día se celebra la vida. Sí, es una fiesta, según la tradición.
Lamentablemente, ese significado de lo que es celebrar-conmemorar pasa para muchos al olvido. Con cada año en el que nos concentramos más en el tener que en el ser, en disfrutar y saciar cualquier gusto, preferimos la playa a la iglesia, el descanso al sacrificio. Los huevitos de colores y los conejos en pascua, a recordar el verdadero significado de la fecha.
Para no sentirse mal, algunos optan por ver las películas como los 10 mandamientos o La Biblia, si es que la pasan por algún canal de televisión, pero cada año son menos. Los que somos Generación X o como nuestros padres, Baby boomers, recordamos que esta era una semana en la que todo se detenía. En la que las abuelas decían que no se podía clavar en las paredes ni cortar árboles ni sembrar, porque había que respetar a Dios. Era la época en la que con poco se era feliz.
Ahora no. Vivimos en época de abundancia. Aún con desempleo y crisis económica, hay comida. Hay dinero para Xbox, celulares y tabletas. Hay chavos, aunque sea de la tarjeta de la Familia, para irse a hacer la compra a Sam’s o Costco y comprar de todo, incluyendo ron, para olvidar. Para enajenarse.Porque nos convertimos en una sociedad de consumo en la que nos consumimos por dentro.
Consumimos como estilo de vida, para sobrevivir el agobio del país.
Y creamos una nueva cultura. La cultura del derroche, del exceso y la desigualdad.
Porque ahora el tener es más importante que el ser.
Y nos justificamos de esos vicios porque vivimos como pueblo una fantasía que nos distorsiona la realidad. Somos esclavos sin identidad que no sea la del consumismo extremo que se manifiesta de muchas maneras. En algunos es la depresión, en otros el alcoholismo, el crimen, y en casi todos, ansiedad.
Y muchas veces no se encuentra felicidad porque se ha sustituido lo importante por lo inmediato.
Y total, la vida es tan corta. En esencia, es sencilla. Debería serlo.
La gente agarra sus bártulos y se va a la playa para olvidar, pero cuando regresan a la realidad el próximo domingo, vuelven a lo mismo. Al mismo trabajo si lo hay, a las mismas preocupaciones. A la misma brosa. Si volvemos a lo mismo, ¿no es más fácil compartir la abundancia que tenemos? ¿No es momento de hacer algo distinto? Sí hay que celebrar, pero también conmemorar.
Celebramos. Compartamos lo que tenemos en abundancia. Pensemos en la fe, la esperanza y el amor. Recordemos dónde están y deben estar las verdaderas prioridades en la vida.
Esta columna salió en El Vocero el martes 15 de abril de 2014 - http://elvocero.com/santa-semana-semana-santa/