“Intentar dominar la opinión pública no es tan fácil como en el pasado”
La guerra que ha trascendido en estas semanas entre los periódicos del Grupo Ferré Rangel y El Vocero es como estar andando sobre arena movediza. De esa misma arena en la que caíste y cuando intentas salir te hundes más y más, y te cubre totalmente hasta que te chupa la existencia. En las películas dicen que el truco es tratar de encontrar un palo, algo de qué agarrarse para salirse de esa mezcla de fluidos fangosos finamente granulados que forman la arena movediza.
Esta pugna le chupará la existencia a muchos en la Prensa como les hemos conocido hasta ahora. Y lo peor es que los personajes no se dan cuenta de que todos corren el mismo riesgo de ahogarse sin que encuentren una verdadera motivación de qué agarrarse para salir de allí. Los dueños de los medios y también los periodistas tienen que darse cuenta de esto.
Vivir en las entrañas de los medios noticiosos –especialmente entre los dos que están en guerra en este momento– da una perspectiva única que pocas personas tienen, pero desde afuera, se ven las cosas con distintos matices. Por eso desde hace años vengo analizando en mi blog ‘En Blanco y Negro con Sandra’, así como en varios medios, la polarización políticoideológica y económica que arropa a los principales medios del País y amenaza con tragárselos.
Dejando eso establecido, sostengo que los periodistas ni son mercenarios como llamó Arturo Pérez Reverte, ni tampoco deben obrar desde el clandestinaje como pidió el domingo Mayra Montero. Aquí de lo que se trata es de abrir los ojos más allá de la función tradicional del periodista y entender que la Prensa vive una metamorfosis. Está en un mundo distinto, con competencias distintas y que esto no es exclusivo al País. Esto es global.
En días recientes el periódico español El País anunció por correo electrónico a cientos de empleados que quedaban cesantes por la crisis económica. En Estados Unidos, la revista Newsweek anunció que dejará de ser publicada en papel y tras 80 años de establecida se mueve solo a la versión online. Asimismo, hoy se especula si el futuro del diario británico The Guardian será en línea o simplemente desaparecerá. Estas son tendencias del mercado que afectan a todos a nivel global. La economía está transformando los medios, derrumbando emporios y monopolios mediáticos, y creando cosas nuevas.
Desde hace cinco años los medios en Puerto Rico compiten por el mismo presupuesto publicitario –estimado en unos $750 millones anuales por expertos en publicidad– pero que se divide ahora no solo en prensa, radio y televisión, sino también en Internet, publicidad en exteriores y promociones. O sea, más medios y menos dinero. Más con menos.
A eso se añade el público y sus preferencias. Los periodistas y los dueños de medios tienen que reconocer que sus lectores son consumidores; y como dice el Dr. Shopper, Gilberto Arvelo, “los consumidores están cada día más exigentes”. El consumidor de medios busca lo que quiere, no lo que el medio le da. Como existe la Internet, no tiene que esperar para informarse. Ante este panorama, los periodistas tendrán que seguir haciendo ajustes para ser más emprendedores y los medios deben centrarse en dar variedad y opciones a sus consumidores, con veracidad.
Parte de esa veracidad es tener la valentía y dignidad de reconocer cuando hay errores. Por eso entiendo que la autocrítica entre los periodistas es más urgente hoy que nunca antes. Hay que reconocer que en el momento en que la Prensa comienza una pelea interna, se neutraliza y se pierde credibilidad. En esta lucha, en mi opinión, pierden los dos, tanto El Nuevo Día como este periódico que hoy me publica, El Vocero. Pierden porque la inmensa mayoría de los lectores decodifican la pelea en el proceso de comunicación como si hubieran unos hilos tratando de disfrazar las líneas editoriales, sea o no cierto eso.
La gente se da cuenta de que los emporios mediáticos y los poderes políticos actúan más como lo hacen en las dictaduras, tratando de vender ideologías a través de sus líneas editoriales, ‘invisibilizando’ temas importantes para la mayoría de la gente. Por eso no se puede desviar la atención de lo medular. Esta misma pugna entre los dos grupos mediáticos es un ejemplo de eso porque a dos semanas de las elecciones se desvía la atención de los candidatos a la Prensa.
Con esto no digo que no se fiscalice. Por el contrario. Es importante que el País vea cómo se supone que en un libre mercado todo el mundo juegue con las mismas reglas económicas. O sea, en la medida en que un medio recibe financiamiento público para su operación, –sea como se le acusa al El Vocero que es por medio de contratos y fondos públicos, o sea por medio de la creación de múltiples corporaciones para conseguir incentivos y subsidios que no obtiene con los diarios como se dice que hace el GFR– todos están en las mismas.
Intentar dominar la opinión pública no es tan fácil como en el pasado. Como decía el rockero Jim Morisson: “Aquel que controle los medios de comunicación, controla las mentes”. El problema es que en la realidad actual ese dominio ya no tiene patente de exclusividad.
El enemigo no es el otro medio. El enemigo es el no poder satisfacer la necesidad de contenido e información que busca el consumidor. Las empresas mediáticas no pueden caer en estas arenas movedizas. La guerra del papel es una trampa. No se puede permitir que esa arena movediza espante a los consumidores.
Esta fue mi columna semanal en El Vocero, hoy 10-24-12