(NOTA: Esta columna fue publicada originalmente en NotiCel el 4 de febrero de 2018 http://www.noticel.com/opiniones/blogs/en-blanco-y-negro-con-sandra/quin-manda-en-puerto-rico/695697771 )
No es la Junta de Control Fiscal. Tampoco es el Gobernador Ricardo Rosselló. Ni Thomas Rivera Schatz. Ni siquiera son los americanos. Si uno se pregunta verdaderamente, ¿quién manda en a Puerto Rico?, ¿qué clase es la que controla todo de verdad? La respuesta es una: Son los abogados.
Todo es “tengo que consultar” o “tengo que buscar una opinión legal” o “me demandaron”, y mientras esto siga así, el país no se mueve. Todo es un litigio, un problema. Del estatus hacia abajo, las cosas no se resuelven nunca porque todo se queda en el proceso de argumentación, reclamos, pleitos y disputas.
La economía no se mueve porque mandan los abogados, que se creen economistas y planificadores sin serlo, y se la pasan buscando interpretaciones que detienen el crecimiento económico. Controlan la justicia como cabilderos. Van a los medios a hablar como si fueran periodistas y se proyectan como tal, pero la conversación termina siempre en una clase de constitucional, de contratos o de cualquier otra ley, porque son abogados. Cuando se le acaban los argumentos, enseguida se refugian en el estatus como muletilla eterna. Se meten en todo, y creen que el título legal les da patente de corso para dar diagnósticos como un médico, psicoanálisis como un sicólogo, proyecciones de ventas como un comerciante y clases como si fueran educadores. Confunden, dilatan y complican todo. Esa es la realidad incuestionable.
Hay países donde los que controlan son los clérigos, como en Irán. En otros dominan los ingenieros, como pasa en la cúpula en China, o los militares como en Tailandia o Venezuela. Todavía en algunos lugares los reyes son los que mantienen el poder de gobernar, como pasa en Jordania. Pero en Puerto Rico, aunque pensemos que estamos bajo leyes como PROMESA o la Jones, y que el Gobierno de los Estados Unidos nos permite tener un gobernador con poderes limitados por una Junta, el poder real lo tiene una clase profesional que es la que decide todo. Estamos siendo controlados por los abogados.
Ahora mismo tenemos un gobernador que no es abogado, que viene de otra mentalidad, y el primer choque que tiene Ricardo Rosselló en su gobierno es precisamente ese, el tener que bregar con el esquema y la mentalidad del litigio. Lidiar con abogados entre sus ayudantes y en la Legislatura. No es cuestión de estar en contra de la profesión de los abogados, sino de la cultura del litigio que imponen.
Los abogados se han apoderado de la Rama Legislativa, y en muchas ocasiones es para su beneficio porque al promover que se legislen leyes complejas, se les abre espacio para ellos mantenerse dominando. Si las medidas fueran como esta sección, en blanco y negro y no con tantos grises, las leyes no tendrían tantos vacíos que permiten interpretaciones a conveniencia de particulares. Y ellos se pelean tanto por mantener el control que hasta discuten, se demandan y promueven legislación para determinar quién controla o no su gremio de abogados y si es o no la colegiación compulsiva, según cambie el gobierno en el poder.
Piénselo bien. Una empresa quiere abrir un negocio en Puerto Rico y lo primero que tiene que hacer es contratar un abogado. Para algunas empresas, el gasto legal es casi igual de alto que el de electricidad. ¿Quién invierte así? Se convierte en un obstáculo para el desarrollo económico.
Casos de acoso sexual, el poder de que los religiosos puedan discriminar a los gays o de que éstos adopten, la mordaza disfrazada de confidencialidad en La Fortaleza, las privatizaciones y la negociación en torno a la deuda. Todo eso lo controlan los abogados. Mientras más ese poder de los abogados controle el país, menos democrático será es el país porque la gente que no puede costear un abogado está en desventaja.
Se supone que el abogado, luche por el derecho de los demás. Pero aquí, litiga, y su mentalidad es de pleito, no de mediar, que irónicamente, también es una de las funciones de los abogados. Si cuando surgen controversias en Puerto Rico hubiese más mediación, el ahorro en gasto público sería monumental. La Oficina de Administración de los Tribunales lo ha dicho, y lleva años fomentando la mediación para dirimir las controversias y evitarse gastos en largos e interminables litigios innecesarios.
Me atrevo a decir, y sé que esto no le gustará a muchos, aunque es la verdad, que en algunos segmentos de nuestra sociedad, los gatilleros de hoy no son los de tipo Al Capone que mandaba a matar gente. Ahora se contrata a un abogado para que amenace con demandar, radique demandas y pleitos frívolos con el objetivo de destruir al adversario. Las implicaciones de esto son muchas.
Un ejemplo esto son las demandas por impericia médica, que elevan los costos de seguros para doctores y hacen que cada día más galenos emigren. Cada vez que se habla de atender ese problema, los primeros que salen gritando en contra son los abogados. Otro ejemplo es está en los medios donde controlan hasta la expresión pública y provocan un terror en las gerencias que se abstienen de cubrir noticias o dar comentarios, por temor a demandas.
La crisis económica y política que enfrenta Puerto Rico, en gran medida, se debe a los abogados. Habría que preguntarse si entre los últimos ocho gobernadores que se han electo aquí hubiéramos tenido economistas o planificadores, quizás la situación sería otra al 2018. Pero no. De esos ocho, cinco son abogados,
Quizás lo que necesitamos gobernando es a un gerente de proyecto, que mire lo que nos pasa y trabaje con un objetivo definido hasta el final. Quizás ese es precisamente el éxito de Donald Trump en los Estados Unidos. Por más escándalos y posturas racistas que tenga, Trump está bajando el desempleo y echa la economía americana hacia adelante, sin importarle lo que digan ni los legisladores, ni la oposición ni los fiscales. Aquí al lado, en la República Dominicana, el presidente Danilo Medina es ingeniero y el país está progresando. ¿Será porque no es abogado?
Pero vamos a dejarnos de changuerías. Rosselló es científico, que ve las cosas como un método, como un proceso. Pero su visión, que es distinta y realmente, refrescante para el país, ha chocado con la realidad de este sistema. Eso es parte del problema que vivimos hoy. No se trata de menospreciar o tan siquiera, criticar por el hecho de que hay demasiados abogados en Puerto Rico. Es la mentalidad que debe cambiar. No podemos ver el país como un eje de litigios todo el tiempo.
En lo personal, diré que vivo rodeada de abogados. El 99% de mi tiempo lo paso con abogados o fiscales, o procuradores, o jueces federales, estatales y de todos los niveles. Mis mejores amigos, los más queridos, son abogados, pero no por eso puedo callar ante lo obvio.
Que quede claro, no es que la profesión de la abogacía esté mal. Por el contrario. Es altamente necesaria, importante, y más que nada, digna. De hecho, a los que dicen que en la isla se producen demasiados abogados, no toman en consideración el rol tan importante que éstos tienen al momento de darle voz al que sufre, defender al desvalido, al que es víctima de un crimen o de una injusticia.
Son los abogados los que sacan la voz por la niñez de este país ante injusticias como el infame caso de Alma Yarida, la niña de 11 años víctima de bullying, que enfrenta un caso judicial porque es pobre y negra, como reseñamos aquí. Son los abogados a los que aplaudimos cuando defienden a los que han estado presos siendo inocentes y los sacan de prisión, o luchan por erradicar la trata humana, o defienden a los confinados, a los viejos de la explotación económica, o a los niños con impedimentos ante este sistema criminal que impera en Puerto Rico. Claro que son dignos. Pero eso no significa que no controlen todo lo que pasa.
Yo, sin ser abogada, abogo por una sociedad más justa. Que no sea racista, ni sexista, y en la que no se discrimine por orientación sexual, origen económico o creencia particular. En la que se pueda expresar libremente lo que se crea, sin temor a la censura o la cárcel. Y también abogo por una sociedad en la que el litigio no sea la base. Quiero una fundamentada sobre las bases de entendimiento, diálogo, y respeto, algo que puede hacer cualquier ser humano.
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REFERENCIAS
1. Litigando en la prensa: Los abogados mediáticos - http://enblancoynegromedia.blogspot.com/2012/08/litigando-en-la-prensa-los-abogados.html
2. Relacionistas vs. Abogados: trabajo en equipo
3. Power play de jueces estatales y federales
4. La reina consorte
5. “Me importa un carajo”, y el juicio de la opinión pública
6. Porque pobre y negra