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Venezuela o Maripily

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“Nos ocultan los vínculos que nos unen al país bolivariano y el efecto que las políticas que allí se imponen tienen sobre nosotros”
 
Año 2001 y era la toma de posesión de la primera gobernadora en Puerto Rico, Sila Calderón. Me asignaron cubrir la conferencia de prensa del presidente más exuberante que había venido a la Isla para el evento, el venezolano Hugo Chávez. Reclamó la salida de la Marina de Vieques, dijo que su gobierno no volvería al polígono de tiro en la Isla Nena, apretujó a Sila cuando le dio un beso, y con su peculiar hablar campechano, se echó a la prensa en el bolsillo.
 
En la noche había varias recepciones y me tocaba ir a la que se celebraría en la Casa Olímpica. En el camino a pie pasábamos frente al Centro de Recepciones justo en el momento en que pasaba una caravana de biombos azules y limosinas. “Debe ser un presidente”, dije. Se detiene el ‘entourage’ y sin esperar a que le abrieran la puerta, Chávez se bajó y empezó a saludar al público. Al primero en estrecharle la mano fue al policía en la motora. La gente le aplaudía. De pronto me vio en traje largo, me recordó de la conferencia de prensa y dijo: “si viene a la fiesta, pues venga conmigo”, mientras casi me arrastra escalones arriba.
 
Yo no sabía qué hacer o como escaparme de entrar como la pareja de Chávez. Le dije que no había sido invitada a la fiesta VIP, sino a la pueblerina. “Pues diga donde, para ir allá que esto es aburrido”, me respondió, mientras a lo lejos se escuchaba la música de violines. Por suerte en eso entraron otros dignatarios y aproveché para soltarme. Me despedí como pude, pensando en mi escapatoria que su actitud fue lo que le hizo ganarse la confianza de los venezolanos. Su sencillez lo distanció de las clases de estirados burgueses oligárquicos que dominan la política en toda América Latina, incluyendo Puerto Rico.
 
La gente en Venezuela lo veía como la opción a décadas de corrupción bajo Carlos Andrés Pérez, Rafael Caldera y tantos otros. Chávez llegó al poder en Venezuela cuando los venezolanos de a pie estaban hartos de tanta mentira, pillaje, demagogia y politiquería, algo así como lo que vivimos hoy los puertorriqueños. Le creyeron.
 
Doce años más tarde de aquel encuentro pienso en Chávez y no puedo asociarlo a la esperanza que tenían los venezolanos antes, sino al miedo, confrontación y la crisis actual. Aunque todavía muchos le creen y lo eligieron democráticamente, cada día son más las voces que reclaman que ese pillaje, demagogia y politiquería lo impone ahora el chavismo. Hace tres días, mientras Puerto Rico seguía embobado viendo por televisión a Maripily en ‘Mira Quien Baila’ o al programa ‘Idol Kids’, en Venezuela se libraba una de las más importantes contiendas electorales en su historia reciente que demostró lo polarizado que está el vecino país.


El joven opositor Henrique Capriles Radonski por primera vez en años se la puso difícil a Chávez. Llevó una campaña de altura, fuerte, y se convirtió en la esperanza de muchos. Aunque perdió, como dijo el escritor peruano Mario Vargas Llosa, Capriles obtuvo una gran victoria “a menos que lo hagan matar, será más pronto o más tarde el sucesor del comandante Hugo Chávez como presidente de su país”.
 
Mientras veía por Internet lo que acontecía en Caracas, pensaba que para nosotros los puertorriqueños, la elección del pasado domingo fue algo ajeno porque los medios de comunicación así lo promueven. De esa forma nos ocultan los vínculos que nos unen al país bolivariano y el efecto que las políticas que allí se imponen tienen en toda América Latina, incluyéndonos a nosotros. Se me ocurren cuatro áreas que son importantes aquí de lo que pasa allá y que nuestro sistema político y mediático en Puerto Rico nos ocultan: (1) el narcotráfico, (2) la venta de petróleo y derivados, (3) el capital venezolano que se ha ido y se invierte en Puerto Rico, y (4) el poder de Chávez y el socialismo en la región.
 
Por ejemplo, en el 2011 el jefe de campaña de Capriles, Armando Briquet, dijo que $100 millones del narcotráfico en Venezuela fueron a parar a Puerto Rico. La prensa local ignoró esa denuncia. Las autoridades federales también. ¿Por qué?
 
Sobre el poder de Chávez, me pregunto, ¿permitiría el mismo gobierno que Chávez se fuera? Irán, que tiene relaciones e intereses en Venezuela, ¿lo permitiría? Los chinos, a los que Venezuela les debe $41 mil millones iban a permitir que Chávez saliera del poder? Y lo obvio, ¿permitiría Cuba un cambio de mando cuando depende de los $5 mil millones del petróleo venezolano? Ecuador, Bolivia, Argentina, Uruguay y muchos otros gobiernos latinoamericanos orbitan alrededor de Chávez porque si se cae él, se cae mucho en la región.
 
Estados Unidos, en su habitual jaibería, critica a Chávez pero hace negocios con él. “Money talks and bullshit walks”, dice el refrán. Y mientras tanto, los venezolanos siguen sufriendo precariedades, ataques a la libertad de expresión y crisis. Nada de eso lo analizamos aquí en Puerto Rico porque no vemos al resto del mundo. Acá en la colonia isleña, el insularismo nos nubla. En los telediarios locales el ‘flash mundial’ dura un minuto y con eso basta. ¿Siria? ¿Egipto? ¿España? ¿Venezuela? Bien gracias. Si pasa algo, nos enteramos por Internet. Mejor ver ‘Idol PR’, los chismes de Carmen Yulín o Norma Burgos, o a Maripily en ‘Mira Quien Baila’, que el resto del mundo no importa.
 
Somos una misma nación. Como decía Bolívar, la Patria es la América”, declaró Chávez cuando vino aquí en el 2001. La patria es la América, pero aquí en Puerto Rico eso no lo aceptamos. El sistema que nos asfixia nos impide entenderlo.
 
Esta fue mi columna semanal en El Vocero, publicada el 10 de octubre de 2012 - http://www.vocero.com/venezuela-o-maripily/

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