“Este caso podría caer entre los miles que quedan en el aire sin resolver, lo que añade a la sensación de impotencia e impunidad”
Era una Nissan blanca modelo Versa. Luego dijeron que quizás era verde. ¿Quién sabe de verdad como era? Solo se sabe, por la estela que dejó a su paso, que iba a exceso de velocidad por el carril exclusivo de guaguas de la Autoridad Metropolitana de Autobuses un sábado a las 6:15 de la mañana. El conductor o conductora arrolló a un trío de corredores que entrenaban para el maratón de Chicago. No se inmutó. Siguió su curso y se fue a la huida.
En el frenético éxodo para no dejar pistas se llevó por el medio a los corredores Jorge Rivera Bujosa y Ana María Rivera, quienes a pesar de los golpes fueron dados de alta, pero dejó malamente herida a Mayra Elías Díaz. En un principio se pensó que Mayra no podría volver a caminar, pero tras una milagrosa operación en Centro Médico, todo apunta que lo logrará luego de un largo proceso de terapias.
¿Quién fue el o la canalla al que no le importó la vida de otros y salió huyendo? ¿Sería solo el conductor o irían más personas en ese vehículo? ¿Aparecerá algún vídeo certero de las cámaras de seguridad en ese sector en San Juan? La Policía informó que no había testigos pero ya tienen dos vídeos de cámaras de seguridad. ¿Habrán identificado la tablilla del vehículo? Y lo más importante, ¿dónde está la guagua?
Cuando ocurre un accidente de este tipo en el que se impactaron a tres personas, lo mínimo que debe haber tenido ese vehículo eran cristales rotos o marcas. ¿Habrán ido a los talleres de hojalatería y pintura del área metropolitana a investigar si llegó alguna guagua con igual descripción a ser arreglada? ¿Alguna compañía de seguro recibió querella para arreglo de una guagua parecida en esos días? ¿Dónde estará escondida la supuesta guagua? ¿Cuántas guaguas parecidas han sido desaparecidas en estos días? ¿Habrá sido quemada, como tantos carros que queman aquí en casos criminales para borrar evidencia?
Se pensó que la guagua estaba en Ponce, luego esa teoría se descartó. Lo cierto es que la Policía aun intenta dar con la identidad y el paradero del conductor, pero no tienen información que ayude a esclarecer el caso.
Si no se identifica dónde está la guagua ni quién la manejaba, este caso podría caer entre los miles que quedan en el aire sin resolver. Todo apunta a eso, lo que añade a la sensación de impotencia de muchos y la impunidad de pocos que impera en Puerto Rico.
Así, sin más, el conductor de esa guagua se unió a las alarmantes estadísticas no solo de ‘hit and run’ sino de la gente a la que no le importa la vida humana en Puerto Rico. Llámese conductor a la huida, asesino o narcotraficante, aquí son muchas las modalidades para arrebatarse la vida al prójimo que siguen en aumento.
Si no te matan, te roban en total menosprecio de la dignidad humana. Ejemplo de ese irrespeto le sucedió la semana pasada a la presentadora de televisión infantil Sandra Zaiter, a quien asaltaron en Bayamón, sin el menor velo de consideración al hecho de que ha dado su vida por ayudar a generaciones de niños y ha sido ejemplo de superación.
Y aunque una y otra vez el País rechace la pena de muerte, el mismo sistema por voz oficial de la fiscal federal Rosa Emilia Rodríguez, alberga la esperanza de poder mandar a matar a otros seres humanos aunque estos sean asesinos. “Puerto Rico está listo para el caso adecuado… Ustedes saben que están ahí”, señaló Rodríguez, al referirse a posibles acusados de asesinato por los que la Fiscalía federal pedirá la pena capital.
Es que la vida parece no valer nada en el Puerto Rico de 2012. Nuestro país no es una fosa común ni un mausoleo de mármol para enterrar cuerpos sin nombre. Tampoco es el eco interminable que repite las denuncias de impunidad que abonan a nuestro ambiente de impotencia ante la falta de soluciones que cada día se tornan menos noticiosas en sí mismas. No lo somos ni lo podemos permitir.
Como sucedió en la agonía de la joven víctima de una bala perdida, Karla Michelle, y con muchos otros, en el caso de la corredora se han unido cientos de personas alrededor de la Isla en vigilias y con la ilusión de que ella se recupere. En una muestra de la solidaridad ante la adversidad y el dolor, que es una de las características innatas del puertorriqueño, se han unido muchos de esos que albergan la esperanza de romper con el ciclo para combatir a los asesinos y sicarios que roban vidas en nuestra patria.
El apoyo es indispensable para los familiares de las víctimas, pero una parte que no se puede olvidar es el apoyo solidario, y comunitario, incluyendo el apoyo a las autoridades.
Que ese apoyo que hoy se da por la familia de Mayra se mueva hasta lograr dar con el paradero de la guagua que la arrolló, y de paso por el cobarde canalla que se oculta sin asumir responsabilidad.
Esta columa semanal fue publicada en El Vocero, el 3 de octubre de 2012 - http://www.vocero.com/donde-esta-la-guagua-opinion/