(NOTA: Esta columna fue publicada originalmente en NotiCel el 30 de marzo de 2016 - http://www.noticel.com/blog/188429/junta-fiscal-controla-el-punto.html )
La Junta Fiscal no es otra cosa que un operativo para desarticular los puntos políticos que operan en Puerto Rico. Así de simple. Es un negocio que viene el dueño a reclamarlo. El Cuco llegó y por eso los políticos están temblando, porque sea como sea, la junta viene a quitarles el control.
Eso la gente lo sabe, y ya, ni vergüenza les da. El asco y el hastío que hay por la corrupción entronizada entre los organismos que nos gobiernan, han llegado a tal grado que eso puede más que la dignidad. Las masas aceptan que el amito blanco americano nos venga a dar latigazos por la espalda, con tal de que quiten el poder y castiguen a los políticos que nos han traído hasta aquí.
El puertorriqueño de a pie, el común y corriente, ese que coge tapón, que todos los meses pelea entre pagar el “bill” alto de la luz o comprar medicinas y no tiene trabajo, o al que le racionan el agua y Hacienda lo “jiende” por el medio sin devolverle el reintegro, sabe que no tiene cómo pelear contra esas estructuras que son los partidos y el financiamiento de los políticos. Quizás por eso es que hay sosera en el ambiente y no parece que estamos en un año electoral. Quizás por eso es que ven a la junta fiscal como la salvación. Por eso es que aplauden su llegada aunque represente un asqueroso ejemplo de lo que constituye ser una colonia.
El problema es que como en toda guerra entre puntos, el control de la colonia cambia de manos. En vez de estar en los políticos electos, el control de los dineros del pueblo puertorriqueño pasará a manos de ciudadanos privados, casi todos empresarios, que no han sido electos por nadie aquí pero que formarán parte esa llamada junta.
No se ha dicho aún quiénes serán los miembros de ese grupo fiscal que los republicanos en ese borrador de proyecto de ley quieren darle poderes completos para decidir qué hacer con el dinero del pueblo. Privatizarán lo que quede, meterán presos a aquellos funcionarios que desobedezcan sus órdenes y borrarán la Rama Judicial para darle el control al Tribunal Federal como algunas de las áreas que dominarán esos entes privados cuyos nombres se desconocen.
Pero el que habla con todos los sectores y tiene el oído en tierra, sabe que ya hay al menos dos grupos de grandes empresarios locales empujando para que escojan en la junta a su marioneta, un reconocido y mediático economista del patio. Habría que preguntar entonces si esos que luchan por tener a un representante en la junta fiscal han tenido casos a nivel federal. Si han sido convictos, aunque sea por perjurio, deben quedar eliminados. Lo mismo debería pasar si los que quieren halar los hilos de su títere en la junta han sido financieros. Sí, de esos mismos que vendieron los bonos de Puerto Rico engañando a medio mundo. Porque de eso es de lo que se trata.
El hecho de que se nombren puertorriqueños a esa junta no significa nada. Es pasar el control de los carteles políticos a los carteles económicos, porque aquellos que han jugado o traficado con el dinero del pueblo, con los fondos de los pensionados o los ahorros de tantos puertorriqueños, ahora van a querer controlar cómo se maneja el dinero de aquí sin haberlo sudado.
Y mientras eso pasa, los políticos en crisis. Escuchar a populares, penepés y a los independentistas esta semana hace recordar aquella película del español Pedro Almodóvar porque están todos al borde de un ataque de nervios. Comunican y transmiten su miedo pero usan otros códigos para hacerlo.
El mayor miedo que no dicen de frente pero que está ahí es el “timing”. La impertinencia de hacerlo en la época de campaña porque que si vienen los americanos a mandar, entonces, ¿para qué hacer elecciones en noviembre? ¿Para qué botar dinero y elegir senadores y representantes o al gobernador, si quien va a mandar será la Junta Fiscal? Mejor limitarse a elegir alcaldes. Mejor nos economizamos esos chavos de la elección general. Pero aquí abundan las contradicciones.
El gobernador Alejandro García Padilla reiteró que no está en la papeleta ni va a la reelección porque trabaja por Puerto Rico, y primero justificó la intervención federal diciendo que nos la merecíamos porque “nos habíamos portado mal” pero ahora pide unidad de todos los candidatos a la gobernación para combatirla. Bien bonito, pero a la gente eso no le importa.
A García Padilla lo aplaudirían si actuara donde pone la palabra. El día que el gobernador y el Secretario de Justicia radiquen cargos y acusen formalmente a todos aquellos funcionarios de los gobiernos que han habido aquí desde el 2005 y que son causantes de esta crisis porque cogieron dinero prestado sabiendo que no habían fuente de repago, entonces, la gente le creería. Pero no lo hace porque todos se cuidan las espaldas. El popular no toca al penepé para que no le hagan lo mismo cuando cambie el gobierno. La burocracia, como hacen en el punto de drogas, se autoprotege.
El PNP también dio pena. Pedro Pierluisi que fue el primero en hablar de la junta fiscal y cacarear en el Congreso sobre la ingobernabilidad de Puerto Rico, pero ha ido cambiando de posturas. Ahora dice que la favorece pero no el proyecto de los republicanos. Claro, cuando le ve el rabo sabe que es perro. Mientras que Ricky Rosselló lleva tres años hablando de la necesidad de sentarse a dialogar entre los sectores, pero ahora se niega a unirse al pedido de García Padilla. ¿Será acaso porque representa a los fondos buitres?
Y amplios sectores entre los independentistas, que estaban en la zona cómoda buscando el billete en sus puestos de carrera mientras cantaban que venía el Cuco, ahora se conforman con volver a denunciar la colonia, pero no pasa nada. María de Lourdes Santiago, y Juan Dalmau hicieron conferencia de prensa para rechazar la imposición federal, ¿y qué pasó? Nada. ¿Por qué? Porque el independentismo tiene al liderato quemado y cansado. Muerto y sin credibilidad.
A los demás que aspiran a gobernar ni se mencionan porque realmente tampoco aportan nada contundente hasta el momento ni logran que la gente despierte de este letargo.
La pregunta que no contestan aquellos que se oponen a la junta es qué alternativa real ofrecen. Y lo otro es que ninguno de los políticos ha explicado de verdad cuál será la implicación directa sobre el ciudadano promedio de esa junta fiscal. Los políticos no lo pueden explicar porque no pueden hablar de algo de lo que ellos y sus gobiernos causaron.
A decir verdad, ¿de qué estamos hablando si aquí siempre nos han mandado? Ahora mismo estamos prácticamente en sindicatura total. Hay monitores en Educación, en la Policía, en las cárceles, en Transportación y Obras Públicas, en Carreteras. Si los federales no le meten mano a la corrupción los gobiernos aquí no hacen nada. Los federales nos controlan en todo. Hasta el CDC dice que quiere controlar los embarazos de las puertorriqueñas y la excusa de ahora es para que no se contagien de Zika, claro, como si aquí no tuviéramos una historia de esterilizaciones forzadas en masa que convirtió a Puerto Rico en el lugar con más esterilizaciones en el mundo.
Somos una colonia burda, penosa y sin esperanza. Por eso la gente no entiende y aplaude que la propuesta de los republicanos, la cual no sólo elimina el poquito poder que tenía la ínsula para regresarnos al 1898 y a los primeros años después de la invasión americana cuando gobernaban aquí por decreto los militares.
Lo triste es que ahora la gente, desesperada como está, acepta esta nueva imposición porque está amarrada emocional y mentalmente a ese yugo que nos dice que el americano es el que sabe. Es que el coloniaje no es cosa fácil. Son más de 500 años de estar bajo el yugo de otro, primero de los españoles y después de los Estados Unidos. Cuando se es esclavo, no es fácil sublevarse.
Y la verdad es que Puerto Rico siempre ha sido un punto para los americanos. Nos saquearon, nos saquean y aún hoy en el 2016 siguen haciéndolo. Sólo que los americanos le dieron el “break” a que los que estaban aquí velaran su punto y no funcionó. Ahora vienen a apoderarse y reclamar lo suyo.