(Columna publicada en NotiCel el 10-28-15 http://www.noticel.com/blog/182526/los-arrodillados.html )
Una cosa es estar de rodillas, y otra, ser un entregado. O en buen puertorriqueño, ser un “arrodillau”. Esa es la imagen que nos dieron en su desfile por Washington nuestros políticos del patio. El mensaje no verbal que comunicaron los líderes que nos gobiernan es que están de rodillas por la crisis económica, pero como son entregados al poder, aguantan lo que sea. Prefieren ser arrodillados a ser firmes, porque no tienen la espina dorsal, la valentía, y a veces, ni la inteligencia para defenderse.
Jamás lo dirán de frente y no lo aceptarán, pero todas sus acciones transmiten el mismo mensaje: que van de rodillas, casi “esñagotaos”, a pedirle limosnas al amo americano. Se hincan ante los dueños del país, y hablan con cuidado de que no se ofendan, como el esclavo, temeroso de que venga un latigazo. En vez de ir de frente a exigir derechos, van con un velo de miedo. Ese temor de no ofender al americano, al que manda, para que no nos regañe o nos quite dineritos, o lo que es peor, nos deje a la deriva. Lo que no se dan cuenta ni aceptan es que a la deriva vamos hace décadas.
Esos políticos comunican con sus actos y gestos que tienen el síndrome de Estocolmo, esa pérdida total de su control por ser víctimas de un secuestro que no se asimila en los niveles más profundos del subconsciente. Para hacerlo más soportable, la víctima se adapta convenciéndose que su cautiverio tiene algún sentido. Por eso no sólo se identifica con su agresor sino que hasta se convierte en su cómplice. En su compinche. Esa fue el mensaje directo que comunicaron el Gobernador Alejandro García Padilla y el Comisionado Residente Pedro Pierluisi la semana pasada ante el Comité de Energía y Recursos Naturales del Senado federal, que examina la crisis fiscal de Puerto Rico.
Fueron con miedo, suplicando, a pedir auxilio para salvar a Puerto Rico de la presente crisis. Uno con el Plan de Emergencia Fiscal y el otro con la quiebra. Y los amos, desde su poder, condicionan la ayuda en una asquerosa demostración de que seguimos siendo cada día más colonia que nunca antes.
“Ningún hombre respeta al que se humilla en su presencia”, dijo una vez Pedro Albizu Campos, y esa frase lapidaria retumbó en mi conciencia cada vez que escuchaba a Pierluisi y a García Padilla hablar.
Desde el punto de vista mediático, la prensa cubrió esas las vistas públicas porque es una notica seria que tiene impacto verdadero en el presente y futuro del país. La verdad es que el gobierno se quedará
“pelao’” en plena Navidad. Si no se consigue dinero, no habrá para pagar la nómina ni para los servicios esenciales en diciembre. Sin embargo, aunque la noticia salió en todos los medios de comunicación, fue el tema del día y de la semana, la realidad es que para el puertorriqueño promedio fue más de lo mismo. A la gente no le importó. ¿Por qué? Porque están hartos y tienen que sobrevivir.
En estricto análisis de comunicación, usando la teoría de la información de Shannon & Weaber, hay una interferencia básica entre el mensaje que se transmitió desde Washington y lo que recibió el público. Ese ruido que interrumpe el flujo de un mensaje, en nuestro caso es la realidad cotidiana.
En Puerto Rico la gente no tiene tiempo para pensar en lo que pasa en Washington porque tienen que resolver. Tienen que bregar, como dice Arcado Díaz Quiñones: “Bregar constituye la acción de los que no tienen opción”. Bregar para sobrevivir, para poder llevar comida a sus familias. Por eso es que al final, se neutraliza el mensaje de la crisis porque el ciudadano promedio no puede detenerse a analizar y a exigirles a sus políticos, ya que la vida lo empuja a tener dos o más trabajos para sobrevivir. La otra opción es ser parte de la “Revolución Jet Blue”, como dice mi querido amigo Jay Fonseca. Coger un avión e irse a los estados, como hacen miles de personas todos los meses. Quizás eso es lo que explica el por qué aquí no han habido protestas masivas como en Grecia o en otros países en crisis económicas.
La semana pasada el Consejero del Secretario del Tesoro de los Estados Unidos y número tres en esa agencia federal, Antonio Weiss, urgió al gobierno americano a actuar para suavizar la situación fiscal en el la isla para evitar que desemboque en una crisis humanitaria. Aquí algunos comentaristas dijeron que era una exageración, que no estamos en Siria o bajo una amenaza por algún desastre natural o bélico. Yo concurro con el funcionario. Sí estamos ante el umbral de una crisis humanitaria.
La crisis humanitaria que enfrentamos es de la clase media. Hay una clase social que está desesperada. A los pobres no les falta la comida porque tienen los cupones y otras ayudas del gobierno, pero la crisis es del que trabaja y quiere progresar, que se levanta todas las mañanas sin saber si tendrá trabajo. Es la crisis del subempleo, de los retirados que no quizás ya mismo se quedarán sin sus pensiones.
Y mientras gran parte del país se enfrenta a esa crisis humanitaria, ¿qué hicieron los líderes del patio? Rogar. Ruegan porque saben que no tienen la fuerza moral para ir a exigir de frente a los americanos porque ellos son cómplices de la crisis. Por eso, cuando les hacen las preguntas – como se las hicieron – no pudieron responder. Los dos, tanto el García Padilla como Pierluisi, aceptaron que se cogió dinero prestado de más y que las administraciones pasadas embrollaron al país. Pero ambos lo expresaron como si nunca hubieran sido parte de esas administraciones que nos endeudaron.
Pierluisi fue Secretario de Justicia bajo Rosselló. ¿Qué hizo Pierluisi para detener que se siguieran cogiendo préstamos para Superacueductos y Choliseos? Nada. Al revés. Fue cómplice. Alejandro García Padilla fue Secretario del DACO y estuvo en reuniones de gabinete donde se tomaban decisiones. ¿Por qué no se opuso a que cogieran prestado? Fue legislador, y ¿qué hizo para parar la crisis?
Los que están dirigiendo ahora en el gobierno – de ambos partidos – son culpables de la crisis porque estuvieron en algún momento en una posición de poder y no demostraron la disidencia y la espina dorsal necesaria para defender al país y hacerle frente a las decisiones malas que se estaban tomando. Por eso es que el pueblo no los respeta. El elector sabe. Y el americano también.
Otro mensaje que se comunicó la semana pasada es que el gobierno americano, especialmente los republicanos, saben que le problema de Puerto Rico es de administración y no quieren dar ayuda porque no confían en los que están dirigiendo el país. No hay estados financieros ni cifras certeras.
El “non verbal language” es que los americanos no confían en la capacidad administrativa de los puertorriqueños. Punto.
El problema de Puerto Rico no es sólo económico. Es político. En el momento en que se proyecte de esa forma es que el gobierno americano actuará.
Si los puertorriqueños en la diáspora se activan y presionan políticamente en los estados, habrá cambios. Lo otro es presionar a Wall Street, para que reaccione. Pero más que todo eso, hay que ir de frente al americano y exigirle respeto, sin miedo. Ellos también son parte de la crisis pero no se les puede ir a rogar, porque como dijo Ramón Emeterio Betances: “No son tan grandes, lo que sucede es que estamos de rodillas. Levantémonos”.