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Relacionistas públicos: ¿magos o tapa rotos?

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Mucha gente todavía cree que ser relacionista es organizar un coctelito, ser “lame ojo” de reporteros o payolero en los medios. Piensan que son como magos y que con su varita pueden solucionar cualquier problema que se tiene de frente con rapidez y sin estudio ni análisis. Y muchos se creen que el relacionista está para poner parchos, como si fuera un reparador de gomas de carros. Ni una cosa ni la otra. Ser relacionista no significa ser solucionador de problemas por arte de magia, ni mucho menos ser el que repara los rotos o los problemas cuando se tienen de frente.

Estas ideas equivocadas reflejan que hay una crisis de percepción y un gran desconocimiento. De hecho, las relaciones públicas sufren una profunda crisis de identidad e imagen pública porque no se explican bien, porque tienen eco en ciertas personas en los medios de comunicación, y porque se confunden con la gran cantidad de incompetentes, corruptos y antiéticos agentes de prensa y de propaganda que abundan en este país.

Hay demasiados malos que opacan la seriedad de esta profesión. Por eso es que todavía no se entiende rol vital de las relaciones públicas en la comunicación de cualquier organización y que el verdadero relacionista se tiene que preparar, educar continuamente y que se rige por los más altos cánones de ética.
Precisamente en la Semana del Relacionista, en la que se debe reflexionar sobre el rol de esta profesión en la sociedad, dos noticias recientes ponen de relieve la crisis de percepción que todavía persiste sobre lo que somos y no somos los relacionistas
profesionales.

Madeline Ramírez
Primero fue la renuncia de la directora de la Oficina Central de Comunicaciones en La Fortaleza, Madeline Ramírez, una veterana y respetada relacionista con vasta experiencia en el campo corporativo. Los motivos para su renuncia se esperaban tras la salida de la Secretaria de la Gobernación Ingrid Vilá, pero entre relacionistas se sabe que ética y propaganda no son lo mismo, y en el mundo de la política partidista no siempre hay espacio para la ética. Por eso se sabía que Ramírez se iba porque su trayectoria es bien distante a la politiquería. Pero ella no ha sido la primera. A otros relacionistas bajo administraciones populares y del PNP les ha pasado lo mismo.

Rony the Hyper
Y segundo, vino la noticia de que el Superintendente de la Policía contrató al locutor Rony “The Hyper” como relacionista en la oficina que será dirigida por Maricarmen Ortiz. Ninguno de los dos es relacionista y lo que es peor, violan la ley al no tener la licencia que otorga el Departamento de Estado. Esto, a su vez, ha provocado reacciones diversas. Ya surgen voces entre los que ven la licenciatura y próxima colegiación de los relacionistas como un ejercicio de cerrar los mercados laborales, pero en su discusión obvian que una licencia exige un grado de profesionalismo y compromiso con los estudios de manera continua.

De hecho en más del 90% de los municipios y  en muchas de las agencias del gobierno central, e incluso del federal, los que laboran como relacionistas violan la ley. Desde el 2008 la ley 204 obliga a toda persona que practique como relacionista, director de prensa o comunicaciones, a tener una licencia y a mantenerse al día. El problema está en que la Junta Reglamentadora no ha metido mano. Hasta que no empiecen a recibir querellas y a multar a los que violan la ley, esto seguirá.

Seguirá porque muchos de los que se oponen a la licencia, así como los que no entienden la profesión, desconocen las presiones que amenazan este oficio.

Quizás por la misma presión económica los empresarios, gerentes y jefes quieren resolver los problemas de imagen rápido y contratan a quienes se venden como expertos sin serlo. Piensan que porque conoce a periodistas o vienen del medio, esto les resolverá su problema ante la opinión pública. Lo que no comprenden es que casi nunca pasa así. Para que las relaciones publicas sean exitosas tienen que seguir un proceso investigación, planificación de estrategias y tácticas, e implementación de las mismas, y concluye con una evaluación de resultados. Hacer relaciones públicas requiere una estructura, un plan. No es poner un anuncio o que algún reportero te entreviste.

El otro problema básico de esa mentalidad de quienes no entiende el rol del relacionista es que no saben a quién le hablan. ¿Cómo pretenden llevar un mensaje si no conocen al público que le quieren hablar? Se concentran en el emisor del mensaje y no en el receptor. Les importa más lo que quieren decir que preguntarle a la gente que es lo que quiere escuchar. Hay un disloque entre el emisor y el receptor del mensaje porque no se planificó adecuadamente.

Por eso para que las relaciones públicas sean entendidas, se requiere un cambio de paradigma. Exige preparación y exige que se hable de esta realidad para que el país entienda la diferencia entre los relacionistas y los payoleros, entre los profesionales y los buscones, y entre los que se preparan y los que no.  Ni magos ni tapa rotos. Esto es una profesión seria.


Nota: Esta columna fue publicada en El Vocero el 9-30-2014 http://elvocero.com/relacionistas-publicos-magos-o-tapa-rotos/

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