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Guillermo Martínez

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Guillermo Martínez.

Me entero del fallecimiento de don Guillermo Martínez. Fue en febrero, pero me enteré hoy por un escrito en el Facebook de Malule Gonzalez quien también conoció y trabajó junto a este gran ser humano. Creo que estaban en un evento de honras a su vida. En realidad Guillermo Martínez fue un pionero en el periodismo en los Estados Unidos, particularmente en el periodismo hispano y por eso lo recuerdan. Tocó cientos de vidas, incluyendo la mía.

Guillermo fue la persona que me dio la primera gran oportunidad de trabajo en el periodismo. Fue en el Noticiero Univisión edición nacional para el 1988, justo cuando esa cadena que estaba entonces creciendo, se habían mudado de Los Ángeles a la actual sede en Miami.

Lo conocí meses antes en Nueva York, en un evento del National Asociation of Hispanic Journalists (NAHJ), entidad que él ayudó a fundar. En aquel momento yo era estudiante universitaria y trabajaba en el Canal 47 de Telemundo en Nueva York. Si, siempre fui adelantada. Lo que ahora hacen muchos periodistas de aquí al irse a Estados Unidos a los canales hispanos, yo lo hice al revés a mis 17 y 18 años.

Creo que Guillermo fue el único que notó que yo era así de rara y por eso quería trabajara con él.  Fue una maravilla y aprendí muchísimo. En esa época y gracias a esa oportunidad, pude trabajar con figuras como Jorge Ramos, y María Celeste Arrarás que para ese momento era la presentadora del noticiero de fines de semana. También conocí a Don Francisco que lanzaba el programa Noche de Gigantes, y Cristina Saralegui era famosa.

En aquel gran edificio de Miami sólo habíamos 5 ¡CINCO! puertorriqueños: Carlos Calvo que era camarógrafo, Malule González que era ejecutiva, María Celeste Arrarás que era “anchor” y estrella, y Sonia García y yo, que éramos estudiantes. El canal completo era dominado por mexicanos y cubanos. Muchos de esos cubanos me fastidiaron la vida con su racismo abierto. Increíblemente, como si en Cuba no hubiera negros o mulatos, me hacían muchas cosas.

Con par de suramericanos, algunos de los cubanos me decían “eres de Pueltolico” porque hablamos con la l en vez de la r. A mí se me salía el monstruo, pero me di a respetar. Decían “uy, esa nena boricua es brava”, pero eso es otra historia, bien dura. La realidad es que, aunque las burlas nunca pararon, me hicieron fuerte. Además, siempre supe que tenía apoyo del “boss”. Guillermo had my back. Nunca me quejé con él, porque siempre estaba para apoyarme o darme tareas que me formaron como periodista. Además, yo no tenía tiempo para sandeces ni distracciones. Iba a aprender y a formarme. Aproveché el tiempo.

Tuve que dejar Miami para regresar a New Jersey a graduarme de universidad. Cuando me gradué, decidí volver a Puerto Rico, aunque tenía ofertas que me hizo Guillermo para trabajar en los canales en Corpus Christi, en dos ciudades de Texas y California. Lo pensé, pero como tenía una oferta en Telemundo aquí en Puerto Rico para trabajar en mesa de redacción, decidí estar cerca de mi familia y lejos del prejuicio que enfrenté en muchos sitios Estados Unidos. Irónicamente, cuando me mudé acá la directora de noticias en Telemundo, una cubana, no me honró la oferta de trabajo. Fue así como tuve que buscar en medios impresos y esa es otra historia.

Como al año de estar en Puerto Rico,  ya como reportera del periódico Caribbean Business, me tocó ir a Wapa TV a entrevistar a los potenciales nuevos dueños del canal. Univisión estaba negociando para comprar Wapa y entrar al mercado en Puerto Rico. Eso fue, si no me equivoco, en el 1993.

¡Mi mayor sorpresa al llegar a Wapa fue que uno de los que estaba en esas negociaciones era Guillermo Martínez! La alegría que sentí al verlo fue increíble. 

Nos abrazamos y besamos porque siempre lo consideré un mentor.  Kike Cruz estaba presente aquella vez y creo que se sorprendió de la confianza que había entre ambos, ya que aquí a Guillemo lo trataban como "don Guillermo".

En fin, muchas cosas pasaron a partir de entonces, y que no voy a narrar aquí. Al final, la transacción con Wapa no se dio. Años más tarde fue que los de Univisión compraron TeleOnce, canal que vendieron más recientemente. Pero para ese entonces, ya Guillermo estaba en otros caminos. Estuvo vinculado por años a The Miami Herald y a otros medios.

Mantuve contacto con Guillermo a través de eventos de la Sociedad Interamericana de Prensa, del Overseas Press Club y del NAHJ. Además de fundar grandes medios hispanos, fue líder en tantos otros.

Nos vimos una vez en Guadalajara, y otra en Nueva York, en eventos que cubrí como reportera en El Nuevo Día cuando me pasaba viajando por el mundo con ese medio noticioso. Guillermo siempre sabía en lo que yo estaba trabajando. Siempre me sentí apoyada por él, como una especie de guía profesional que nunca hizo críticas negativas hacia mi función. Por el contrario, siempre me decía que siguiera trabajando y que me desarrollara en la investigación, pero que no descartara que Puerto Rico era muy pequeño para mí y que aquí me iban a rechazar por eso. Por años nunca le creí, pero ahora sé que tenía absoluta razón en eso del rechazo a la independencia de criterio. A pesar de todo eso, él sabe que yo opté por quedarme en mi país y no ser minoría en otro.

Aún así, reconozco que Guillermo siempre fue clave no sólo en mi carrera, sino en las de cientos de periodistas y ejecutivos mediáticos en toda Latinoamérica. Muchos periodistas que hoy son figuras reconocidas en este campo le deben sus carreras a él.

No volví a trabajar por con él por cosas de la vida, pero la amistad, la admiración y la gratitud que sentía hacia su persona, siempre se mantuvo.

Que descanse en paz este gran mentor y maestro de la vida.  

 

SRC


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