Sin lugar a dudas, el Director Ejecutivo de la Autoridad de Energía Eléctrica, Juan Alicea, está equivocado. De hecho, fracasó. Alicea, como muchos políticos y funcionarios, erró al pensar que puede “manejar” a la prensa, pero ha fracasado vergonzosamente en el intento. Y como fracasó, hizo como suelen hacer los políticos: atacó a los mensajeros y no al mensaje.
En un estricto análisis de proyección pública, es evidente que Alicea no ha controlado el mensaje que quiere llevarle al país, carece de una estrategia definida de comunicación, no sabe cómo comunicarse adecuadamente ante los medios noticiosos, y desconoce la función y el rol social de la prensa. Como consecuencia, no tiene credibilidad y ha dejado el espacio para que otros lo ataquen porque no ha sabido responder eficazmente. Diría que le hace falta un “media training”, aunque ciertamente, necesita mucho más que eso.
Su error se evidenció en días recientes cuando ya se le hacía cada vez más difícil defender su inacción, sus vínculos políticos y su franca incapacidad administrativa. Fue entonces cuando hizo como los políticos y empezó a criticar al que le puso el dedo en la llaga. En este caso, los blancos para sus ataques han sido, en mi opinión, dos de las pocas personas en los medios de comunicación que han estado haciendo un trabajo serio de fiscalización a la AEE.
Alicea arremetió contra la reportera de este diario, Yennifer Álvarez Jaimes, quien es la única que ha estado en ruta para desenmascarar claramente quiénes son los miembros del llamado “cartel del petróleo” y ha descubierto por medio de sus fuentes, una serie de datos sobre los malos manejos en la Autoridad. Y mucho de lo que Yennifer ha reportado aquí en El Vocero, luego ha sido analizado con profundidad por el comentarista Jay Fonseca en algunos de sus espacios en diversos medios de comunicación.
Recientemente los tres principales canales de televisión y algunos de los medios impresos se unieron en un programa televisivo titulado “¿Por qué pagamos tanto?”, que luego fue seguido por primeras planas en algunos rotativos del país. Estoy en récord señalando que ese esfuerzo, si bien fue serio y en profundidad, no fue periodismo investigativo ya que lo único que hicieron fue recopilar información que ha venido dándose a la luz pública por años, como algunas excepciones como la controversial cena que hicieron en honor del que compraba combustible, William Clark. A ese esfuerzo concertado de los medios, Alicea y la AEE respondieron con anuncios de página entera, una serie de mensajes sobre la eficiencia de la Autoridad que difundían en Twitter pero que lo que daban era risa, y con algunas respuestas que ofreció a la prensa posteriormente.
Alicea no censuró ni atacó a los periodistas que participaron en ese esfuerzo a nivel personal. Sin embargo, usó su página privada de Facebook para despotricar contra la periodista del Vocero y contra el comentarista Fonseca luego de que admitió que recibió agentes del NIE y de fiscalía que hicieron un allanamiento en la oficina de compra de combustible. También acusó a la reportera de estar “cooperando” con las autoridades y calificó a Clark de ser competente.
Si no contesta las preguntas de la prensa, el usar su página en las redes sociales demuestra un total desconocimiento del medio. ¿Por qué no respondió o dio su versión en rueda de prensa o en mensaje en vivo ante el país? Por el contrario, ha lucido como que intenta ocultar información y el público detesta la mentira. La verdad, aunque duela, es mejor que la mentira, y en el campo de la opinión pública, muchas veces la percepción es la realidad. Si el pueblo no te cree, tienes problemas porque la opinión pública es más severa que el mismo tribunal.
Cuando figuras públicas se enfrentan a una crisis, como es el caso de Alicea que tiene tantos problemas en torno a la AEE, hay que actuar con premura pero de manera táctica y preparada, de modo que se pueda mantener el flujo de información y se proteja la reputación tanto individual como institucional. Pero Alicea ha hecho todo lo opuesto:
1. Sabía que debía anticipar fiscalización de la prensa, y luce como que no estaba preparado
2. Demuestra que no tiene un equipo asesor de manejo de crisis o si lo tiene, ignora sus recomendaciones
3. Demuestra dificultades como portavoz ya que no luce creíble
4. No asume su responsabilidad en parte del caos y el descontento público hacia la agencia
5. No comunica de manera efectiva.
Podrá criticarse a la prensa y a los periodistas por su sed insaciable de buscar ángulos escandalosos o noticias negativas, pero es indudable que la prensa cumple un rol importante en la democracia porque se asegura que los gobiernos y las empresas no puedan continuar con sus abusos o prácticas injustas hacia la mayoría. De hecho, los padres de la Constitución de los Estados Unidos, aunque quizás no tenían una razón particular para amar los periodistas, sí consideraron que su misión era de tal importancia que le dieron una protección constitucional a la libertad de prensa.
Y la libertad de prensa, aunque muchas veces es libertad de empresa, en muchas otras, lo que representa es la libertad del pueblo a estar bien informado. En este caso de la AEE, aunque hayan intereses comerciales empujando una privatización de la autoridad, no es menos cierto que el pueblo merece respuestas a las interrogantes y el director ejecutivo debe recordarlo. El salario de Alicea – como el de todos los empleados de la AEE y del gobierno – se paga con las contribuciones del pueblo, así que debe contestar las preguntas serias de los interlocutores de ese pueblo. Ya es hora de que deje de dispararle al mensajero, y reaccione al mensaje… y de paso, al país.