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Angelita Lind y Jasmine Camacho Quinn

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Angelita Lind y Jasmine Camacho Quinn

 Angelita Lind, esa sí que mete mano. Primera medalla de oro en los Centroamericanos”, decía una estrofa de una plena que compuso en el 1970, el exsecretario del trabajo y exjuez don César Almodóvar Marchany. Su hijo, Arnaldo (Chucho), me contó hace un rato que  unos pleneros de Ponce la tocaron en honor a la gran atleta puertorriqueña.

Probablemente hoy se compongan, si es que no se ha hecho ya, varias plenas en honor a otra boricua que ha llenado de alegría al pueblo puertorriqueño desde anoche, Jasmine Camacho Quinn.

Jasmine ganó oro en 100 metros con valla en los Juegos Olímpicos en Tokio y unió al país en algarabía y emoción. Primero por la forma impresionante en que clasificó, rompiendo récord en las semifinal con tiempo de 12:26. La marca olímpica hasta ese momento era de 12:35 de Sally Pearson AUS (2016) y la marca mundial es 12:20 de Kendra Harrison de Estados Unidos. Pero Jasmine se las pasó. La gente que no sabía quien era ella, se puso en alerta. Algo bueno venía.

Jasmine Camacho Quinn tras ganar el primer lugar

Con la expectativa, también llegaron las críticas, los ataques y los complejos, casi todos de los que se sienten menos por el tema del estatus y no admiten la soberanía deportiva. Muchos salieron rápido a cuestionar el por qué Jasmine corría por Puerto Rico si nació, se crió y se formó en los Estados Unidos. Pero así de rápido también salió la verdad: se es puertorriqueño hasta en la Luna, como dice el poema del patriota, don Juan Antonio Corretjer. Uno es de donde se sienta, y Jasmine, en sus propias palabras y hechos, siempre ha honrado la tierra en que nació su madre, María Camacho, oriunda del pueblo de Trujillo Alto.

“Yo corro para Puerto Rico. No. No me voy a cambiar de equipo. No. Tampoco corrí en las eliminatorias de Estados Unidos. Voy a seguir corriendo con Puerto Rico en mi pecho. Si de verdad quisiera hacer el equipo estadounidense, créanme que lo haría. No quiero. Adoro correr para Puerto Rico y adoro a mis seguidores. Lo digo de la manera más amigable posible. Así que en serio, dejen de preguntar. ¡Puerto Rico todo el día, cualquier día y se acabó!”, dijo Jasmine hace unos años, cuando empezaron las preguntas. Quien la ve, sabe que hasta se tatuó la monoestrellada en uno de sus brazos, algo que probablemente muchos de sus críticos, jamás harían.

Ayer la tenista Gigi Fernández enseguida empezó a cuestionar su puertorriqueñidad, pero fueron tantas las críticas, que hasta cerró sus páginas en las redes sociales. Parece que Fernández todavía no logra superar que ya van dos medallas de oro por Puerto Rico en las últimas dos Olimpiadas, primero Mónica Puig en el 2016 y ahora Jasmine Camacho Quinn. Gigi Fernández fue medallista de oro, pero habiendo nacido en la isla, optó por representar a los Estados Unidos. Mónica y Jasmine, se amarraron a Borinquen. Esa es la gran diferencia. Uno es de donde se siente de verdad.

Bien lo explicó el excampeón de esgrima y expresidente del Comité Olímpico de Puerto Rico (y también excandidato a la gobernación), David Bernier, cuando dijo de Jasmine: “Lleva sangre boricua en sus venas, pero si no la llevara, bastaría con sentirse puertorriqueña y estar dispuesta a luchar por nuestra bandera para ser una de las nuestras. Momentos como estos se disfrutan dándole rienda suelta al corazón, los razonamientos llenos de prejuicios no pueden tener espacio”. Respondiendo a una crítica en las redes sociales, Bernier le dijo “Señora, si como todos soñamos suena La Borinqueña, llévese la mano al pecho y cante el himno junto a Jasmine, ya verá lo bien que se siente. ¡No le busque la quinta pata al gato!”.

Con su medalla de oro y una flor de maga en la corona de su afro, celebra Jasmine el triunfo.

Y así fue. Tan pronto empezó a sonar La Borinqueña, el país entero se emocionó. Jasmine no pudo contener las lágrimas. Con su flor de maga en el majestuoso afro, se secaba las lágrimas contínuamente. Todo el que vio ese momento tiene que haberse sentido igual. El deporte es así, puro corazón.

Por eso este triunfo de hoy recuerda a todos y todas las atletas que han representado a Puerto Rico. No sólo en atletismo, sino en todos los deportes. Los que están ahora mismo y estuvieron en Tokio, pero por igual, todos los que lo han hecho en el pasado.

Una de ésas, es la gran gloria del deporte puertorriqueño, Angelita Lind. La atleta patillense conocida como “El Ángel de Puerto Rico” se destacó en pista y campo a nivel local e internacional. Se formó aquí y aquí volvió después de sus triunfos. Participó en tres Juegos Centroamericanos y del Caribe en los que ganó dos medallas de oro, tres de plata y una de bronce. También, compitió en tres Juegos Panamericanos, así como en las Olimpiadas del 1984.

Angelita Lind, gloria del deporte puertorriqueño.

Quizás Jasmine jamás haya escuchado de Angelita, porque entre medio han pasado casi cuatro décadas. Pero ambas mujeres, negras, afrodescendientes y puertorriqueñas, son ejemplos de dedicación, sacrificio y tenacidad. Son por igual, dos glorias cuyos triunfos quedan grabados de forma indeleble, en la historia del deporte.

Angelita Lind, esa sí que mete mano. Primera medalla de oro en los Centroamericanos”, decía la plena que compuso don César. Quizás hoy compondrán otra plena, o quizás un trap en honor a Jasmine.

Uno es de donde se sienta en el corazón. Como dijo Corretjer, se es Boricua en la Luna:

Desde las ondas del mar
que son besos a su orilla,
una mujer de Aguadilla
vino a New York a cantar.
Pero no, solo a llorar
un largo llanto y morir.
De ese llanto yo nací
como la lluvia una fiera.
Y vivo en larga espera
de cobrar lo que perdí.

Por un cielo que se hacía
más feo más volaba
a Nueva York se acercaba
un peón de Las Marías.
Con la esperanza, decía,
de un largo día volver.
Pero antes me hizo nacer
y de tanto trabajar
se quedó sin regresar:
reventó en un taller.

De una lágrima soy hijo
y soy hijo del sudor
y fue mi abuelo el amor
único en mi regocijo
del recuerdo siempre fijo
en aquel cristal del llanto
como quimera en el canto
de un Puerto Rico de ensueño
y yo soy Puertorriqueño,
sin na, pero sin quebranto.

Y el “echón” que me desmienta
que se ande muy derecho
no sea en lo más estrecho
de un zaguán pague la afrenta.
Pues según alguien me cuenta:
dicen que la luna es una
sea del mar o sea montuna.
Y así le grito al villano:
yo sería borincano
aunque naciera en la luna.

Pieza en homenaje a Angelita Lind en su pueblo natal de Patillas.



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