El jueves se apareció un Benito con bigote de actor porno a la Comisión Estatal de Elecciones. |
El miedose define como la angustia por un riesgo o daño real o imaginario. Es una perturbación, el recelo, o la aprensión que tiene una persona a que le suceda algo contrario a lo que desea. Y eso es precisamente lo que le tienen muchos seguidores del Partido Nuevo Progresista y del Partido Popular Democrático al cantante de trap, Bad Bunny. Miedo.
Miedo a lo que dice. Miedo a lo que hace. Miedo a que vuelva a juntarse con René Pérez y con Ricky Martin. Con Ilé Cabra y Benicio del Toro, y con Siete. Con PJ Sin Suela, Tommy Torres y Karla Monroig, y también con Kany García, Ednita Nazario, y un montón más de “performers” y “celebrities” que escucharon bien y sintieron en el corazón que tenían que abandonar la neutralidad histórica de los artistas que no quieren quemarse, porque escucharon la indignación colectiva.
Miedo a que vuelva a poner las manos en el fuego, y agite esas masas que estaban en brote, pero no se unían. Fueron figuras claves que ayudaron a canalizar las protestas del Verano de 2019. Ese coraje estaba ya en la gente. No lo crearon los artistas, pero gente como Bad Bunny cristalizaron esa unidad que se necesitaba en el momento más importante.
El juevesse apareció un Benito con bigote de actor porno a la Comisión Estatal de Elecciones (CEE), y no sólo paralizó el tránsito y movió a decenas de periodistas, sino que agitó a los empleados de esa entidad pública venida a menos. Todavía no se recuperan del papelón vergonzoso de las primarias interrumpidas, y luego de las secundarias, cuando de pronto, llegó el Conejo Malo a inscribirse.
No sólo fue a inscribirse, sino a exhortar a los jóvenes a que saquen su tarjeta electoral antes del 14 de septiembre. Ahí soltó la bomba. Lo dijo en su cuenta de Instagram: “Estamos en un momento crucial en la historia de nuestros país, y ahora más que nunca tenemos el poder para cambiar el rumbo de Puerto Rico. Ya es tiempo de un verdadero cambio. Basta ya del abuso de los mismos 2 partidos que tienen a PR secuestrado hace décadas. Basta ya de lo mismo y lo mismo. ¡Llegó el momento de hacer historia!”.
Desde que dijo eso, puso a muchos a temblar. Por lo menos, a preocuparse. Eso es evidente en las reacciones viscerales de odio hacia Bad Bunny. Unos recuerdan las letras misóginas de sus canciones, otros critican el hecho de que fue escogido “compositor del año” por la Sociedad Americana de Compositores, Autores y Editores (ASCAP por sus siglas en inglés), aunque dice palabras soeces y habla de sexo. Pero la reacción más fuerte fue de burla porque cuando fue abordado por periodistas en la CEE dijo “inscribido” en vez de decir inscrito.
Colgué unos comentarios en mis redes sociales diciendo – y me reitero – que un error lo comete cualquiera, y que la intención de Bad Bunny de que los jóvenes voten, es loable. Pero al juzgar por las reacciones de la gente, se nota que tienen temor de que repita lo que pasó en el verano.
La gente tiene miedo de que Bad Bunny logre con un comentario lo que sus líderes políticos no consiguen con millones de dólares en propaganda y anuncios, con promesas de puestecitos en el gobierno, con regalos a la gente y acomodos para los hijos talentosos. Es sencillo: el voto. Esto tiene a los estrategas preocupados. No cabe la menor duda.
Ellos saben que por más millones en cabilderos y contratos que tenga su candidato, por más abrazos que den, o por más que oren y den brincos en cultos con pastores de la prosperidad, ni Pierluisi ni Delgado tienen el nivel de influencia instantáneo y global que logra Bad Bunny. Con una sola palabra, el cantante consigue que lo publique la prensa internacional y acapara portadas de revistas o de websites como Billboard.
¿Qué pasaría si Bad Bunny logra que muchos jóvenes se inscriban y voten por cualquiera menos por los candidatos del PNP y PPD? ¿Qué pasa si respalda a cualquiera de los otros? Un Juan Dalmau del Partido Independentista Puertorriqueño, una Alexandra Lúgaro del partido Movimiento Victoria Ciudadana, un César Vázquez del partido Proyecto Dignidad (aunque es poco probable, porque es conservador), o el candidato independiente Eliezer Molina.
¿Qué pasaría si se mueven 250,000 electores y por protesta contra el PNP y el PPD, porque no se sienten representados, o simplemente, están hastiados de “lo mismo”, le hacen caso a Bad Bunny? Por eso es el miedo.
No olvidemos que Residente (René Pérez), sacó su tarjetaelectoral en enero pasado y también instó a la gente a salir a votar por otras alternativas. Tampoco olvidemos que Ricky Martin habla a la menor provocación y cuelga en sus redes sociales su sentir. Igual hacen otros artistas. El arte, después de todo, es el motor que mueve el corazón del pueblo.
Sea como sea, es interesante que artistas que no solían vincularse a la política y que no tenían una tradición histórica como Bad Bunny, ahora lo hacen. Por eso es el miedo. Sólo resta por ver si la gente les hace caso, y generan cambios. El tiempo dirá.