“Me importa un carajo”…con esa frase tan elocuente, tan puertorriqueña, y que demuestra que la cafrería trasciende barreras sociales, el famoso abogado de defensa Harry Padilla respondió cuando le preguntaron qué pensaba de las personas que se manifestaban en las afueras del Tribunal de Bayamón hace unos días.
Resultó sorpresivo y hasta casi gracioso ver un famoso abogado hablar con tanto desdén hacia el público, si no fuera porque estaba en medio de un escenario macabro que servía de espejo al dolor humano que provoca la violencia que arropa este país. Parecía que le importaba un “carajo” lo que pensara el país sobre el caso que perdió para su cliente Pablo Casellas, quien fue hallado culpable de asesinar vilmente a su esposa, Carmen Paredes.
Un carajo. El diccionario de la Real Academia Española define esa palabra como el miembro viril, como una expresión despectiva para desvalorizar a otros, que denota enfado, rechazo, disgusto, sorpresa, insolencia, desdén, negación. En fin, muchas connotaciones que se le puede dar a la soez palabrita.
Padilla está en total derecho decir lo que piensa. Es más, se le respeta. Yo soy de las que admiro a las personas que son sinceras y expresan lo que llevan en su mente y corazón sin la hipocresía que cubre a tantos en Puerto Rico. Como abogado defensor a él lo que le tiene que importar es su cliente, no lo que diga la gente. El problema es que su posición demostró muchas otras lecturas, casi todas negativas. La primera, que es un mal perdedor.
La segunda, que le importa poco lo que la gente piense porque total, la mayoría de los abogados criminalistas ganan mucho más dinero en el proceso de apelaciones que en el juicio. Como la defensa de Casellas sabía que este caso iría a apelación, ni presentaron peritos que refutaran los testimonios cuestionables que se ventilaron en el juicio, incluyendo la de la forense y el del testigo adicto a drogas, en mi opinión. Su estrategia se ve clara. Por eso intentaron dilatar el juicio, cuestionaron al proceso y hasta presentaron una encuesta que decía que más del 90% de la gente en la región de Bayamón tenía una opinión y encontraba a Casellas culpable. Quién sabe si la supuesta testigo que salió hablando en radio – aunque fue desmentida – es parte de esa estrategia que le da herramientas a la defensa para poder decir que o hubo juicio justo. ¿Irán al foro federal? ¿Quién sabe?
Lo que está detrás de todo esto es que los abogados tienen que entender, especialmente en casos de alto interés público, que necesitan poder colocar sus mensajes para contrarrestar informaciones negativas o errores y prejuicios en la opinión pública que pueden afectar sus casos. ¿De qué vale ganar un juicio ante un foro judicial o administrativo, si se pierde en el foro de la opinión pública? El caso de Casellas, fue precisamente eso, un juicio que se perdió desde el inicio, en el foro de la opinión pública porque nunca supieron ubicar sus mensajes en el proceso de formación de esa opinión pública.
En los talleres que doy de relaciones públicas cuando me toca hablar de la opinión pública cito estudios que demuestran que ésta se crea desde un sentimiento o noción generalizada, luego genera un asunto o “issue” público y crea grupos o públicos a favor y en contra. Esto genera un debate durante un tiempo que poco a poco va formando una opinión generalizada y mueve a una acción colectiva. En el caso de Casellas, parte de esa acción se vio con las personas que nada tenían que ver ni con Casellas ni con Paredes y llegaron hasta el tribunal, incluyendo a los miembros de la prensa que transmitieron el minuto a minuto del caso. En todo ese proceso que duró largos meses y se intensificó en el juicio, ni Padilla ni los otros abogados de defensa lograron o quisieron contrarrestar la opinión pública. (Leer más de este tema en http://enblancoynegromedia.blogspot.com/2012/02/relacionistas-publicos-vs-abogados.html)
“Yo soy un peleador. Yo sigo bien. Y vamo’ a pelear otra vez”, dijo Padilla. Sólo el tiempo dirá si su estrategia fue la correcta, si prevalece por encima de la opinión pública y si logra sacar de la cárcel a su cliente. También el tiempo dirá si lo que opinen los jueces apelativos, su cliente y el país en esta nueva etapa del pleito también le importan un carajo. Esto aún no termina.
(NOTA - ESTA ES LA VERSIÓN ORIGINAL DE LA COLUMNA. UNA VERSIÓN EDITADA SALIÓ HOY 1-28-14 EN EL VOCERO - http://elvocero.com/me-importa-un/ )