A muchos les llaman a la policía por caminar en la calle, ir a un gimnasio, observar pájaros en el Central Park o estar en su propio apartamento.
A muchos ya no los linchan ni cuelgan de árboles con capuchas del KKK, pero igual los matan a manos de policías que también usan gorras de MAGA (Make America Great Again), como le pasó a George Floyd en Minneapolis.
A muchos los meten presos y les roban sus sueños.
A muchos los dejan morir por Covid-19 y no los atienden bien. Las estadísticas están ahí.
... Sólo por ser negros y vivir en los Estados Unidos de América.
Pero mirémonos bien ante ese espejo.
En Puerto Rico no estamos tan lejos.
Aquí también lo vivimos y lo experimentamos.
Sabemos lo que es el racismo descarado, institucionalizado y el que ocultan bajo sonrisas hipócritas y comentarios sarcásticos.
Los que somos negros lo VIVIMOS.
Se ve en la pobreza. Se ve en la desigualdad. Se ve en la falta de oportunidades.
Se ve en la falta de solidaridad.
En el llamarte "acomplejado" o "Angry Black Woman" cuando lo señalas.
El aislarte o el menospreciarte.
En no conseguir empleo o escalar puestos.
En trabajar el triple, tener que ser más inteligente y sacrificarse, para que te toque menos.
El ser dos veces mejor, para sólo conseguir la mitad que le regalan a otros sin méritos.
Es así, aunque no lo quieran aceptar, mucho menos admitir.
Pero hay que seguir combatiendo.
Hay que seguir educando y abriendo mentes cerradas.
No se puede parar la lucha hasta que entendamos que todos somos iguales.
La sangre no es blanca, ni es negra, ni es azul.
Es roja.
Sandra Rodríguez Cotto
