Mabel Cabeza en la vista de la Comisión de Salud de la Cámara (Foto El Vocero) |
Desafiante y zafia, tosca y grosera, pero sin descuidar la tarea de sacar a pasear su dosis de drama con par de lagrimitas al final del día. “He sido el chivo expiatorio”, dijo. Así se presentó ayer Mabel Cabeza ante la comisión de la Cámara de Representantes que investiga el fallido traqueteo que se montó para comprar pruebas de Covid-19 por $38 millones a una compañía de construcción. “So?”, ella era la jefa. O mejor, como ella mismo decía a lo largo del día en mal "espanglish": “sou” esto y “sou” lo otro.
Amiga de Elías Sánchez, Marisol Blasco y Lillian Sánchez, de Valerie Rodríguez y Cathy Erazo. Bendecida también por Alfredo Escalera, el mismo que fue socio de Sánchez, que se le vincula a la amplia manipulación mediática explicada en el vídeo Suite 1802, y cuyo hijo anunciaron como dueño de NotiCel. Más que nada, mimada por la gobernadora Wanda Vázquez, esa era Mabel Cabeza. Protegida. Es así. Quien tiene padrino, se bautiza. Y en la política partidista que gobierna esta colonia caribeña, la experiencia, los estudios y la educación no importan. El único mérito que vale es ser parte del combo. Ni siquiera del partido, sino de la claque que mande.
Mabel Cabeza acaparó los ratings en las vistas públicas de la Comisión de Salud donde se defendió como gato bocarriba, y tiró a todos al medio, menos a ella misma. Tampoco les tiró a sus protectores, pero sí a todos los demás, incluyendo a la Dra. Concepción Quiñones de Longo, a los “blogueros”, al Dr. Juan Salgado, al Dr. Segundo Rodríguez, al propio Task Force de Salud, y hasta al presidente de la comisión, Juan Oscar Morales, a quien interrumpía constantemente. Con actitud petulante parecía decirle: “Sou, así soy, brega con eso”.
“Aquí han dado por cierto todo lo que dijo Quiñones de Longo (...) Si ustedes tienen la conclusión, ¿para qué están haciendo las vistas?”, le cuestionó, retante, a Morales. Después casi regañó al representante Gabriel Rodríguez Aguiló cuando le dijo: “Es una falta de respeto que diga que aquí un libreto. Aquí no hay libreto”. Como si eso fuera poco, también tildó de embustera a Quiñones de Longo: “Ha dicho muchas mentiras la doctora en estas vistas” y que “no le gustaba que la retaran” en referencia a su presencia en una reunión a la que Quiñones no le invitó.
“Yo realicé”, en vez de decir “me percaté” o “caí en cuenta”. “Yo le di forwal al email y al text”, o la clásica: “Es que yo intelvení”.Sí, Mabel Cabeza dijo todas esas palabras inventadas, ese léxico de los que se levantan a controlar todo. Idioma defectuoso, pensamiento defectuoso, pensé al escucharlas, recordando a mis maestras cubanas y las monjas americanas que nos obligaban a aprender las reglas gramaticales y la sintaxis en español y en inglés. Uno se las aprendía a fuerza de repetición. Pero en el Puerto Rico de las palas y de los fotutos políticos nada de eso importa.
Total, una maestra con bachillerato se gana $1,750 al mes y con maestría $1,820, pero una persona como Mabel Cabeza, sin educación en salud ni en administración se ganaba $7,773 y tenía el poder de gritar, regañar, mover de posiciones, humillar y despedir empleados. Eso llevan meses denunciando decenas y decenas de fuentes que se han comunicado a lo largo de más de un año de investigación que llevamos haciendo en este medio sobre la corrupción en el departamento de Salud.
En un momento se veía tan acostumbrada a mandar y dar órdenes que quiso dirigir el interrogatorio. Hostil y altanera, hubo instantes en los que indudablemente lució nerviosa. No debe ser fácil tener que contestar preguntas cuando ella y su clan compuesto por Adil Rosa, Azalia Rivera y Carmen Ana Torres en Salud, y Lillian y Marisol en La Fortaleza eran las que tenían el control. Lo dijo claro, ella seguía las directrices de “la máxima autoridad” desde La Fortaleza y no de Salud. “La gobernadora es la jefa de todosnosotros” dijo.
Esa actitud y el “dar forward a emails” parecen ser el “job description” para su puesto porque se sabe protegida. Hasta los pocos legisladores que dieron cara ayer, no hicieron buenas preguntas, quien sabe si fue por eso.
Escuchar su estilo pendenciero, presta pa’ la tiraera, nos pone a pensar que ella encarna el ideal del famoso “gobierno millennial” del que tanto alardeaban los innombrables que se fueron. Una generación de los multipantalla e hiperconectados, que son emprendedores, pero primero individuos antes que gente.
“Acho, no digas que es una millennial, aunque lo sea. No todos los millennials son así de malcriaus”, dirán algunos. Eso es verdad, me contesto a mi misma. Sólo de pensar en los miles que no tuvieron una graduación por esta pandemia, y los miles que están hoy con bachilleratos y maestrías en la calle o en trabajos a $7.25 la hora, concluyo que esta es la raíz del problema. Mabel Cabeza es el verdadero símbolo de hasta donde ha llegado Puerto Rico.
El Puerto Rico de los ñames con corbata. El de la gente que llega a los puestos de poder por encima de todo mérito. Al que acomodan, aunque no sepa ni articular una oración simple con sujeto y predicado, porque ni en español y menos en inglés se saben expresar. Esos son los mismos niños cuyos diplomas firmó Víctor Fajardo. O quizás no. Mabel era amiga de Valerie Rodríguez. Quizás estudió en colegio. Como quiera, se colgó en español. Probablemente también en inglés. Ni una cosa ni la otra.
De lo que sí se graduó con honores fue en politiquería y busconería. Le fue tan bien, que su diploma fue el título de “chief of staff”, ser la que mandaba en Salud. Con jefes así no es de extrañarse tanto desorden y tantas muertes y sufrimiento que pasó este pueblo después del huracán María, o de los terremotos. La vida queda en un segundo plano porque lo primero es la jauja. Por eso los contratos, por eso acomodó a su gente incluyendo a su hermana, y por eso se prestó para interceptar las pruebas Covid que comprarían a $38 millones.
Cuando su jefe, el ausente secretario Rafael Rodríguez Mercado le dio que lo habían despedido, ella estaba tranquila. No importaba que la Dra. Quiñones de Longo no la quisiera cerca, ella estaba protegida y la movieron a La Fortaleza. La Gobernadora misma la protegió. La pregunta es ¿por qué? ¿Qué sabe Mabel Cabeza que es tan importante como para proteger? El tiempo dirá.
La gente decente que ve estas cosas, quizás termine diciendo como mismo dijo Mabel Cabeza entre lágrimas: “embeldá necesito un breik”. Al final del día, este tipo de gentuza no pide perdón, no se arrepiente, ni siente vergüenza en la cara porque saben que la impunidad prevalece.