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Semana de la Policía 2020 (Relato)

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Esta semana en Puerto Rico se conmemoró la Semana de la Policía 2020, y aunque algunos lo mencionaron, realmente la efeméride pasó sin pena ni gloria.

Quizás fue por la crisis económica o por los profundos problemas que se viven como el alza en los car jackings, los tiroteos a edificios del gobierno y más que nada, en la violencia contra la mujer. Algunos hablan de la corrupción en la Policía, de que no investigan, que hay oficiales metidos en el bajo mundo o que los pocos que quedan trabajando, andan de brazos caídos con el “Blue Flu” porque se sienten abandonados por el sistema. Después de todo, Puerto Rico no olvida los casos sin resolver ni los años de represión y asesinatos políticos a manos de agentes.

Al principio de esta semana la organización Kilómetro Cero lanzó una página en la que documenta a las personas que se alega han muerto en los años 2019 y 2020 por el uso de fuerza de la Policía de Puerto Rico. Con el título Cuéntame, y con un diseño renovado para encontrar y estudiar mejor cada caso, la página busca recopilar historias de uso de la fuerza que suelen ser invisibilizadas. Los perfiles se crearon recopilando datos de notas de prensa, entrevistas y visitas de campo realizadas por el equipo de Kilómetro Cero, y una base de datos del Registro Demográfico de Puerto Rico que consiguieron mediante un litigio por acceso a la información. 

En fin, son muchos los problemas que aquejan a la Policía y si uno mira bien, esta semana en vez de celebrar su trabajo, lo poco que ha salido en su mayoría de los casos, ha sido para criticarlos. Esto es injusto porque, como pasa con todo en la vida, siempre hay dos caras.

Como pasa en cualquier institución humana, siempre hay gente mala, pero son los menos. La inmensa mayoría son trabajadores comprometidos. En el caso de los policías, muchas veces se trata de personas que laboran en horarios excesivos, sin recursos, en cuarteles que se les caen en cantos, que son inseguros, y aun así, se levantan y trabajan duro, a veces doblando turnos. La inmensa mayoría lo hace separado de sus familias y sus entornos. Por eso hoy, quiero hacer lo contrario. Concluyo la semana honrando a los policías.

Honro a esos que de verdad laboran apegados a la justicia. Esos que viven su misión de hacer cumplir la ley y el orden, pero presentando siempre un rostro humano, que protege los derechos civiles, porque después de todo, los policías son parte del pueblo como todos.

Yo me siento orgullosa de venir de una familia en la que hemos tenido muchos policías a lo largo de las distintas generaciones. Crecí viéndolos, y por eso sé lo que es el sacrificio de largas jornadas con pagas miserables. Sé lo que es la responsabilidad y honradez, y más que nada, el respeto al pueblo y el apego a la ley.

Mi abuelo, Primo F. Rodríguez Vega
Mi abuelo Primo Feliciano Rodríguez Vega fue policía de la hoy desaparecida Unidad Montada, placa #809. Era de la época en que usaban uniformes elegantes, de mangas largas, y corbata. Él fue policía desde el 1937 al 1956. Mi abuela Sara que lo amó siempre, hasta se ponía su uniforme sólo para recordarlo después de muerto. Abuelo Maro, como le decíamos, era un hombre alto, blanco y grandísimo, fuerte. Una vez estuvo asignado en La Fortaleza cuando ocurrió el ataque de los nacionalistas, historias que desde niña me hicieron cuestionarme la valentía y el deber patriótico tanto en ambos bandos.

Él tenía un hermano, o sea, mi tío abuelo, Justino Rodríguez Vega, que tambiénfue policía toda su vida. Estuvo asignado al Barrio Obrero en Santurce por años y se jubiló como Teniente Segundo.

Abuelo también tenía un primo hermano que adoraba, Luis Felipe Rodríguez, quientambién fue policía en esa época. Sería para la década del 1940 y fue un héroe. A él lo mandaron solo a arrestar a unas personas que operaban un alambique ilegal y cuando logró arrestar a dos de los criminales, había un tercero que lo atacó por la espalda. Entre los tres criminales lo asesinaron a machetazos. El nombre de este primo-abuelo aparecía entre los primeros en una tarja del Cuadro de Honor de la Policía que había en el Cuartel General.

Por el lado materno de mi familia también tuve varios policías. Quizás el más conocido fue un primo de mi mamá, Emiliano Rosario, quien fue comandante de área de San Juan.  Es recordado por ser uno de los que investigó el operativo en el que intervinieron con el entonces alcalde de San Juan, Jorge Santini, en el negocio Betsy de Caimito. Tío Emiliano, como yo le llamaba, solía ser entrevistado por la prensa y era bien reconocido. Muchas veces me topé con él en eventos como piquetes y otros. Él, dirigiendo operaciones, y yo como reportera. Siempre iba a pedirle la bendición y él me la daba, y muchos periodistas se extrañaba. Algunos oficiales le decían “¿tú conoces a esa mujer?”, porque era la época en que hacía mis pininos como reportera investigativa. “Es mi sobrina”, siempre respondía.

Mi primo, Víctor Herández Rosario
Otro primo de mami también fue policía toda su vida hasta que se jubiló. Es Víctor Hernández Rosario, que fue teniente y era uno de los pilotos de los helicópteros de FURA. 


Mi tío Ricarte Maldonado
Sin embargo, es por el lado de los Rodríguez donde más oficiales ha habido en mi familia. Mi tío amado Ricarte Maldonado es uno de los mejores policías que ha tenido Puerto Rico. Tío Richard, como le llamamos, siempre se destacó por ser si no el mejor, uno de los mejores agentes en la Unidad de Explosivos durante las épocas más calientes en la historia de Puerto Rico

Ricarte Maldonado

Tío Richard tomó todos los adiestramientos posibles y le daba clases a los compañeros de cómo desactivar bombas. Cuando no hacía eso y tenía que pasar largas noches en el cuartel, hasta cocinaba para sus compañeros. De nena mi tío nos llevaba al Cuartel General a ver películas, que a veces ponían para los hijos de agentes en un salón de actos que había en la parte de atrás del edificio. Como no había chavos, no podíamos ir al cine, pero tío siempre buscaba complacernos a mis hermanos y a mí.

Mi otro tío, Félix Rodríguez Paz, no llegó a ser oficial pero trabajó toda su vida como empleado civil hasta que se jubiló del área de Comunicaciones en el Cuartel General. Su hermana, mi tía Sara A. Rodríguez Paz, trabajó como secretaria en la División de Detectives de San Juan.

Melissa Maldonado

De las generaciones más recientes, tengo a mi prima Melissa MaldonadoRodríguez, quien lleva 10 años en la Fuerza. Ha estado en distintas unidades, incluyendo la de Crímenes Cibernéticos, y sé que muchas veces tiene que sacrificar el tiempo de estar con su esposo y su bebé para cumplir con los horarios que le exige su vocación, porque es eso. Ella siempre quiso ser policía y esa es su vocación.

En fin, menciono esos casos cercanos de personas que tengo o he tenido en mi vida porque sé que son ejemplos de dignidad, de responsabilidad y ética. Son esas historias importantes y hermosas que muchas veces yacen ocultas bajo tanta noticia negativa, pero que son los hombres y mujeres sobre los que se sostiene el país. 

Feliz Semana de la Policía a todos los oficiales.

SRC


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