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Ricky (reseña)

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Ricky Martin en Movimiento Tour (Foto por Juan Costa para NotiCel)

Es el único Ricky que le importa a Puerto Rico, es el único al que los puertorriqueños aman y está comprobado una y otra vez, que es el único que le ha dado toda su vida a Puerto Rico. Ese es Ricky Martin. ¿Quién más iba a ser?

Anoche fui testigo otra vez de esa declaración de amor mutuo entre Ricky Martin y su pueblo. Digo mutuo, porque muchas veces a través de los años lo he presenciado. He estado en todos sus conciertos y en muchos eventos, y soy testigo de esa relación entre artista y público, pero lo que ví ayer fue distinto. Era otra cosa.

No temo decir sin ambages que esta nueva gira que denominó Movimiento Tour es una consolidación de ese profundo, salvaje e irrompible amor mutuo entre Ricky y su gente, algo como pocas veces se ve en los artistas del patio. Aquí amamos a los artistas nuestros, los aplaudimos y los seguimos, pero con Ricky se vivió algo mágico. Fue un lujo y no defraudó. Era como ver a un primo, o a un amigo que te hace sentir bien porque su éxito lo comparte contigo como si fuera tuyo. El “Choliseo” estaba abarrotado y la gente parece que olvidó la espera para que empezara a cantar, porque el cariño hacia el artista se hizo sentir desde el principio, y no paró hasta el final.

Este viaje musical por todas las canciones que lo han hecho famoso, los componentes visuales y la puesta en escena fueron extraordinarios. Ricky lució muy bien, emocionado, y los múltiples cambios de vestuario, las pantallas con imágenes nítidas en el escenario, el impresionante cuerpo de bailarines, los arreglos musicales y los músicos, todo en conjunto estuvo grandioso. Francamente ha sido lo mejor que he visto de Ricky Martin en muchos años, muy superior a la gira anterior. La participación e intercambio con el primerísimo cuatrista Christian Nieves, y hasta el haber subido a la tarima a una mujer del público a bailar, fueron elementos claves que hicieron de la velada una inolvidable. Pero no quiero escribir de lo que cantó, ni de la selección musical, sino del todo porque lo que presencié ayer fue mucho más de lo esperado.

Escuchando con detalle en todas y cada una de las canciones que ha llevado por el mundo, no me queda la menor duda que Ricky Martin es el artista más completo, el que más y quien mejor ha representado a Puerto Rico. Hacer este tipo de sentencia es arriesgado, porque en toda nuestra la historia hemos tenido grandes exponentes que han catapultado el don musical y artístico de los puertorriqueños a nivel global. Desde el tenor Antonio Paoli, un bolerista como Daniel Santos o el Sonero Mayor Ismael Rivera, y llegando a los actuales raperos y traperos como Bad Bunny y Residente, o los cantantes nacidos en Estados Unidos como Jlo y Marc Anthony, o las voces nacionales de una Lucecita o un Danny Rivera, todos son grandes. Pero Ricky Martin tiene un lugar distinto que tenemos que mirar. Ricky es un todo, y ayer, observando con detalle su trayectoria, me convencí de ello.

En todas y cada una de sus canciones, aún en las baladas, Ricky fusiona los ritmos autóctonos, los tempos y los silencios típicos de la música puertorriqueña. Es obvio escuchar la plena, la bomba, sus “lelolai” y sus “wepa” dentro del pop, y hasta la influencia de las sevillanas por ahí, pero también trae los ecos de ese sentimiento corta venas de los boleros en sus canciones lentas. Ese reconocimiento de lo que somos, de por sí, esa sandunga, es algo que tenemos que agradecerle a Ricky Martin.  Eso, y su incomparable presencia escénica son elementos que prácticamente todos los artistas boricuas y latinos imitan hoy. Por eso nada más, hay que agradecerle. Pero hay mucho más.

En una colonia como la que vivimos, en la que se menosprecia lo que somos y el gobierno de la metrópolis en voz de su presidente Donald Trump nos califica de corruptos a todos en vez de señalar a la clase política que nos ha hundido en el pantanal actual en que estamos, son nuestros artistas y deportistas los que sacan la cara por nosotros.

Hoy precisamente en Francia, se escribió una nueva página en la historia del deporte boricua con la clasificación de la Selección Nacional femenina de baloncesto para los Juegos Olímpicos 2020. Hoy también Adriana Díaz llegó a la final en la Copa Panamericana de Tenis de Mesa. Esos triunfos nos evocan la emoción sentida cuando todos los puertorriqueños en cualquier esquina del mundo lloramos al ver a Mónica Puig recibir su medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 2016. Igual recordamos a los grandes en el boxeo, en el béisbol, el olimpismo y en otras facetas del deporte. Todos nos emocionan, pero igual pasa con los artistas. Son el soplo de aire. Son esa carga de energía que necesita el pueblo cuando más agotados y destruidos nos sentimos a nivel colectivo. Son nuestros artistas los que levantan el ánimo, llevan la bandera a la luna, y en esa misión ha estado toda su vida Ricky Martin.

Ver el espectáculo de su Movimiento Tour anoche me hizo reflexionar en todo eso. Su trayectoria, en su vida, y en esa misión que siempre ha tenido de representarnos y hacerlo bien.

A Ricky Martin nunca se le ha visto en eventos electoreros del patio, y sí hubo un momento en que alguien cuestionó su música en inglés o el por qué ciertos políticos usaron sus canciones para sus campañas, pero él ha estado siempre por encima de todo eso. Además, ¿quién tiene derecho a cuestionar la puertorriqueñidad de quien no hable español, cuando hay más boricuas afuera que en la isla? Eso también Ricky lo representa y lo celebra como parte de su trayectoria. Por eso es grande. Él sabe lo que somos, por él es parte de lo que somos.

Y los puertorriqueños por años, décadas, hemos vivido en el clóset de la ignominia. Escondidos con las caretas politiqueras, de una realidad ficticia provocada por las 936 y los embelecos contributivos para mantener un ELA moribundo con oxígeno, hasta que la burbuja explotó. Ya sabemos que no podemos vivir más en la mentira ni tenemos tolerancia para el engaño de los políticos ante la necesidad y miseria de tanta gente. Por eso también tenemos que ver un paralelismo con la vida de Ricky Martin.

No me refiero necesariamente a que hace años admitió su identidad sexual, algo que en realidad no opacó el amor del público, sino todo lo contrario, germinó. Ahí también dio un ejemplo de valentía, ha ayudado romper prejuicios y a que muchas personas en todo mundo aprendan a vivir sin miedo. Pero es mucho más que eso, que de por sí es grande. Me refiero a que Ricky Martin se ha permitido desde entonces abrir la puerta a decir lo que antes no hacía, y asumir las consecuencias de lo que eso traiga consigo.
 
Foto de Ricky Martin y demás artistas en protesta. (Foto por Sandra Rodríguez Cotto)
Por años, la denuncia y la protesta se veía en los artistas identificados con el independentismo. Eso representó y aún representa boicots y rechazo. Sin embargo, la gente ya entiende de la persecución y respeta la valentía. Al que se arrastra o se calla, lo rechazan, porque el pueblo sabe que necesita de esas voces que unen, y que van por encima de los discursos electoreros. Por eso también Ricky es y ha sido grande. Valiente. Hay que aplaudirlo cada vez que se atreve a decir las cosas, aún con lo que eso conlleve. Las dice por encima de nomenclaturas políticas y colores partidistas porque él habla desde el sentido común y la necesidad de todos. Él habla con el corazón y eso se nota.

Su participación fue clave para que muchas personas se atrevieran a salir a protestar en el verano pasado para pedir la renuncia del otro Ricky, el Rosselló, ese que ya nadie quiere ni nombrar. Yo jamás olvidaré ver a Ricky Martin reclamar su renuncia y exigir respeto al pueblo puertorriqueño con tanta dignidad.

Jamás olvidaré verlo desde la guagua de los periodistas y él iba con todos los artistas en un camión, protestando por el expreso Las Américas. Ednita me emocionó por lo que me dijo, pero Ricky me dejó sin palabras. ¿Quién se lo hubiera imaginado años antes encaramado en un truck con una bandera LGBTT ondeándola en medio de un expreso en Puerto Rico? Nadie. Pero él hizo lo que había que hacer. Hizo lo que le dictó su conciencia y lo que el pueblo necesitaba y reclamaba. Por eso hay que aplaudirle también, al igual que a los demás artistas.

En ese sentido, Ricky sabe que nos representa en lo social y nos alegra el espíritu en lo musical. Su espectáculo Movimiento Tour fue maduro y en sí, fue un espejo de que somos capaces de lograr lo que queramos. Más, sin embargo, es su vida lo que tenemos que aplaudirle, y hacerlo con más fuerzas.

Gracias Ricky por atreverte. Nunca te detengas, que tienes a todo el pueblo contigo.


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