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Channel: En Blanco y Negro con Sandra
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#DaleLaVuelta

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(NOTA: Esta columna fue publicada originalmente en NotiCel el 6 de octubre de 2019 - https://www.noticel.com/opiniones/-dalelavuelta/1129238327 )
Un hombre hecho y derecho va caminando por una “rampa de impedidos”, como les llaman, y se resbala. Llega a una biblioteca y le pregunta al empleado: “¿Sabe dónde están los libros de viaje?”. El empleado lo mira y le contesta: “al fondo a la derecha”. De pronto lo mira bien, y ese hombre alto y derecho lleva una tarjeta de identificación colgada de su cuello que dice: “sin parálisis cerebral”. Entonces, el empleado, sube la voz, y casi gritando le va diciendo las palabras, sílaba por sílaba: “¡Al fon-do a la de-re-cha. ¿Me-has en-ten-di-do?”, pregunta. Y el hombre, lo frunciendo el seño lo mira y dice “Si”.
“¿Cómo te gusta que te llamen? ¿Persona sin parálisis cerebral, o especial?”, pregunta un espigado joven, que tiene un implante coclear. “Juan. Me gusta que me llamen Juan”, responde el personaje. Acto seguido, ese mismo hombre alto y derecho con la identificación en el cuello, va caminando por un parque y oye que le gritan: “Hola especialito”, “¡Mira qué estiradito camina el especialito!”, “¿A dónde vas? ¿Con tus amigos los especialitos?” y todos se ríen. Se burlan del que camina derecho, mientras ellos están con brazos doblados, manos encorvadas y en sus sillas de ruedas. “¡Especialito! No te vayas, quédate con nosotros”, le gritan. 
Es difícil imaginar un mundo al revés, en donde el “especial” fueras tú. Sin embargo, las escenas antes descritas, son situaciones reales que viven cada día las personas con algún impedimento y que forman parte de la campaña “Dale la vuelta” que se lanzó en España por la organización ASPACE, para conmemorar la fecha de hoy, 6 de octubre, que es el Día Mundial de la Parálisis Cerebral.

La parálisis cerebral o perlesía cerebral, es una discapacidad producida por una lesión en el cerebro que afecta a la movilidad y la postura de la persona, limitando su actividad. Puede ir acompañada de una discapacidad sensorial o intelectual, y de otras condiciones como la epilepsia, la falta de visión o de audición, entre otros. En muchos casos, la situación es física, no mental.

La campaña de ASPACE busca reivindicar los derechos de las personas con parálisis cerebral, y dar a conocer lo que viven día a día. Incluye un vídeo que narra ocho situaciones reales en las que se vulneran a las personas con impedimentos, pero se hace desde el punto de vista del humor. Se introduce al espectador en un mundo donde todas las personas tienen parálisis cerebral a excepción del protagonista, que es quien va a sufrir las distintas violaciones de derechos en su vida cotidiana.  Por eso al protagonista no lo dejan elegir su comida, ni entrar en una discoteca, ni podrá ser contratado en un empleo y sí será objeto de burlas.

Supe del vídeo porque me lo envió una amiga bien querida, Enid, quien como yo, ambas somos madres de niñas con un grado de perlesía. Al verla me interesó el tema e indagué. La campaña introduce el hashtag #DaleLaVuelta, y ASPACE propone a las personas que se tomen una foto, le den la vuelta a una situación, y las publiquen en las redes sociales para generar conciencia.
Todo esto me hizo pensar en cómo sería Puerto Rico, y el mundo entero, si los que dominaran fueran las personas con impedimentos, en vez de que las personas típicas o como muchos les llaman “normales”. Si todos tuvieran impedimento y solamente unos poquitos fueran distintos, ¿actuaríamos distinto?

Para los que vivimos en este mundo es algo común el ver la gente tapándose la boca para ocultar sus risas cuando ven alguien tratando de hablar y las babas no le permiten. O cuando ven a un sordo y le gritan, a ver si entiende. O cuando bajan la voz y dicen: “no te le pegues al mongoloide ese”, o, “despégate del autista para que no te dé un golpe”. O simplemente, como pasa en muchas familias, ni los miran, ni los visitan, ni los quieren conocer. Los consideran subhumanos. Quizás piensan que otros los verán igual de impedidos a ellos, y simplemente les dan asco mirarlos y tenerlos cerca.

A veces el pretexto que dicen es que les da tanta pena, que no pueden bregar con el asunto, y por eso se alejan. No los quieren cerca. Eso hace que muchos niños con impedimentos se críen muchas veces aislados, lejos de primos, tíos e incluso padres. Esa es una realidad. Los prejuicios existen. Por eso es tan común todavía ver que hasta en la televisión usan a las personas con impedimentos como objetos de burlas. Piensan que por tener impedimento, son cómicos y por eso hay permiso para burlarse de ellos.

Cuando vemos esas situaciones, los que vivimos con familiares y amigos con alguna discapacidad nos da rabia, y nos rompe el alma. Algunas madres nos convertimos en leonas defendiendo a los hijos o a sus amigos. Porque siempre andamos juntas. Fíjese que casi siempre somos madres. Otras veces, callamos, por cansancio, pero es una constante.

Por eso esta campaña me hizo pensar tanto. En Puerto Rico, como en cualquier otra parte, se crean unos estándares que son imposibles de seguir. Tienes que perfecto para ser exitoso. Rubio preferiblemente, y debes aparentar que tienes dinero, poder, o conexiones, y nunca puedes enseñar alguna enfermedad o debilidad. Eso te hace diferente. Para una inmensa mayoría de la población, esa diferencia es la pobreza. Por eso los marginan.

Esta misma semana tuvimos todos un ejemplo de ese desprecio a lo distinto. En este caso, las víctimas eran los pobres y enfermos de cáncer de Vieques. La directora de ATM, Mara Pérez con los viequenses, y luego el comisionado de la Policía, Henry Escalera, y el jefe del Departamento Seguridad, Elmer Román, al defender las represalias cometidas con el piloto FURA que se negó a montar a Pérez. Entonces ella pidió “pónganse en mis zapatos” cuando lo que debía preguntársele a es “¿tendrá ella la capacidad de entender en conciencia lo que sufren los viequenses y culebrenses?”. Me luce que no. En ese sentido creo que el pueblo debe enseñarle que un servidor público se debe al público, no a sus intereses.

Por eso entiendo que todos necesitamos más empatía y sensibilidad. Y sí, hay que ponerse los zapatos del otro porque sólo así se logra entender que el que está abajo, el que está enfermo o tiene una discapacidad, tiene unos retos más fuertes que tú, que lo obligan a luchar el doble, sólo por conseguir equidad. Ojalá esta campaña toque corazones y haga que la gente entienda lo que de verdad significa estar en los zapatos del otro.  Y ojalá que tú, que has leído hasta aquí este escrito, también te unas y digas “dale la vuelta”.


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