Presidente Donald Trump y las banderas de Puerto Rico y los Estados Unidos, del lado incorrecto |
(NOTA: Esta columna fue publicada originalmente en NotiCel el domingo, 25 de agosto de 2019 - https://www.noticel.com/opiniones/blogs/en-blanco-y-negro-con-sandra/keep-america-great/1112941325 )
En junio el presidente Donald Trump anunció que su lema de campaña para el 2020 cambió de “Make America Great Again” (Haz a América grande otra vez) a “Keep America Great” (Mantén grande a América), y a juzgar por sus expresiones, Puerto Rico no cabe en ninguno de los dos.
Ahora, medio en broma y medio en serio, dijo el jueves que nos quiere dar en ‘trade-in’ o hacer un intercambio por Groelandia, y la gente lo cogió a chiste. Pero un día antes también dijo interesante. Dijo que considera seriamente eliminar la ciudadanía estadounidense por nacimiento.
Si elimina la ciudadanía por nacimiento, les mata el libreto de vida tanto a estadistas como populares, y a va a poner a muchos a temblar.
“Lo estamos analizando muy seriamente, la ciudadanía por derecho de nacimiento, donde tienes un bebé en nuestra tierra, cruzas la frontera, tienes un bebe, felicidades, el bebé es ahora ciudadano estadounidense… Es francamente ridículo”, dijo Trump a periodistas en las afueras de la Casa Blanca el miércoles. Pero venia pensándolo desde octubre de 2018 cuando dijo que lo consideraba eliminar mediante una orden ejecutiva.
Trump hace esas expresiones en el contexto de su obsesión antinmigrantes, especialmente de los miles que llegan a los Estados Unidos de Centro y Suramérica por la frontera con México. Es claro el discrimen y menosprecio a los latinos, pero hay más. La represión de la inmigración es un elemento central de su presidencia y su campaña de reelección, a pesar de que muchos de los cambios radicales y ordenes administrativas que su administración ha creado para limitar el acceso de los inmigrantes, han sido detenidos en los tribunales.
Esa política retrograda, que tiene un gran componente de discrimen y prejuicios, fomenta la cultura de odio. Por eso ahora los latinos son las nuevas víctimas de los linchamientos como ocurrió en El Paso, Texas, y en Dayton, Ohio.
Así que ahora el presidente revive estas polémicas un poco porque es su filosofía, pero también porque le conviene desviar la atención mediática. La economía americana tambalea con la crisis de los aranceles con China, medio millón de empleos sobrestimados, igualito que aquí, y si a eso le suman la caída estrepitosa de casi 800 puntos del Dow Jones que anticipa una posible recesión, obligan al presidente a cambiar la narrativa pública. Después de todo es su estrategia.
Para nosotros, la ciudadanía americana es un tema que levanta pasiones por nuestra relación política colonial. Es una de las bases entre los estadistas. Los populares y los soberanistas también la defienden. Los independentistas son los únicos que están dispuestos a rechazarla.
Es importante que pongamos en perspectiva y que recordemos algo de historia. Cuando los americanos invadieron a Puerto Rico en el 1898, no concedieron inmediatamente la ciudadanía americana. Por el contrario, aquí se encontraron con un pueblo que ya se identificaba como ciudadanos puertorriqueños.
Como plantea el profesorMiguel A. Rosario Lozada: “Previo a la ciudadanía norteamericana, los habitantes de Puerto Rico fueron nombrados mediante la Ley Foraker de 1902, ciudadanos de Puerto Rico. Esto constituía la primera ocasión en que los puertorriqueños ostentaban una ciudadanía desde tiempos del dominio español. Pero dicha ciudadanía no tenía un carácter jurídico propio y válido a consecuencia de la relación política existente con la metrópolis”.
La ciudadanía americana fue impuesta a los puertorriqueños en el 1917 como consecuencia militar porque Estados Unidos necesitaba ampliar la cantidad de soldados antes de la Primera Guerra Mundial. Se hizo para reclutar soldados aquí y llevarlos a distintas partes del mundo.
A 102 años de que impusieran la ciudadanía americana, vivimos un momento histórico bien distinto e interesante. Puerto Rico está en una de sus peores circunstancias políticas, con un gobierno desacreditado y corrupto, cargado de arrestos federales recientes a funcionarios y los que se anticipan que vienen esta semana.
Arrastramos una recesión económica desde hace más de una década, hemos sido víctimas de determinaciones judiciales como el caso de Sánchez Valle, la imposición de la ley PROMESA y una Junta de Control Fiscal. Todavía no nos superamos del paso del huracán María y el gobierno de Trump no ha querido soltar los fondos porque desconfía de los políticos corruptos. El tiempo le ha dado la razón a Trump en esa.
Más que nada, ahora se vive un nuevo clima en Puerto Rico. Con un gobierno desacreditado que el pueblo rechazó y por más de dos semanas se tiró a las calles hasta sacar al gobernante. Después se nombróa otro que duró una semana y fue inconstitucional. Para terminar con la tercera, que hasta ahora se ha concentrado en hacer reuniones para tratar de que la gente olvide su historial. Ricky Rosselló, Pedro Pierluisi y Wanda Vázquez, tres gobernadores en un mes mientras Trump relaja con cambiar a Puerto Rico por Groelandia.
Mientras tanto aquí muchos siguen el lema ese de “que me las pegue pero que no me deje”. Aceptan lo que sea, con tal de no perder la ciudadanía. Pero parece que Puerto Rico no es prioridad y para Trump no somos “real Americans”. En esa esta correcta. Somos puertorriqueños.
Quizás será Trump quien conceda finalmente la ciudadanía boricua.
Tendremos todos el pasaporte puertorriqueño, ese sueño de Juan Mari Brás y Fufi Santori. A lo mejor Puerto Rico “doesn’t want to keep America great”.
Yo no sé, pero con estos truenos y el estilo de Trump, cualquier cosa puede pasar.
¿Qué opina usted?