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Madison Anderson: ¿Yanqui o puertorriqueña? (relato periodístico y elucubraciones nocturnas)

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Madison Anderson fue electa Miss Puerto Rico Universe (Foto NotiCel)

Madison Anderson, ¿es gringa o es puertorriqueña?, se preguntan muchos desde que el juevessalió electa la nueva“Señorita Puerto Rico”, si se dice en español correcto, pero para todos aquí es en spanglish, Miss Puerto Rico Universe. O sea, hasta el nombre revela la dualidad de nuestra existencia.

Desde que esa muchacha que no vive ni se ha criado en Puerto Rico fue escogida como reina de belleza, esa ha sido la pregunta. Que si no nos representa, que si no es de aquí, que si es gringa, que si no sabe hablar español. Que si es tan boricua como JLo o Marc Anthony o Mónica Puig y ninguno de los tres viven ni se criaron aquí. Que si en la diáspora hay cinco millones de boricuas y acá, a duras penas tres. Que se es boricua hasta en la Luna y como ella dijo: “ser puertorriqueña se lleva en la sangre y en el corazón”.

Este ha sido el tema más importante en toda conversación en estos días, incluso más que la deuda, la violencia, y que hasta el día de los padres.  Los medios de comunicación, como era de esperarse para atraer audiencias y también reflejar lo que éstas dicen, le han hecho el juego publicando montones de artículos y reportajes. Una búsqueda simple en Google refleja que hay más de 1.7 millones de entradas desde que ganó el certamen de belleza la “boricua de Florida”.

La mayoría de los puertorriqueños que desconocen nuestra historia, deberían saber que esta elección trae de nuevo la eterna pregunta de la suprema definición que una vez planteó el prócer nacionalista Pedro Albizu Campos de si somos “¿yanquis o puertorriqueños?”. ¿Es ella gringa o es boricua? ¿Es boricua porque es Miss Puerto Rico o no lo es porque nunca ha vivido aquí? La elección de esta reina nos debe poner a pensar en aquello que decía Albizu. “¿Qué define el ser un puertorriqueño?”.

Ser o no ser puertorriqueño

Hace unas semanas el tema era que las tres mujeres pobres que fueron desplazadas por el huracán María y vivían en un hotel en el Bronx, aquellas del documental de Netflix “After María”, “no nos representaban”, decían muchos. Claro, ellas no porque eran pobres, mulatas, gordas y cafres, pero Madison es linda, es rubia y parece americana, dicen muchos. Esa sí nos representa, dicen. Para mí todas son caras de lo que es y lo que se ha ido convirtiendo Puerto Rico.

Cuando se ventilaba el famoso Proyecto Young en la década del 90, se habló bastante de lo que era o no era ser puertorriqueño. En un discurso del entonces presidente del Partido Independentista Puertorriqueño, Rubén Berríos Martínez, preguntó: “¿Quieren los puertorriqueños convertirse en americanos? Porque eso es lo que implica ineludiblemente la estadidad. Eso es lo que trae la estadidad. ¿O quieren preservar una identidad puertorriqueña?".

Líderes estadistas como Carlos Romero Barceló y Pedro Rosselló González defendían que la estadidad y la puertorriqueñidad no eran incompatibles. El tiempo parece haberle dado algo de razón a los estadistas, ya que hay más boricuas en la diáspora que aquí. Pero el asunto es complejo porque la pregunta es ¿por cuántas generaciones se mantienen como boricuas o cuándo se asimilan? De eso no se habla nunca.

Por eso sostengo que el tema de qué es y hasta dónde llega identidad nacional como puertorriqueño debe ser analizado por la prensa y por el país. Ahora, cuando se dilucida el presente y el futuro de generaciones puertorriqueñas que estamos presas de lo que determine una Junta de Control Fiscal, estas discusiones son imprescindibles, pero deben hacerse con seriedad y respeto a todos los sectores. La politiquería y el fotutismo no abonan al entendimiento. Fomentan que la gente se quede bruta.

John Ruiz y don Félix Trinidad

Toda esta controversia me recordó una columna y una serie de reportajes que publiqué para El Nuevo Día en el año 2002. La idea original me surgió cuando vi un reportaje de televisión en el que don Félix Trinidad, padre del campeón de boxeo Tito Trinidad, decía que el boxeador que había sido coronado como campeón peso completo, John Ruiz, no era puertorriqueño.

Publiqué una columna en la sección de deportes del periódico que titulé “Lo que es ser puertorriqueño”, y planteaba que don Félix se equivocaba. Planteé que uno es de donde se sienta, que en Puerto Rico había nacido y se había criado hasta los 12 años el cantante Luis Miguel, pero que como él se sentía mexicano por eso era el “Sol de Mexico”. Sin embargo, que Tony Croatto era italo-argentino pero era más puertorriqueño que la inmensa mayoría de nosotros. Le pedí a Don Félix que rectificara. La columna fue controversial, y don Félix rectificó y pidió excusas a John Ruiz por sus comentarios.


Fue tanta la reacción que decidí hacer una serie de reportajes que iniciaron con varias portadas por tres días consecutivos titulada “¿Ser o no ser puertorriqueño?” en la que abordaba el tema de la identidad nacional. Fue más de una serie de más de 10 artículos en los que conversé con líderes de la sociedad civil, entidades comunitarias, ciudadanos comunes, artistas de diversos géneros (televisión, cine, teatro, artes plásticas y escénicas), científicos, comerciantes, banqueros, maestros y religiosos, entre otros. No entrevisté a ningún líder político. No era necesario porque surgieron las voces del pueblo. La serie generó mucha discusión y gané varios premios, incluyendo un Premio Nacional de Periodismo de la Asociación de Periodistas y dos del Overseas Press Club.


Veo que en la discusión actual de la elección de Madison Anderson se repiten muchos de aquellos temas. La diferencia ahora, 17 años más tarde, es que estamos ante nuevos retos y debilidades.

Todos los poderes del gobierno de los Estados Unidos - el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial – han demostrado la realidad colonial del engaño del Estado Libre Asociado. A eso hay que añadirle la recesión económica, la corrupción gubernamental y procesos como la gentrificación acelerada, la emigración y el capital extranjero están cambiando el rumbo de nuestro país. Esto, sin contar con lo que provocó el huracán, del que todavía muchos no se levantan.

Tenemos que preguntarnos si todo este proceso con la Junta, los bonistas buitres y los inversionistas que compran propiedades a precio de quemazón, ayudarán a sacar a la isla del abismo económico o seguirán provocando el éxodo para que se vacíe la isla. ¿Tendremos un Puerto Rico sin puertorriqueños? Si eso pasa, entonces, ¿seremos los puertorriqueños como la nueva Miss Universe Puerto Rico, que no vive aquí y no habla ni domina el idioma?

Abucheada por el público

Madison Anderson fue abucheada por el público que estaba en el certamen que se molestó cuando ella no pudo responder bien a las preguntas. Eso estuvo mal y no debió haber ocurrido. Quizás fue ese prejuicio hacia lo “niuyorican” que todavía está por ahí, o a lo mejor fue que siempre hubo sospechas de que había manejos turbios en esa elección. Como sea, fue lamentable.

Yo no vi el concurso porque sabía que volverían a discriminar contra las candidatas negras. Miss Puerto Rico es una institución racista que además perpetúa el discrimen. Pero también porque cada año me convenzo más en lo inconsecuente que es ese negocio que perpetúa el machismo y el clasismo en esta sociedad donde se maltrata y se matan a tantas mujeres.

Concurro con la escritora Yolanda Arroyo Pizarro quien dice que ese concurso trata a las mujeres como objetos, como reses, promueve el concepto de propiedad y por ende, promueve la violencia de género, y  la época de esclavitud cuando a los seres humanos los vendían y los colocaban con poca o ninguna ropa sobre tarimas al mejor postor”. ¿Cuántos de los que vieron ese certamen piensan en la verdad de esta aseveración?

Yo no creo que Madison Anderson representa más a Puerto Rico que cualquier otra reina, como planteó la periodista Aixa Sepulveda No es la primera en ganar que no nació ni vivió aquí. Han pasado varias.  Lo que hay que preguntarse es si es o no hija de algún millonario bonista buitre. Si lo es, entonces debe contestar su rol sobre el endeudamiento de la isla y al que están sometiendo a este pueblo con las negociaciones de la Junta. Esa pregunta no la han contestado.
¿Es o no es puertorriqueña? La respuesta a esa interrogante es individual. Sólo sé que toda esta controversia me recordó un discurso que leí de Albizu Campos del año 1932 en el que decía: “Puerto Rico presenta el cuadro de un naufragio de los valores humanos más preciados: el honor, el patriotismo, el sacrificio. El imperialismo yanqui en lo moral nos ha conducido al desprecio de nosotros mismos; en lo material, de propietarios nos ha convertido en peones, y de peones en mendigos condenados a muerte…. Está sobre el tapete la suprema definición: yanquis o puertorriqueños. Los traidores formen su legión desoladora bajo las franjas sugerentes del encarcelamiento en que viven; los patriotas ingresen en el nacionalismo redentor”.


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