(NOTA: Esta columna fue publicada originalmente en NotiCel el 21 de abril de 2019 - https://www.noticel.com/opiniones/blogs/en-blanco-y-negro-con-sandra/la-independencia-via-twitter/1070840881 )
En un día de estos Donald Trump se puede levantar y en un simple tuit decir: “He visto el nivel de corrupción y de incompetencia del gobierno en Puerto Rico, y no hay otra opción que decir que la isla debe ser independiente”.
En dos oraciones es capaz de cambiarlo todo para Puerto Rico. Entonces se cumpliría la profecía que vaticinó Ricardo Rosselló en su campaña cuando dijo que él sería el último gobernador del ELA.
Suena como una película y muchos dirán que esto es imposible, pero no toman en cuenta el ambiente actual y el poder del presidente. Puerto Rico es la excusa perfecta en momentos difíciles. Trump sabe que no lo tumbarán de su presidencia, pero tiene que cambiar la narrativa mediática en su contra después del Informe Mueller que lo ha hecho lucir muy mal.
Además, hay una verdad indiscutible e irrefutable que se viene comentando desde hace meses en los círculos de poder en Washington: las acciones de la administración Rosselló han hecho que la independencia para Puerto Rico esté más cerca que nunca antes en la historia. Es estadista, pero actúa como presidente de una república. Por eso muchos consideran que Rosselló ha sido el portavoz más eficaz de la independencia para Puerto Rico, como se comenta en círculos políticos en la capital federal.
El gasto excesivo de fondos federales, la corrupción y la politiquería le han puesto en bandeja de plata a los Estados Unidos el pretexto para definir el estatus. Las decisiones recientes de los tribunales federales han confirmado el estatus territorial, pero por primera vez en mucho tiempo en la Casa Blanca hay un presidente que dice lo que piensa sin presiones de los cabilderos locales. Además, es un presidente que está bajo fuego en todos los sentidos y necesita urgentemente desviar la atención.
Como él mismo dice, su coraje con Puerto Rico es hacia los “políticoscorruptos e ineptos”, no al pueblo. El problema es que se llevará al pueblo enredado.
Así como cuando nos tiró papel toalla y demostró su menosprecio diciendo que el huracán María no hizo nada aquí, son muchas variablespara que Trump esté tan negativo hacia Puerto Rico. Entre éstas sobresale su percepción de que somos un gasto y le costamos. Ese costo le afecta a la clase trabajadora blanca americana que es su base electoral. Además, es un presidente racista y entiende que en Puerto Rico no los quieren. Esto, a pesar de que en una encuesta reciente reveló que el 53% de los estadounidenses que viven en los 50 estados de la unión favorecen la estadidad para Puerto Rico.
Si a eso le añaden la actitud de Rosselló, que llegó hasta la amenaza de meterle un puño en la boca al “bully de Casa Blanca”, le dan las herramientas para que Trump reaccione.
Por eso Trump ve y proyecta al gobierno de Rosselló como mendigos. Un gobierno que lo único que hace es pedir, como si fuera un adicto, no a la droga sino a los fondos federales. Y como el adicto, el gobierno es capaz de robar hasta su madre para conseguir la cura. Pero en la Casa Blanca saben del despilfarro de fondos públicos. Saben, por ejemplo, que Rosselló había prometido en campaña que no viviría en La Fortaleza, pero que ahora aumentó en $31 millones el presupuesto para que, entre otras cosas, los usen en múltiples guaguas negras y un entourage de guardaespaldas para la Primera Dama, como si fuera una reina. Por eso Trump no titubea al criticarlos. Sabe que se están tumbado el dinero en cabilderos y amigos y le preocupa que se tumben los fondos de la reconstrucción
Si a eso se le añade el informe Mueller, las críticas de republicanos como Mitt Romney, las presiones de demócratas como Elizabeth Warren, y tener a opositores en campaña en su contra como hace la alcaldesa Carmen Yulín Cruz, no debe extrañar que Trump busque desviar la atención.
Eso lo saben los independentistas aquí. Les conviene y por eso están calladitos. Los populares, bendito, siguen en negación, inmovilizados. No pueden creer que estén lidiando con un político como Trump, que con un tuit detiene la economía.
Y Trump, cuando está bajo presión, es impredecible. Así que no nos debe asombrar si en un tuit decide resolver el problema del estatus. Que no nos sorprenda si en un arrebato tuitea: “Puerto Rico, independiente”.