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Luis Colón Rodríguez (obituario)

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Como si la partida de la gran periodista Xavira Neggers no fuera suficiente, este mismo mes el periodismo puertorriqueño perdió a uno de sus máximos cronista y editor deportivo, don Luis Colón Rodríguez.

Don Luis Colón Fue uno de los fundadores de El Vocero y durante más de 25 años, se distinguió como su editor deportivo. Natural de Cataño, Colón Rodríguez fue padre y mentor de muchos periodistas y fue exaltado al Salón de la Fama del Deporte de Cataño.
 
El apreciado exdirector de deportes de El Vocero y amigo entrañable de los eternos viajes por el Caribe, Hiram Martínez, redactó una hermosa columna en la que homenajeó a Luis Colón Rodríguez. Sus palabras, que copio a continuación, lo dicen todo.


“Te estás pareciendo más a cierta persona”.

Cada vez que había un “blooper”, el 19 por el 21, el material de la página 70 en la 74, un fotógrafo asignado a Carolina que llegaba a Bayamón en donde no había juego, Luis Colón decía la misma frase: “Te estás pareciendo más a cierta persona”.

Después de varios años de repetirla, Hermes Ayala le hizo la pregunta:

—”Don Luis. ¿Y quién es la cierta persona?”

—”Se los cuento un jueves de estos en ‘Wiso’’’.

Cuando hablaba de Wiso, se refería a Alberto’s, una fonda de la Calle San Agustín, en Puerta de Tierra, a la que iba a almorzar todos los jueves; siempre estaba en compañía de varios de nosotros hasta el punto de que se convirtió en una tradición. No necesariamente porque estuviésemos ávidos de que, por fin, revelara quién era “la cierta persona”, sino porque nos cautivaban sus conversaciones, los cuentos de las salas de redacción y de la vida que solía hacernos, sus enseñanzas, su particular sentido del humor. Él solo era una función de Teatro Breve y a la vez una terapia para el alma, semana tras semana.

En mi primer día de trabajo, Luis se puso una coraza de seriedad en nuestro primer encuentro, pero le duró poco… como una media hora. Era demasiado fácil quererlo, tomarle cariño, reírse de sus ocurrencias. En menos de una semana, ya sentía que tenía más que un buen compañero, luego se transformó en cómplice y más adelante en amigo entrañable con el que hablaba ocasionalmente luego de su retiro y hasta hace unas dos semanas.

Fue un mentor de vida para toda esa generación de jóvenes que llegaron a El Mundo y a El Vocero, desde Rey Colón hasta Jorge Figueroa Loza. Su sabiduría y su humor, y cómo mezclaba una y la otra, merecen muchas líneas. Para todo tenía una frase, un “luisismo”, como le llamamos posteriormente. Algunos de nosotros las repetimos ocasionalmente, sobre todo “si tu mal no tiene cura, pa’ que te apuras, y si tiene cura, pa’ que te apuras’” Cuando llegaba una persona a saludarle, podía ocurrir fácilmente esta conversación.

-“Don Luis ¿Cómo está usted?”

-“Muy bien, y ahora mejor que la veo a usted. En qué la puedo desorientar”.

Algunas solo podían repetirse en una sala de redacción y otras eran confusas, pero igualmente graciosas, como “gracias… usted es un machote y perdona que lo ofenda”. Y claro, “te estás pareciendo más a cierta persona...”. Por años estuve seguro de que se refería a Ricardo Torres o a su propio hijo Luisito. Luego, pensé que era una referencia a Rafy Rivera y, por momentos, el sospechoso o la sospechosa fue moviéndose de uno en otro según las circunstancias: Víctor López, Rafy Rivera, Gladyra Archilla, Rodrigo Mella, Ingrid Torres, Freddie Dixon, Alana Alvarez, Hector Vázquez, Jorge Vargas. Nunca lo sabremos.

¿Sería él mismo?

Luis Colón nos enseñó a vivir mejor, a no darle tanta seriedad a las cosas que realmente no la tienen y a darlo todo por lo que sí importa, así como lo hizo con su amada Socky, sus hijos Luis y Lourdes y sus cuatro nietas, que eran su principal tema de conversación en los últimos años.

Nos confirmó también que la edad es un estado mental. Cuando lo conocí, era un chico en el cuerpo de un hombre de 62 años. La última vez que hablé con él, a mediados de febrero, seguía con ese espíritu de muchacho travieso encerrado en el de un hombre de 82. Nunca perdió su humor juvenil, aún con el azote del tiempo. Por eso nos sorprende y nos duele tanto su partida, cuando todavía estaba tan joven, tan lleno de vida. “Ya estoy mejor, te debo el encuentro de enero, pero por ahora me doy un whiskey con agua de coco a tu nombre. El whiskey con agua de coco lo cura todo”, me dijo cuando salió de una rara estadía en el hospital a principios de año.

Y se nos fue sin revelar quién era “la cierta persona”.

Salud, Louie. Sigo la ruta en tu nombre. 





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