(NOTA: Esta columna salió publicada originalmente en NotiCelel domingo, 3 de marzo de 2019 - https://www.noticel.com/opiniones/blogs/en-blanco-y-negro-con-sandra/caimanes-y-cocodrilos/1046902230 )
Se mira fijamente en el espejo para arreglarse el lip gloss y dice: “Báilame como si fuera la última vez”. Sonríe consigo misma. Sabe que se ve bien para salir, y termina aplicándose el rímel mientras sigue la música en sus oídos. “Taki taki. taki Taki”. Se arregla la mini rosita y el top de brillo, y se hace un selfi. Ya no es Isadora Nieves Cruz porque está lista para ser la influencer en las redes sociales. Es Pinky Curvy. “Rumba”.
Más abajo, la oscuridad domina los sinuosos senderos de la calle Del Guano hasta la Villa Real, saliendo por la avenida Barbosa. No hay luz en los postes de la zona desde el huracán, y allí, detrás de la Einstein, a esa hora no se escuchan las voces de los estudiantes de la high porque es de noche. Impera otro mundo, el universo del que controla el punto en toda la avenida Rexach hasta la Eduardo Conde.
De una de esas casas salió una figura oscura, quizás fue Pirobo, Jomar, o a lo mejor fue Durán, el de la calle Williams. Uno de los muchos personajes circula por las carreteras, sigiloso, porque no quiere que el ruido del carro llame mucho la atención. Total, los vecinos le tienen miedo y a esa hora están viendo la televisión. Suben el volumen o ponen música alta para que el ruido domine el ambiente, para no oír ni ver lo que viene, porque saben que los caimanes tienen hambre. Es hora de comer, y se enteraron que la figura oscura habrá que escoger a quién tirará hoy para que se lo devoren las bestias en la tierra de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cantera. Las FARC boricua.
Esto parece y es un cuento tenebroso, pero los elementos son reales. La realidad superó toda la ficción. Se trata de la poderosa ganga que controlaba la venta de drogas en Santurce y que esta semana perdió a 75 de sus miembros en una redada de autoridades federales y estatales. La violenta organización desaparecía los cuerpos de sus víctimas lanzándolos como alimento a caimanes y cocodrilos.
Las FARC, generaron ganancias de sobre $75 millones y controlaron por fuerza e intimidación el tráfico de cocaína, heroína, marihuana, crack, percocet y xananx en todo el Barrio Obrero, Villa Kennedy, Las Casas, Mirador, Las Margaritas y Cantera. También distribuían a los Estados Unidos a través de mulas y contactos en el aeropuerto desde el 2006.
En los caseríos y en las barriadas operaban como si fuera un supermercado, y ponían “testers” que daban muestras gratuitas a los usuarios para impulsar ciertas marcas o drogas entre la clientela. Compraban casas, amedrentaban vecinos y secuestraban a los opositores y detractores, muchos de los cuales terminaron como comida de caimanes y cocodrilos que cuidaban como mascotas. Ese detalle hizo que la noticia acaparara titulares en todo el mundo, desde NPR, The Washington Post yThe New York Times, hasta en Vancouver Sun, TeleSury otros medios internacionales. Y así seguimos desde aquí, exportando noticias malas de la realidad en esta narco-guerra que vive Puerto Rico.
Los 75 acusados eran líderes, dueños de puntos de drogas, corredores, suplidores, gatilleros, procesadores de drogas y facilitadores, según se informó. Y era una ganga tan folklórica, que parecía un partido político con cada uno de sus personajes, pero más organizados. Estaba Edison, el “Chino Oriental”, uno de los acusados en el asesinato de Tonkadel cual salió corriendo despavorido el cantante Ozuna. Con esos también se relacionaban los que mataron al trapero Kevin Fret. Estaba también el Colombiano y Chino, los Gemelos José y Luis, Samy Loba, Buba, Motito Junior, Tostón y Landi. Los identificados por fisionomía como el Gordo Jason, Chapu El Gordo y Gordo Bemba. También Vladi Flako, y Yankee El Flaco, Luigi Cuajón, El Cano, Papo “El Claro”, José “Ojitos bellos”, Cabezón y Elvin “Mellao”.
A otros los llamaban con apodos onomatopéyicos como Kun y Tico y personajes de dibujos animados como Bambi, Bambam, Torombolo y Panda. Vampi, Buda y Mafia. También estaba Bin Laden y Carlos Tetón. Estaban los que se llaman como armas: Bereta, Jorge Machete y Edwin Glock, y los identificados por áreas como Nando de Playita, Pucho de la Boada; y Jon el de Vista. Y tenían a su, Pinky Curvy, que no es la primera influencero personality que cae y nos demuestra cuán corrompido está la sociedad.
Toda esa una nomenclatura que al pueblo nos deja perplejos, nos aterra y a la vez nos seduce como si estuviéramos viendo una serie de televisión, pero no es nada ajeno. Es cercana y es real, porque convive con nosotros en este espacio que llamamos Puerto Rico, y no podemos hacer nada para detenerla. La miramos a lo lejos, leemos los titulares y escuchamos a Rosa Emilia cuando nos anuncia desde la avenida Chardón esos nombres, y sólo podemos preguntarnos cuánto habrá ahí de verdad y cuánto de ficción.
¿Sería cierto que alimentaban a caimanes y cocodrilos con sus víctimas, o eso es un cuento como el del supuesto esclavo de Puerto Nuevo que días después del operativo del FBI reapareció de lo más feliz con su supuesto amo? ¿Será todo esto un cuento de horror y morbo que incitan los federales para seguir diciendo que este país no sirve o es pura evidencia de que aquí no hay ningún puertorriqueño dócil sino jaibas, que como único se rebelan es a través del narcotráfico?’
La verdad es que los personajes cambian y los esquemas siguen porque esto es una narco-guerra con la que convive este pueblo desde hace décadas y de la que no parece haber salida posible. Lo vemos en las noticias todos los días cuando se matan entre sí como dicen algunos. Se fomenta en las líricas de pegajososreggaetones y trapsde algunos de los llamados exponentes del género, que van cantándole a ese mundo y a esa realidad boricua de la que no se quiere hablar de frente, hasta que no te toca. Hasta que no te matan a un hijo o te matan a ti. Mientras haya mercado, habrá guerra. Y seguiremos atrapados todos, sabiendo que nos pueden devorar los caimanes y cocodrilos. Taki, taki. Rumba.