Joaquín "El Chapo" Guzmán apresado. (Foto: La Prensa) |
(NOTA: Esto fue publicado originalmente en NotiCel el 13 de enero de 2019 - https://www.noticel.com/opiniones/blogs/en-blanco-y-negro-con-sandra/el-chapo-guzman-y-puerto-rico/974037655)
El juicio del siglo se ventila en una corte en Nueva York, pero acá en Puerto Rico ni para allá quieren mirar. A pesar de las implicaciones que tiene para nosotros, que a dos semanas del 2019 ya contamos unas 25 muertes de jóvenes sicarios matándose entre sí y el pueblo entero tiene miedo a salir a las calles, parece que nadie quiere entender el efecto de lo que le pasa al narcotraficante mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Su juicio por narcotráfico evidencia la hipocresía de los gobiernos y poderosos en los Estados Unidos y en México, y su complicidad con este criminal negocio internacional. Nos debería poner a reflexionar sobre el poder real que mueve el comercio de la droga, porque son los pobres los que siempre salen trasquilados. Sueñan con salir de la miseria y vivir mejor, o la desigualdad los empuja a meterse en el negocio. Acá son los del caserío, en México los indígenas y en las minorías en los Estados Unidos. A los poderosos verdaderos no los tocan. Precisamente por eso es que hay que seguir este caso del Chapo para entender lo que nos pasa.
Puerto Rico vive una de las peores guerras entre narcos en años. Lo sabemos por los muertos y por el temor general del pueblo, pero también lo vemos en un gobierno desesperado buscando credibilidad para que digan que hace algo sin tener policías. Lo comprobamos con los federales que admiten la crisis, pero son parte del problema por no tener recursos para proteger cielos y costas. Lo sufrimos con una proyección de nuestro país que está tan lapidada como el estatus, que se disputa los segundos al aire en los noticiarios internacionales entre Hamilton, el miedo a que los fondos de reconstrucción vayan al muro de Trump y los tiroteos a plena luz del día que nos proyectan como el territorio más violento.
El 20% de la droga importada se queda en Puerto Rico y el 80% sigue hacia Estados Unidos. Para el 2017 eso se estimó en 185,000 kilos de narcóticos, según la DEA. Es probable que parte de ese producto vino del Cartel de los Soles de Venezuela o quizás del mismo Cartel de Sinaloa que dirigía Guzmán.
EL JUICIO DEL SIGLO
El Chapo introdujo más de 150 toneladas de cocaína a los Estados Unidos usando una violencia despiadada. Se le atribuyen más de 3,000 asesinatos y mover un negocio que le produjo ganancias al Cartel de Sinaloa de $14,000 millones entre el 1989 y 2014. En Nueva York los fiscales tratan de probar fuera de toda duda razonable que Guzmán es el líder del mayor cartel de drogas en el mundo.
Hasta ahora en el juicio han salido testimonios de ejecuciones y de cómo opera el negocio, pero el verdadero escándalo es lo que el gobierno de los Estados Unidos ha querido mantener oculto. Se trata de sobornos contra los expresidentes de México Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, la participación de funcionarios estadounidenses en el tráfico de drogas, y la entrega de armas por los americanos a cárteles mexicanos para eliminar al de Sinaloa sin que el gobierno mexicano, y la participación de bancos privados, entre otros.
Y mientras eso se revela en una corte en la metrópolis, acá en la última colonia caribeña “estamos bien”. Ante las críticas, Héctor Pesquera dice que no se va de la Seguridad Pública. Cuando todos piden su cabeza, sale Rosa Emilia Rodríguez a validarloy decir que la crisis para Puerto Rico sería perderlo. El “brotherhood” de ciertos federales en todo su esplendor, pero nada dijeron del reportaje de David Begnaud en CBS que transmitió a toda la nación americana los tiroteos a plena luz del día diciendo: “No es una guerra. Es San Juan, en una zona turística cerca del aeropuerto”. Para completar, la coronela Michelle Hernández de Fraley y pidió escolta para la entrevista porque no sale de su casa después de las seis de la tarde por lo peligrosa que está la calle, y el jefe del FBI, Douglas Leff dice que lo que se vive aquí “es una crisis”. Eso no hay chavos que lo contrarreste. Ni con los $60 millones que gastó la Junta de Control Fiscal en el 2018, ni con los contratos de publicidaddel gobierno ni con los $25 millones del DMO se combate esa proyección.
Entonces aparecen los raperos, traperos y regguetoneros a pedir paz para que la gente y los chismosos olviden las líricas del género, los lazos con sicarios y escenas de crímenes. Apareció Don Omar por la web y después Farruko lloró. Tito el Bambino en campaña política constante. Hasta Bad Bunny y Residente fueron a La Fortaleza. En la foto con Rosselló se ven carpetas por el piso. Debe ser el Plan para Puerto Rico que está como el país. ¿Y las mujeres que llevan meses pidiendo reunión con el Gobernador para evitar feminicidios? Ignoradas por el gobierno millennial. Con ellas no se reúnen.
Y vuelven las cumbres anticrimen y los operativos de la Mano Dura. Esa era la #ruta #plan. El escenario y el show listo para los canales de televisión a las 5:55 con el minuto-a-minuto de Hamilton y el "operativo" que hicieron en el caserío con sólo dos arrestados. A la hora de la verdad la imagen que proyectan es que Puerto Rico todo se transmuta para convertirse en el verdadero Coffin Island.
LÓPEZ OBRADOR Y LOS MEDIOS
Con la influencia de las narconovelas como Pablo Escobar: El Patrón del Mal, El señor de los cielos, La reina del sur, Sin tetas no hay paraíso, El cartel de los sapos, Las muñecas de la Mafia, El cartel, El capoo hasta Narcos en Netflix, que acaparan las audiencias, se esperaría más investigación periodística. Es un tema que atrae al público. Sin embargo, los medios de comunicación también tienen su cuota de responsabilidad o de irresponsabilidad en la cobertura del narcotráfico.
El jueves en la rueda de prensa diaria que hace el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador decía que los periodistas y los medios fueron cómplices del robo de combustible del gobierno al no cuestionar y divulgar la situación. Se lo dijo de frente a los periodistas. “Son responsables porque no preguntaron nunca”, les dijo en la cara.
Acá en Puerto Rico, con bien contadas excepciones, la prensa no ha querido investigar a los narcos. En parte por las dinámicas de menos personal y menos presupuesto para dedicarle tiempo a estos temas, pero también por otras razones. Está el hecho irrefutable (que sé por experiencia propia en varios medios en los que laboré), que las empresas mediáticas no quieren arriesgarse a tener que lidiar con asesinatos, secuestros o problemas con sus empleados. También están los reporteros que se conforman con el Informe de Novedades de la Policía o el comunicado de La Fortaleza porque no quieren investigar. Esos ya los he descrito antes como mingos, “embarraos” y Kardashians.
Después de todo, las gerencias mediáticas no quieren que en Puerto Rico pase como en América Latina donde los periodistas son las primeras víctimas en las narcoguerras. Por miedo a que los maten, no cubren. Pocos indagan. Pero también hay elementos del bajo mundo al interior de los medios y del ambiente mediático, como pasa con el mundo artístico. No hay duda de eso. Hace unos cinco años corrió un rumor de que había investigaciones federales a ciertos medios, nunca pasó nada. Y yo pregunto: ¿Será por eso el silencio? Quizás por eso ese tipo de periodismo investigativo no existe aquí. Como pasa con los policías, no hay por qué arriesgar vidas a cambio de salarios bajos.
En agosto del año 2012 publiqué una columna titulada “El Patrón del Mal”, usando como base la narconovela colombiana para preguntar quién sería el equivalente a Pablo Escobar Gaviria en Puerto Rico porque se trataba entonces de “demasiado dinero, demasiada tentación, demasiado poder”, al saber que 10 centavos cada dólar que usamos provienen del narcotráfico.
Desde los años 90 cuando el Cartel de Medellínconsolidaba sus fuerzas en Colombia, los narcos iban creciendo su poder de manera inexorable, trascendiendo de lo ilegal a otras esferas de la sociedad gracias a banqueros, políticos y militares corruptos. Escobar Gaviria entró en diversos negocios, pasando de la pobreza hasta llegar a amasar una fortuna estimada en $5,000 millones, según la revista Forbes. También llegó a ser representante a la Cámara en el Congreso de Colombia en el 1982, a pesar de que se le vinculó a más de 10,000 muertes incluyendo la del candidato presidencial neoliberal Luis Carlos Galán.
¿Cuántos narco políticos existen en Puerto Rico?, me pregunto. La respuesta la hallé en dos frases. Una de Pablo Escobar cuando dijo “Todo tiene su precio”. La otra la dijo El Chapo Guzmán: “El negocio del tráfico de drogas no va a terminar porque con paso del tiempo somos más personas, y esto nunca va a terminar".