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Los payoleros mediáticos

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Caricatura del Phillipine Examiner
(NOTA: Esta columna fue publicada originalmente en NotiCel el 26 de agosto, de 2018 https://www.noticel.com/opiniones/blogs/en-blanco-y-negro-con-sandra/los-payoleros-mediaticos/786236444
Ya no es la payola musical. Ahora lo que abunda en los medios de comunicación en Puerto Rico es la payola política, pero eso es un tema tabú. Nadie lo habla porque no se quiere admitir que está cerca, que son muchos los que caen en ese juego, y que pagan justos por pecadores.
Se ha creado toda una narrativa para confundir, mezclando los “fake news” de agendas particulares y así crear opinión pública. Entonces acusan a los periodistas de ser los responsables, cuando la apabullante realidad es otra. El “pay to play” (pague por tocar un tema) en los medios lo financian los políticos y sus agentes, que suelen ser exlegisladores y políticos activos o expolíticos, funcionarios y cabilderos, que viven de payolear, y que son los mal llamados analistas y comentaristas.
Se proclaman analistas, pero no analizan nada. Con muy contadas y honradas excepciones, la inmensa mayoría de estos que se llaman analistas en los medios no ofrecen data, ni contexto histórico o empírico, ni mucho menos balance para que el radioescucha o televidente pueda tener información balanceada. Por lo general lo que hacen es comentar el tema que su jefe político esté tratado de convertir en ley, y lo discuten mañana y tarde en la radio, en la tarde y noche en la televisión, y al día siguiente en columnas en prensa hasta que lo convierten en el ciclo informativo que los medios masivos repiten. En el proceso, se ahogan temas que son verdaderamente importantes para la gente.
Antes, en el ambiente musical había la práctica ilegal de la payola. Los artistas, promotores y casas disqueras difundían su música y se daban a conocer no por sus méritos sino pagándole a programadores en la radio para que tocaran sus discos y ocultaran los de otros artistas. Esto se prestó para violaciones de ley y muchas injusticias, pero con el tiempo la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) estableció unas reglas nuevas basadas en el mecanismo de “pay to play”. Ahora las casas disqueras pautan como si fuera un anuncio comercial. Eso permite a las estaciones de música poder recibir ingresos por la música que están tocando, por lo que se puede escuchar una emisora de música con pocos anuncios comerciales.
La situación ahora es distinta. El consumo de música está cambiando porque mucha gente prefiere plataformas digitales tipo Spotify o Pandora a la radio y la televisión tradicional. A eso se añade la crisis económica que afecta a muchos medios. A muchos radiodifusores se les hace oneroso cumplir con los pagos a las empresas como ACEMLA o BMI que poseen los derechos de autor de los compositores de la música que tocan. Para no pagar en exceso por las regalías, cambian de programación, alejándose de la música para tener más programas de discusión tipo “talk shows”.
Entonces, ante la falta de esos ingresos económicos, lo que queda ahora es la payola política a través de comentaristas que tienen contratos o intereses particulares.
En realidad, se trata de payoleros políticos, y se crea todo un operativo ideológico que incluye venta de influencias y puede incluso constituir una especie de lavado de dinero, porque se paga a la gente por hablar de ciertos temas, pero estos comentaristas jamás se lo dicen al público. Es un engaño que atenta contra la democracia ya que obvian asuntos importantes y nunca hay verdadera transparencia ni ética.
Algunas empresas mediáticas lo permiten porque están en las mismas, para sobrevivir, con ingresos o pautas de anuncios de gobierno o de políticos. El problema con esto es que menosprecian la inteligencia del público. La gente se da cuenta y abandonan la programación. Es un círculo vicioso.
Vamos a un ejemplo un tanto lejano. Todo Puerto Rico recuerda en la administración Fortuño cómo se intentó aprobar el proyecto de “Vía Verde” y la oposición que había. Era el tema clave en las comunidades y pueblos afectados, todos los días. Líderes comunitarios y ambientalistas se fueron uniendo y haciendo estrategias para combatir, y al final, detener el proyecto. Gran parte de ese proceso tomó por sorpresa al país porque la inmensa mayoría de los medios en la zona metropolitana no lo consideraba como la noticia del día. Vinieron a cubrirlo y analizarlo cuando se paró el proyecto, y dejaron de cubrir el minuto a minuto de lo que estuvieron haciendo, día tras día, las comunidades.
Algo parecido pasó con las protestas a las cenizas en Peñuelas, y más recientemente, con los trabajos en el centro de la isla y en la montaña entre gente que sigue teniendo problemas tras el huracán María. Pasan muchas cosas que el público en general viene a conocer cuando ya están terminadas o en crisis, simplemente porque los medios y comentaristas no los quieren tocar porque no les conviene. Solo hablan de status o de la legislación que sus jefes o clientes estén trabajando. A eso se reduce lo que es muchas veces el tema de opinión pública.
En parte esto ocurre– como hemos explicado en este espacio – porque el trabajo del periodista está siendo eliminado por las empresas mediáticas que no quieren fiscalizar y son parte del esquema. Como muchos de estos comentaristas reciben pago de políticos y del gobierno, la pregunta es: ¿por qué la Junta de Control Fiscal (JCF) no les mete mano a esos contratos?
¿Cómo se identifica a un payolero político? Algunas características básicas son:
1. Si tienes un analista que en todo momento defiende una causa de uno de los partidos en el país, sabes que algo raro hay detrás de su insistencia temática. Duda de lo que dice.
2. Si ves un analista o periodista que lo contrata un político para que sea maestro de ceremonia en una actividad, sabes que hay payola política detrás. No creas lo que dice.
3. Si se vende como analista, pero suele ser burlón, grita constantemente o menosprecia al adversario, sabes que hay algo dudoso por ahí.
4. Si en el programa solo tienen dos versiones principales, casi siempre excluyendo a la izquierda, a los independentistas, a los pobres y a las mujeres, sabes que son payoleros. Como en todo concepto de payola, no incluyen otros sectores porque les descuadra su libreto.
5. Si vez que se disfrazan de periodista, y hace una falsa representación pretendiendo proyectarse como objetivo, huye. Te está mintiendo.
Para matar la payola política, las soluciones son simples. El poder lo tiene el que consume el medio.
1. No sintonizar, no escuchar o no leer al payolero. Hay que moverse a otros si notas que hay evidencia de ser antiético. Claro que los fanáticos políticos tienen sus preferencias, pero la misma payola política va canibalizando las audiencias. La gente ya se da cuenta y se aleja. Ese precisamente es uno de los grandes problemas de los empresarios y payoleros mediáticos que no quiere admitir esto porque no tiene contenido alterno que ofrecer a las audiencias. A la larga, el público siempre le pasará factura.
2. Pásele factura al partido que contrata a ese payolero. El día de las elecciones vote en contra o busca otras alternativas. De hecho, parte de esto se vio en las pasadas elecciones cuando muchos votaron fuera de líneas partidistas por gente como Lúgaro, Vargas Vidot o Cidre.
3. Compare contenidos. Si escucha diferentes programas y consume diferentes medios usted irá notando las diferencias entre los analistas serios y los payoleros.

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