Creo firmemente también que la lucha por la igualdad tiene que darse más allá del mundo gay.
Me dirán homofóbica, traidora e insolidaria, pero la verdad que el asunto gay ya me cansa. Me hartó, a decir verdad. Me cansé del ‘overkill’ mediático de este asunto con tantos otros temas importantes que se obvian en la opinión pública.
Bajo ningún concepto esa opinión significa que esté en contra de los gays. Por el contrario, soy y siempre he sido aliada. Para que conste, soy una de las primeras periodistas en este País en abrir brecha escribiendo del tema gay y en usar las siglas LGBTT (gay, lésbico, bisexual, transexual y transgénero) hace casi 20 años, contra muchas adversidades en la misma prensa local que hoy se presenta como liberal, pero que era profundamente conservadora. Por tanta lucha que pasé, tuve el honor de recibir el primer premio ‘Solidaridad’ que la Iglesia Cristo Sanador y organizaciones gay otorgan a personas y entidades que aportan al entendimiento y la tolerancia. Sé de lo que estoy hablando. Conozco al liderato histórico y combativo, al igual que al joven y actual. Sé de las penurias y vejámenes, pero como pasa con todos los extremos, a algunos se le ha ido de las manos y ya mucha gente se cansó.
Sé que muchos me criticarán por decir que el tema LGBTT ya hastía, viniendo de una persona como yo, que pertenezco a comunidades que históricamente han sido marginadas y vejadas como tantas otras. He sido discriminada por ser mujer, negra, gorda, divorciada, madre soltera, por vivir con personas con impedimentos, por ser bocona y no callarme, por ser puertorriqueña, irreverente, con greñas paradas, en fin, por muchas razones. Sé lo que es estar en una minoría porque lo vivo en carne propia.
Sin embargo, me siento obligada a escribir del tema de la comunidad gay porque entiendo la importancia del proceso histórico que estamos viviendo. Eso, y porque cada día me convenzo más de que las actitudes y las sandeces de unos pocos miembros de la comunidad LGBTT, opacan la lucha digna y decente que llevan muchos por lograr una sociedad más justa y equitativa.
La semana pasada, durante la marcha de apoyo para que se convirtiera en ley el proyecto que prohíbe el discrimen por orientación sexual, y con motivo del Día Internacional contra la Homofobia, dio lástima ver como algunos se comportaban. En varios letreros se insultó hasta Dios: “Tu Dios es un cabr..”, leía uno. Hubo gente que cogió el micrófono para insultar a otros y burlarse de los religiosos. Al que no estaba de acuerdo le espetaban eso de ‘homofóbico’ y otros epítetos.
Después en las redes sociales vi miembros de la comunidad gay aplaudir eso con frases como: “hay gente que quiere hablar sucio y devolver un fragmento de la agresión de la que han sido objeto”, calificando a los que criticaron como “asimilistas” o “patos y patas de generaciones viejas”. ¿Qué es eso? ¿Está bien que ellos mismos se insulten como ‘patos’ si no tienen pico, ni alas? ¡Por favor!
Claro que por cada insulto que se dijo en la marcha había cientos de otros que predicaban la equidad, el amor y el respeto. El problema es que por unos pocos, los demás se afectan. Pasa igual cuando se dan besos apasionados en público. No creo que esté mal demostrar el amor, pero sí reconozco que a muchos no les gusta como tampoco les gusta ver heterosexuales ‘chupeteándose’ en lugares públicos. Es lo mismo.
Lo importante es el diálogo verdadero y con respeto porque las distancias no son tan grandes como los extremos de ambos bandos pretenden hacer ver. Martin Luther King, Ghandi o Harvey Milk, no necesitaron insultar para llevar su mensaje. Sé que no se logrará la equidad si el grupo oprimido se torna en opresor contra todo el que disienta u opine distinto.
Creo firmemente también que la lucha por la igualdad tiene que darse más allá del mundo gay. Somos los heterosexuales los que tenemos que dar ese paso, como una vez hicieron los hombres por las mujeres o los blancos por los negros. El tema tiene que trascender el grupo afectado porque se trata de derechos humanos, no de privilegios para un sector. Los derechos humanos hay que defenderlos, pero sin ofender ni odiar. Sin actuar de la manera que se critica. Que cada cual sea libre de amar a quien desee y de dar el respeto que exigen. Solo así serán respetados.
NOTA: Esta columna fue publicada en El Vocero, hoy 22 de mayo de 2013 - http://www.vocero.com/el-tema-gay-me-cansa-opinion/