(NOTA: Esta columna fue publicada originalmente en NotiCel el 14 de noviembre de 2017 -http://www.noticel.com/opiniones/blogs/en-blanco-y-negro-con-sandra/tiempo-para-todo/656322246 )
El lunes, como todos los días, llevé temprano a mi hija a su escuela, y recibí un regalo que me hizo pensar en Puerto Rico. Uno de sus maestros, el Mr. Maldonado, se dirigía ante todos los estudiantes con una profunda reflexión sobre el tiempo. Decía el maestro Maldonado que hay tiempo para llorar y para reír, tiempo para trabajar y tiempo para descansar. Tiempo para destruir y para construir. ¨Siempre hay tiempo para todo¨, decía. ¡Cuánta verdad tenían sus palabras y qué gran regalo me hizo al reflexionar! , pensé yo.
En Puerto Rico estamos en el tiempo de ejecutar. Es tiempo de implementar, de echar pa´lante. Es tiempo de movernos, de trabajar unidos por el que está sufriendo. Tiempo de salir de la crisis en la que estamos. No estamos en tiempo de politiquear ni de hablar porquerías.
Por eso no se puede aplaudir que nuestro gobierno, los políticos y la mayoría de los medios de comunicación no estén a tono con este tiempo. Insisten en lo mismo de siempre y no se dan cuenta que estamos en el tiempo de resolver.
A la gente lo que le interesa es saber cada mañana es si la escuela de sus hijos está abierta o no. ¿Hay o no hay clases?¿Hay o no hay maestros? ¿Hay o no hay policías dando tránsito o me tengo que chupar el tapón descomunal otra vez? ¿Tengo o no tengo teléfono? ¿Tengo o no tengo Internet? ¿Tengo trabajo? Si esto sigue así, ¿tendré que irme o me quedo? ¿Cuándo llega la luz?
Pero no. Los medios y los políticos insisten en seguir hablando de lo que dijo la jueza Swain, o si el Gobernador Ricardo Rosselló habló de estatus. Y dedican horas y horas en la radio, programas de análisis enteros y artículos de primera plana para hablar de la política cuando eso es lo que menos le importa a la gente en este momento. La gente quiere sobrevivir, no hablar politiquería.
La verdadera noticia es quién manda aquí, pero eso ya la gente lo sabe. Aquí manda el Congreso. Por encima de Rosselló y por encima de la Junta. El pueblo sabe que la Fundación Ford y los Rockefeller, así como los fondos buitres están moviendo los hilos del Congreso y son los que quieren decidir cómo se distribuirá el dinero de la recuperación. Pero de eso no hablan en los medios porque no les interesa. El enfoque es dar un contenido que la gente no quiere ni necesita con urgencia.
Pregúntele a cualquier persona que perdió su casa, o al que perdió su trabajo si le importa el tema del estatus que hablan en la radio o la noticia de primera plana de la jueza Swain. Cualquiera que esté en la crisis, como la inmensa mayoría del pueblo, le responderá que no es momento de eso. Es probable que le conteste el por qué las ayudas no llegan o por qué se tardan tanto en que esto vuelva a una normalidad.
Porque hay que estar claro. Una cosa es lo que quiere el medio y otra lo que la gente quiere consumir. Y ahora mismo, la gente quiere buscar la forma de resolver sus problemas. Quieren sobrevivir. Aunque el Gobierno esté tratando de adelantar en la etapa de recuperación tras el huracán María, el pueblo todavía vive la emergencia.
Por eso es que estamos viviendo el tiempo de unir, no de separar. Es tiempo de dar esperanza y eso es algo que debería ser la noticia principal en la discusión pública.
Ahora mismo en Puerto Rico están pasando muchas cosas hermosas y alentadoras desde la base, y se pierden en la discusión pública que sigue enfocada en la política.
Lo veo y lo vivo a diario cada vez que las comunidades se organizan solas para enfrentar un gobierno en sus tres manifestaciones -estatal, municipal y federal- que es inconsecuente, porque no les resuelve sus problemas diarios. La gente se organiza desde su entorno para ayudarse a ellos mismos porque saben que esperar por los gobiernos es perder el tiempo. Las ayudas no llegan a donde tienen que llegar por la burocracia y por la corrupción, y a la gente no le queda de otra que hacer frente para vivir su propia realidad.
Son esas cosas positivas las que de verdad deberían ser primeras planas en los periódicos y tema de discusión en la radio mañanera. Se tiene que compartir y destacar lo que hace el pueblo. Médicos voluntarios que han llegado aquí desde Israel y Palestina, o desde Chile y la República Dominicana, para dar la mano directamente a las comunidades, no a través del gobierno. Médicos locales que llevan semanas en refugios y en comunidades devastadas. Jóvenes que llevan comida al que necesita. Deambulantes que dan tránsito en las intersecciones donde no hay policías. La inmensa cantidad de voluntarios que siguen saliendo.
Maestros de carpintería, ingenieros y peritos electricistas que están ayudando a reconstruir zonas devastadas con materiales que donan empresas, ya que si esperan por FEMA o por el gobierno, no empiezan nunca. Mujeres que cocinan y dan alojamiento a los voluntarios, y sin tener el contrato del chef José Andrés, se las arreglan para conseguir comida que se multiplica casi como si fuera un milagro.
Universitarios que le llevan comida a los viejitos que lo perdieron todo. Monjas católicas y pastores evangélicos sudando la gota gorda, mientras van a pie, de barrio en barrio, en los campos más recónditos, llevando suministros entre el fango y los mosquitos. Psicólogos y padres dando aliento al desesperado, uniones apoyando al que sufre, empresarios regalándole generadores y ropa a sus empleados que perdieron casas. O ver gente a los que el pueblo cataloga como ¨los riquitos¨ del Condado, trabajado hasta el cansancio extremo, subiendo y bajando escaleras de los apartamentos a los que nadie del gobierno quiere ir, para ayudar a los viejitos que sus hijos han abandonado, o llevando medicinas y amor a las comunidades en extrema pobreza de Canóvanas, Loíza y otros pueblos.
Retirados que le llevan bombillas o baterías al que necesita luz. Exfuncionarios del gobierno y ex políticos que están desde el huracán Irma trabajando para la gente, que buscan toldos y los reparten al que perdió el techo de su casa y se los llevan con cajas de agua que pagan de su propio bolsillo, pero no lo hacen tomándose fotos o publicándolo en Twitter o Facebook.
En fin, son miles las historias de gente que optó por hacer lo que es preciso en el momento clave. Son personas que saben que este es el tiempo de ayudar. No el de politiquear.
Y lo digo, sin temor alguno, porque yo he visto a toda esa gente en los distintos puntos del país a los que he ido. Porque veo al pueblo trabajando desde sus comunidades, sé que este es el momento de ayudar. Sé que todavía el pueblo vive la emergencia y camina por un lado bien distinto a lo que insisten en decir los medios y los políticos.
Todavía estamos en el tiempo de la generosidad y de demostrar lo que es ser un verdadero puertorriqueño. Es tiempo de mirar a los más vulnerables que hoy están más necesitados que nunca. Madres jefas de familia. Niños maltratados. Envejecientes. Comunidades LGBTT. Enfermos. Confinados. La emergencia continúa. No es cierto que estamos en una recuperación.
La realidad es como dijo el Mr. Maldonado el lunes ante todos los estudiantes en la escuela de mi hija, citando el libro de Eclesiastés, 3:1: Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo, tiene su hora.
Tiempo de nacer, y tiempo de morir;
Tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado;
Tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar;
Tiempo de llorar y tiempo de reír;
Tiempo de endechar y tiempo de bailar;
Tiempo de esparcir piedras y tiempo de juntar piedras;
Tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar;
Tiempo de buscar y tiempo de perder;
Tiempo de guardar y tiempo de desechar;
Tiempo de romper y tiempo de coser;
Tiempo de callar y tiempo de hablar;
Tiempo de amar, y tiempo de aborrecer;
Tiempo de guerra y tiempo de paz.
Hay tiempo para todo.