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La dependencia en las antenas

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NOTA: Por lo general, las columnas "En Blanco y Negro con Sandra en NotiCel" se publican los días miércoles, pero esta fue publicada el lunes 4 de septiembre de 2017, precisamente por la cercanía del huracán Irma -  http://www.noticel.com/blog/207617/la-dependencia-en-las-antenas.html)

¿Qué pasa si el huracán Irma te deja sin internet, sin radio, sin televisión, sin cable TV, y te quedaste sin teléfono celular? Ante el escenario de lluvias sin cesar y la inminencia de vientos huracanados que traerá este temporal, ¿está Puerto Rico preparado para aguantar la incomunicación total? ¿Estamos listos para dejar la dependencia en las antenas?

No sabemos el impacto que tendrán los vientos porque no hemos pasado por nada fuerte en años. El huracán Hugo pasó en el 1989 y el huracán Georges en el 1998, y para esas épocas no había la proliferación, ni mucho menos la dependencia que tenemos ahora en las antenas para comunicarnos.

No hay una cifra precisa de las antenas que hay alrededor de la isla, pero se ven donde quiera. En campo y en la ciudad. Solamente hay 1,040 torres registradas ante la Junta Reglamentadora de las Telecomunicaciones (JRT) pero esa cantidad no incluye las que están en los techos (“roof top”) en casas o edificios. Según el Frente de Comunidades contra la Proliferación de Antenas, hay 2,000 torres, con más de 20,000 antenas y platos de microondas. Pero lo que pocos hablan es que si hay apagones, todos esos sistemas se afectan. Muchos se caen y dejan a la gente desconectada.

Cuando la Puerto Rico Telephone Company pertenecía al gobierno, tenía una red de fibra óptica y coaxial, y los teléfonos eran alámbricos. El sistema era más estable y no se iba, a pesar de que no hubiera electricidad. Con el paso del tiempo, las empresas privadas no han invertido en la red alámbrica porque enfatizan en vender servicio celular.  Pero precisamente por eso, están más vulnerables.

En el caso de las antenas celulares, requieren un sistema de redundancia o (“backup del “backup”), que si no tienen plantas eléctricas, pueden usar baterías. Éstas a su vez, duran por ciertas horas, pero por ejemplo, si se le acaba el diésel o se calienta, puede que esto afecte los sistemas y las redes en general. Recordemos las últimas lluvias recientes cuando varias de las empresas de telefonía como Sprint, Claro, T-Mobile y Liberty, entre otras, se quedaron sin servicio por los apagones.

Aunque todos sabemos que todos los años entramos en esta época en la temporada de huracanes y debemos prepararnos, y además, que el paso de Irma se conoce desde hace más de una semana, hasta el momento no he visto a ningún ejecutivo de estas empresas o funcionario del gobierno alertando a los consumidores para que se preparen. Ni la JRT, ni el Departamento de Asuntos del Consumidor, ni la Alianza de las Telecomunicaciones que agrupa a las empresas privadas han dicho nada al respecto todavía. O sea, la gente está desprovista de información y de protección.

Si a eso se le une el supuesto robo de cobre que denunció la semana pasada el presidente de la empresa Claro, los bajones en electricidad, la falta de sistemas de redundancia o baterías en las torres de transmisión que tienen algunas empresas, no es una exageración pensar que la gente podría quedarse incomunicada, si colapsa el sistema eléctrico.

Por otro lado, muchos municipios y entidades del gobierno, por ahorrar dinero, cambiaron su infraestructura tradicional en Voice-over-IP ó el cuatro telefónico en telefonía a través de la Internet. Al caerse la internet, ¿tendrán sistema? Esa es la pregunta.
Lo mismo podría pasar en la banca. Gran parte de la población está acostumbrada a buscar dinero en cajeros automáticos o hacen transferencias electrónicas. Si se va la luz, habría que preguntarse cuánto tiempo tardará en que esos sistemas estén operando sin fallar. Los bancos tampoco han dado explicaciones ni alertas al respecto hasta ahora. ¿Y la Oficina de Instituciones Financieras?, bien gracias.

¿Y qué me dicen de los medios de comunicación? Cuando pasa un huracán, suelen ser la principal fuente informativa y de entretenimiento en los hogares. Pero también están vulnerables. Los canales de televisión, las compañías de cable TV, los periódicos y medios electrónicos, dependen de la Internet para estar arriba e informando desde sus plataformas web. Entonces, también hay que preguntarse, ¿si se hay un colapso eléctrico como se ha anticipado en la Autoridad de Energía Eléctrica, se irá también la internet? ¿Y los demás? Me pregunto, por ejemplo, WIPR que siempre es la fuente oficial del gobierno pero que ha tenido tantas limitaciones en el presupuesto, ¿está preparado?

¿Cuál es la opción viable? Podemos decir que la radio continuará siendo el medio más fuerte en época de huracanes. Eso es indiscutible. Actualmente la radio es la responsable por mantener el sistema de alerta en momentos de emergencia y es la mejor preparada.  Casi todas las emisoras tienen un mínimo de dos plantas eléctricas, más de un proveedor de Internet, y hasta en las emisoras en los sitios más recónditos, hay ingenieros que pueden mantener los sistemas funcionando.

El problema que tenemos como sociedad es que nos hemos sumergido en una dependencia casi absoluta en lo electrónico, y solemos abandonar lo tradicional  y  lo básico, que a veces, es lo que funciona en momentos de emergencia.

Pero no tenemos que ir tan lejos para ver el impacto de estos fenómenos atmosféricos. En la edición de la semana pasada de la revista Broadcasting & Cable se reveló que tras el paso del huracán Harvey por Texas, sólo el 3.8% de las celdas de comunicación celular sigue arriba, nueve emisoras de radio estaban fuera del aire y dos canales de televisión seguían sin transmitir. ¿Qué pasaría si Harvey hubiera pasado por Puerto Rico? Nadie sabe.

En mayo pasado la JRT solicitó liberalizar aún más la instalación de torres por toda la isla, sin necesidad de que se hagan evaluaciones ambientales. Esa noticia pasó prácticamente, por debajo del radar. Se la tragó la crisis fiscal. La idea de aumentar las torres es ampliar la cobertura, pero el problema con eso es que no actualizan a las antenas existentes, ya que muchas son de tecnología vieja. En vez de mejorar lo que hay, optan por llenar la isla de más torres.

Los opositores a esta movida de la JRT alegan que obviar el escrutinio ambiental propiciaría la proliferación de antenas, cuyos impactos sobre la salud son objeto de debate. En 2012, la Organización Mundial de la Salud concluyó que la exposición a microondas, específicamente las emitidas por teléfonos celulares, aumenta en un 40% la probabilidad de padecer tumores cerebrales. Pero de eso, nadie habla. No es titular de portada.

Por eso, ante la inminencia de Irma y de otros fenómenos atmosféricos que se sabe que están de camino para nuestra región, todo el sector de los medios y las telecomunicaciones deberían traer estos temas ante la opinión pública. Una debacle eléctrica hace vulnerable nuestra infraestructura de comunicación. Vivimos en el país de las antenas y dependemos de éstas, lo mínimo que podemos hacer como consumidores es exigir que nos den explicaciones. Tenemos que prepararnos y saber que la incomunicación es una posibilidad real.


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