Steve Bannon salió de la Casa Blanca de regreso a Breitbart (Foto AP) |
(NOTA:Este análisis fue publicado originalmente en NotiCel el 23 de agosto de 2017 - http://www.noticel.com/blog/207079/incesto-entre-la-politica-y-los-medios.html )
Entre la política y los medios noticiosos siempre se ha dado una relación íntima y muchas veces, incestuosa. Viven como miembros de una misma familia que se mezclan entre sí, desconociendo los linderos y la separación que debe haber entre uno y otro. Se parecen, aunque son distintos y deben tener objetivos distintos. Uno es el que gobierna y toma decisiones por un pueblo, y el otro es el que informa, fiscaliza y comunica las ejecutorias del político.
El problema es que en el mundo actual se nublan las funciones y se confunden los objetivos de cada lado porque, como en el incesto, se desarrolla una relación que a veces es de codependencia. El político piensa que comunica y manda al medio, y por ende, convence al pueblo, mientras que el medio se cree que sube o baja al político de su cargo sólo con el enfoque en su línea editorial. Nada más lejos de la realidad. El pueblo anda por un lado, y los medios y los políticos por otro. Ahora no son los emporios mediáticos los que mueven la opinión pública, sino los que están la periferia, los nichos, los “otros”.
Gran parte del problema radica en la credibilidad. Del medio se mueven a la política y viceversa. Como en una relación incestuosa, el que dirigió un periódico o fue periodista pasa luego a ser asesor, director de prensa o ayudante del político que cubrió en campaña. Una vez sale del poder, regresa a su medio como si el público no se diera cuenta y cuestione dónde estaban sus afiliaciones. ¿Y la democracia? No existe ni importa en el incesto.
News literarcy
Por eso es que en estos momentos, más que nunca antes urge aprender las diferencias. El público necesita lo que llaman “alfabetización mediática” o en inglés “news literarcy” porque si la gente entiende los vínculos entre políticos, medios y opinión pública, puede tomar mejores decisiones.
Esto es crítico ahora como nunca antes porque quien determina qué tema domina en la opinión pública no es el poderoso emporio mediático, el “network” de televisión o el llamado periódico de récord. Ahora lo determinan sectores de la población y grupos más pequeños que responden o se mueven precisamente por medios más pequeños como regionales o temáticos, o que se enfocan en nichos de la población. Todos vienen apoyados por el acceso a la web y a las redes sociales que le han quitado el poder a los tradicionales y estos todavía no botan el golpe.
Hace unos días a Steve Bannon lo botaron como pañal sucio de la Casa Blanca y regresó al medio que ayudó a fundar y probablemente reviva, Breitbart News. Tan pronto salió ya no se refería a su exjefe Donald Trump como “Mr. President”, sino como el candidato que él y su medio llevaron a la presidencia. O sea, el medio conservador y anti “prensa liberal” se atribuye la victoria del republicano y con el derecho a criticarlo aunque fue parte de su gobierno. La ironía es que eso es cierto.
Por años vimos como medios como The New York Times o CNN se casaban con los gobiernos de Clinton o hasta de Bush, o cómo gran parte de la prensa tradicional vivía en un enamoramiento con Obama y no los fiscalizaban. Entonces, amplios sectores de la sociedad americana no se sentían representados por esos medios masivos y ahí se abrió un espacio donde los medios conservadores y nichos asumieron el control:Los Brietbart News, los Alex Jones, los Rush Limbaugh y otros por el estilo. Ese tipo de medio activó a sus seguidores. Si sólo el 30% de la gente en los Estados Unidos fue a votar, fue ese “core” de audiencias que se sentían ignoradas por Obama y por la prensa tradicional la que eligió a Trump. En ese sentido, ese nicho mediático se convirtió entonces en el que de verdad movió a la opinión pública y es ahora la fuerza política que eligió a Trump porque tomó a la mayoría “dormida”.
Acá en Puerto Rico pasa exactamente lo mismo a nivel mediático, pero casi nadie lo dice abiertamente. Por el contrario, todavía los anunciantes, analistas políticos y publicistas se comen el cuento de que tal o cual periódico sube o baja gobiernos, o que si un candidato sale en ciertos programas de comedia en la televisión tiene la elección gana, pero la realidad es otra. Ya ningún periódico, cadena de radio ni canal de televisión domina. La opinión pública la están dominando los nichos y son esos segmentos los que asumen el control político. Vamos a la explicación.
Aquí decían por años, por ejemplo, que la encuesta del periódico El Nuevo Día determinaba quién sería el gobernador. Esto cambió con la llegada de una Alexandra Lúgaro, un fenómeno que nació y vivió de las redes sociales, y las usó para proyectarse en los medios masivos. Ella era una candidata nicho y llegó a tal nivel que se convirtió en la tercera fuerza política en las pasadas elecciones, en las que hubo una bajísima participación electoral. Ahora misma hasta el PIP que antes la criticaba, ha tenido que formar una alianza con ella para ambos mantener una vigencia en la opinión pública.
Democracia y opinión pública
La democratización de las fuentes que generan la opinión pública viene por varios motivos. Por un lado está el acceso a las redes sociales en las que cualquiera opina. Cierto que de éstas sale mucha confusión y “fake news”, pero también han abierto espacios para que surjan otros voceros y expertos que en los medios masivos solían descartar o ignorar porque preferían a las mismas voces de siempre. Pero por otro lado, está el hecho de que grupos más pequeños usan los medios cibernéticos o los regionales para sentar la pauta y mover la opinión de menor a mayor. Así es que van captando su dominio.
Por eso, por ejemplo, no es lo mismo que en su noticiero Telemundo hable de una inundación el sureste de Puerto Rico, a que para poder ilustrar el mensaje y convencer a la gente, se vea obligado a usar un vídeo que tiró la emisora X-61 de Patillas en un Facebook Live, y que ya había sido difundido ampliamente en esa región. El impacto es distinto. No es lo mismo que un “ancla” lea un titular sobre el depósito de cenizas en Peñuelas a leer las crónicas que publica el diario La Perla, el único que ha estado consistemente cubriendo esa noticia. Tampoco es lo mismo que hablen de la deuda del país, a ver y leer lo que hace el Centro de Periodismo Investigativo, que no ha dejado de cuestionar incluso hasta en los tribunales por acceso a información.
Ejemplos como los anteriores, demuestran que las verdaderas corrientes de pensamientos, valores, creencias y actitudes que mueven los grupos sociales son las que se ven en las redes sociales y en los medios alternos. Esas energías que mueven e impactan la política, se tardan en ser captadas por los medios tradicionales que suelen ser más lentos en adaptarse los cambios. Por eso, el contenido no llega con la misma rapidez a las audiencias.
A los medios tradicionales no les conviene que la gente despierte y se dé cuenta de esto porque, si mantienen a una audiencia ignorante o llena de brutos, - como dije en mi columna de la semana pasada- es más fácil dominarlos con temas genéricos, sin profundidad.
En Puerto Rico no se investiga
Resulta irónico y hasta raya en lo inmoral, que en Puerto Rico no se hable de estas cosas todos los días.
En Puerto Rico, donde hay sobre nueve programas de comunicación en las distintas universidades, y con la excepción de una clase que dan en la Escuela de Comunicación Pública sobre comunicación y política, no hay nada de análisis consecutivo, consistente o permanente del tema. No se hacen encuestas ni estudios a través del tiempo sobre cómo esa relación entre los medios y la política intervienen en la manera en que el público puertorriqueño ve el mundo. Considero inmoral que con los recursos disponibles, no se analice ese rol y esa relación entre medios y política con la regularidad y de manera sistemática, como pasa en otras partes del mundo.
Por esa razón, y desde hace unos meses, llevo trabajando este tema junto al profesor puertorriqueño Federico Suberví, ex director del Centro de Estudios de Medios y Mercados Latinos en la Universidad Estatal de Texas, y ex profesor de comunicación de Kent State University, en Ohio. Con Suberví acabo de terminar un libro, que está próximo a salir y redactado en inglés, sobre los medios de comunicación en Puerto Rico, y el impacto geopolítico y social.
Como parte de la investigación, que ha durado más de un año, y entre muchas otras fuentes, usamos un minucioso estudio que hizo Suberví de las más de 400 tesis de maestría y doctorado que se han sometido ante las facultades de comunicación en Puerto Rico. Parece mentira pero siendo Puerto Rico un país en donde a la política se le considera el deporte nacional y se desayuna, almuerza y cena política en los medios tradicionales, es prácticamente inexistente la investigación sobre comunicación política.
Y como no se investiga, poco se sabe y no se discute cuán graves son esas relaciones incestuosas entre amplios sectores de los medios y de la política, temas que se conversan a diario en todo el mundo. En los Estados Unidos, por ejemplo, periodistas como Mark Leibovich en su libro “This Town” ha criticado cómo muchos periodistas y medios en Washington mantienen una implícita lealtad a ciertos partidos y a las élites que los rodean en su cobertura noticiosa.
Es en esa cultura elitista en la que el medio es parte del espectáculo político y se fomenta una grotesca relación político-medio. Esta se ve cuando el funcionario vive al pendiente de lo que el medio le pida, desde llevarle café y desayuno por la mañana a la emisora radial o hablar con la muñeca en la época de La Comay o hasta bailar frente las cámaras con un personaje cómico. Luego se ven en las fiestas, en los “red carpets”, caminando de la mano y se fotografían tomando cerveza o en un selfie, periodistas y políticos. Porque una cosa es la relación político-periodista como fuente, que son obviamente necesarias para tener acceso y agenciarse noticias exclusivas, y otra es cruzar el umbral de los amiguismos para convertirse en voceros de líneas políticas. Esto se ve cuando no preguntan ni fiscalizan.
En resumen, la falta de independencia en los medios tradicionales que se alían a la ideología del gobernante que esté de turno en el poder, le quita poder a los individuos y la ciudadanía en general. Las relaciones incestuosas entre ciertos medios y los políticos ponen de manifiesto el déficit democrático que no se puede tolerar. Por eso los medios nichos, los alternos y la web seguirán siendo la alternativa con el verdadero poder. Sólo es cuestión de tiempo para que lo acepten.
REFERENCIAS:
Libros:
· “This Town”, de Mark Leibovich
· “En Blanco y Negro con Sandra”, de Sandra Rodríguez Cotto
· “De El Nuevo Día al periodismo digital: trayectorias y desafíos”, de Luis Fernando Coss
· “Tirando al Medio: faenas de la prensa colonial”, de Luis Dávila Colón
Artículos:
· Bannon said to be planning his return to Breitbart News
· Inside the Battle ‘For the Soul of Conservative Media’
· Escasa la investigación sobre comunicación política en Puerto Rico
· Lúgaro: ¿Trump en petite?
· Amenaza el “chilling effect” a la prensa libre (2 de agosto de 2017) http://www.noticel.com/blog/206246/amenaza-el-chilling-effect-a-la-prensa-libre.html
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