“Groseros, zafios y descorteces abundan entre jóvenes y viejos, entre líderes políticos y artistas, en cualquier parte”
Sila tenía razón. Recuerdo que en su campaña a la gobernación en el año 2000 una vez nos dijo a los periodistas, que los que eran niños y adolescentes durante el gobierno de Pedro Rosselló, crecieron viendo la corrupción y la impunidad en la administración pública, y estos pensarían que eso era cosa normal. Sila temía que se creara toda una generación de jóvenes inciviles, maleducados, y distintos a la raíz de lo que era el pueblo puertorriqueño.
Trece años más tarde, entiendo que Sila tenía razón en esa. Lo que no anticipó fue que las cosas se pondrían cada vez peor y que los ejemplos vendrían no solo del gobierno de Rosselló, sino del suyo, del de Aníbal y del de Fortuño. Pienso que Sila jamás se imaginó que habría tantos ‘bambalanes’ en nuestra sociedad. Groseros, zafios y descorteces abundan entre jóvenes y viejos, entre líderes políticos y artistas, en cualquier parte. Parece que nos convertimos en una sociedad de malcriados. Dos ejemplos que se dieron casi al unísono en días recientes vienen a mi mente: Ibrahim y Chemo.
A nadie le gustó la forma en que el exlíder estudiantil botado de la UPR, Ibrahim García, le increpó a la exgobernadora durante una manifestación de desobediencia civil frente a la fundación que dirige Calderón y donde se encontraba el gobernador Alejandro García Padilla. El incidente fue captado por todos los medios de comunicación generando indignación entre cientos de personas.
Tampoco a nadie le gustó que el alcalde de Canóvanas, José (Chemo) Soto, dijo como excusa que como nadie en el Gobierno central le hacía caso, se subiría el sueldo a $9 mil mensuales a modo de protesta. Vaya protesta, cuando en Canóvanas abunda la pobreza y la falta de servicios. Chemo se subió el sueldo la misma semana en que miles de empleados públicos y jubilados recibían la mala noticia de que el Gobierno le quitaría beneficios, bono de Navidad y reduciría las pensiones para detener el desmadre histórico en el Sistema de Retiro.
O sea, uno insultó a una mujer y a una figura que ostentó un cargo público, y el otro insultó a todo un País. Ambos, en mi opinión, son descarados.
¿Dónde quedó el respeto hacia una mujer, hacia las personas mayores, hacia la figura de una exgobernadora? En el caso de Ibrahim, ¿es ese el ejemplo de lucha que quieren llevar los movimientos de izquierda? ¿Por qué no se le increpa de la misma manera a los que nos saquean el País, a los que nos matan lentamente la sociedad vendiendo drogas, distribuyendo armas o enfermando a nuestros niños? Y en el caso de Chemo, ¿dónde dejó el respeto hacia tantos pobres en Canóvanas? ¿Merece él ese sueldo cuando tantos empleados públicos y jubilados están viéndoselas negras? ¿Es eso ejemplo de sana administración pública? ¿Pensaba que el País le reiría las gracias como cuando sacó de su tiempo pagado con fondos públicos para irse a cazar el Chupacabras?
La realidad de mi País supera la ficción. Ejemplos como el de Ibrahim y como el de Chemo oscurecen la historia de decencia, honra y respeto que dejaron quienes fueron pilares en nuestra sociedad, sin importar si eran de centro, derecha o izquierda, o si eran independentistas, populares o estadistas. Un Pedro Albizu Campos jamás hubiera hecho eso. Un Luis Muñoz Marín ni un Luis Ferré, menos. Los ideales se defienden con dignidad, no convirtiéndose en lo que se critica. Vivimos rodeados de malcriados, inciviles, groseros y zafios, pero, ¡ya basta! Los puertorriqueños no somos así.
(Esta columna salió publicada en El Vocero, hoy 6 de marzo de 2013 - http://www.vocero.com/malcriados-opinion/ )