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Escuelas para niños defectuosos

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“No solo son vilipendiados por el gobierno, sino también son abiertamente discriminados por las escuelas privadas”

 
La gente sigue pensando en los líos de la política o en lo que pasó en la calle San Sebastián, pero pocos hablan de una crisis a la que se enfrentan miles de padres y madres en Puerto Rico todos los años para esta época, cuando termina el mes de enero y se acerca febrero.
 
Esta agonía nunca sale en las primeras planas de los periódicos, ni en titulares de radio o televisión porque es algo de lo que no se habla, que le importa un bledo a los políticos y mucho menos a las empresas privadas, a pesar de que quienes la sufren, representan a más de tercera parte de la población del País. Se trata de los padres y madres con hijos que no son iguales a los demás y es la época en que tienen que empezar a buscar escuelas, pero no hay donde matricularlos. Me refiero a los otros.
 
Son esos hijos que no caen en la norma ni en la corriente regular. Los niños ‘defectuosos’, ‘deficientes’ o que en leguaje políticamente incorrecto, les dicen los niños ‘anormales’. Muchos nunca se atreverán a decirlo de frente, pero así los consideran porque son niños distintos y que requieren ayudas y enseñanzas fuera de lo común. Son los niños que sufren en silencio. No solo son vilipendiados por el gobierno, sino también son abiertamente discriminados por las escuelas privadas y muchos de los colegios más cotizados del País con el silencio cómplice y conspirador de las autoridades.


Esos niños defectuosos son muchísimos más de los sobre 400 mil niños con algún impedimento que ha sido diagnosticado por algún especialista y que están registrados en las cifras oficiales del Departamento de Educación entre las edades de tres a 18 años. Son más porque a esos hay que añadirles los que no están registrados en Educación Especial, los miles cuyos padres desconocen que tienen alguna necesidad especial y a los que no diagnostican porque sus padres no aceptan que requieren ayuda o prefieren esconderlo para evitar que los rechacen al momento de hacer matrícula en los colegios privados.
 
Sí, porque aquí existe un discrimen abierto que trasciende clases sociales, razas y religiones. Es una especie de ‘apartheid’ entre los normales y los ‘defectuosos’. En los colegios privados no quieren niños con algún diagnóstico. Este discrimen es generalizado, pero ocurre con mayor fuerza y violencia en el área metropolitana y aun en escuelas religiosas. Si tiene ‘defectos’ al niño se le mide casi por categoría: o es ‘impedido’ severo, o es ‘casi impedido’ porque “no parecen” tener algún problema.
 
La actitud entre maestros y directores de la mayoría de los colegios y escuelas privadas del País es que los padres de niños así tienen que buscar escuelas públicas. Si tienen algún diagnóstico como autismo, si usan silla de ruedas o tienen alguna condición física visible como Síndrome Down, sencillamente los descartan. No les dan admisión. Los rechazan. Pero si la necesidad es casi imperceptible o es menor, la situación es más cruel y en ocasiones ofensiva para la dignidad no solo del niño sino de sus padres por el trato que les dan. Los aíslan, los ignoran o muchas veces, para no lucir como un rechazo abierto, vuelven locos a los padres diciéndole que el niño es incapaz y que por eso deben ponerlos en tutorías, asignaciones supervisadas o terapias.
 
Al ser escuelas privadas, estas tienen el derecho a admitir los niños que deseen, y solo quieren a los que son perfectos y sin problemas. La mayoría no quieren niños que tengan déficit de atención, problemas específicos de aprendizaje o comprensión, hiperactividad, dislexia o discalculia. No quieren a los que son más lentos al aprender, los que requieran de algún ayudante o que tienen que tomar terapias para hablar correctamente, o para aprender a coger bien un lápiz al escribir, ya que estos les representan más trabajo y dificultad. Por eso es común ver muchos padres que se frustran u ocultan que su niño o niña tiene alguna necesidad para que puedan ser aceptados en algún colegio, ya que no quieren mandarlos a las escuelas públicas por miedo a las noticias negativas que salen del sistema público, al desorden en Educación Especial y a las ausencias típicas de maestros, entre muchas otras razones.
 
El problema para los padres se agrava porque en Puerto Rico casi no hay escuelas privadas con ayudas para este tipo de población a pesar de que la misma está en aumento y de que hay ‘mercado’. O sea, que los padres tienen solo tres opciones y las tres son malas: (1) volverse locos tratando de identificar y lograr admisión en las poquísimas escuelas privadas que respetan a esta población; (2) demandar ante foros judiciales y administrativos por la negligencia que impera al momento de requerir servicios del gobierno bajo Educación Especial; o (3) coger sus bártulos e irse del País.
 
Ante el silencio cómplice de las autoridades del Departamento de Educación, de las asociaciones de colegios privados, de legisladores y de gobernantes (porque esto ha pasado siempre y está pasando ahora mismo) una se tiene que preguntar, ¿qué se puede hacer para evitar el discrimen en las escuelas privadas? ¿Qué opciones hay para los padres que no quieren ni pueden lidiar con el sistema público de enseñanza? ¿Qué ayudas hay para estos menores? ¿Qué se le exige a los colegios privados?
 
A los legisladores que acaban de entrar –y a los que llevan años – este tema debería interesarles ya que se trata de potenciales votos. La Prensa y los medios también deberían tratar de sacar estos temas a la luz pública, ya que ciertamente son importantes para una mayoría silente de la población. Muchos niños ‘defectuosos’ dejaron huellas imborrables. Entre los niños con problemas específicos de aprendizaje y déficit de atención estaban Walt Disney, Albert Eintein, Dwight Eisenhower, Bill Clinton, Thomas Alva Edison, Whoopie Goldberg y Tom Cruise. Marilyn Monroe de niña tuvo problemas del habla y a otros como a Mozart o a Vincent Van Gogh los consideraban locos o ‘anormales’ por tener desórdenes mentales, quizás autismo. No todos los niños son ‘perfectos’ como el sistema exige, pero todos sí son igualmente maravillosos y con ayuda logran desarrollase como adultos exitosos. Después de todo, es fácil reconocer que solo rechazan aquellos que no son capaces de aceptarse a sí mismos.
 
Esta columna fue publicada en El Vocero, el 1-23-13 http://www.vocero.com/escuelas-para-ninos-defectuosos-opinion/

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