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El contratito de relaciones públicas

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(Nota: Esta columna fue publicada en NotiCel el 25 de noviembre de 2015 - http://www.noticel.com/blog/183635/el-contratito-de-relaciones-publicas.html )




Finalmente tuvo que venir alguien de afuera para poner en contexto el verdadero valor de un trabajo de relaciones públicas.  Mientras en Puerto Rico algunos clientes pesetean o cuestionan el trabajo de los relacionistas profesionales, viene una firma de Estados Unidos y le pone la tapa al pomo. Cobran $1 millón por un proyecto que durará seis meses y en el que intentarán mejorar la proyección de la Autoridad de Energía Eléctrica ante los mercados financieros.

Para los que no están en este campo, la cantidad es escandalosa, pero para el que tiene su reputación en entredicho, el que tiene de frente una crisis o un problema de repercusiones públicas que afecta sus operaciones, las relaciones públicas son imprescindibles.

Por eso el asunto del contratito que se otorgó en la AEE es mucho más complejo de lo que se ha discutido públicamente. No es sólo si está bien o está mal pagar a la firma Joele Frank Associates a razón de $166,000 al mes o un promedio de $4,305 por hora. De lo que se trata es de quién tomó esa decisión y por qué. ¿A pesar de quién se toma esa decisión? ¿Le importa a los dueños de la AEE el pueblo?

Los que mandan en la AEE son sus dueños, que son los bonistas,  y la Junta de Gobierno que aprobó ese contrato tiene que responderles a sus jefes. Porque esto es como quien paga la hipoteca de su casa, que no es dueño de esa vivienda hasta tanto no la salde. Mientras mantenga la deuda, el dueño es el banco. Pues algo así sucede con la deuda de la AEE y por eso es que tuvieron que aceptar el contrato de $1 millón mejorar la imagen, de la misma manera que le pagan más de $27 millones a Lisa Donahue. Esos son los hechos. El problema es que la discusión pública a veces pierde perspectiva.

Por eso, más allá de cuestionar el costo, hay que preguntar los porqués. ¿Basado en qué se llega a la conclusión de que “es un contrato caro” como dijo el Gobernador Alejandro García Padilla? ¿Alguien ha preguntado cuál es el trabajo que conlleva tratar de comunicar ante los bonistas que hay que salvarle la vida a la AEE? ¿Es la tarifa de Joele Frank Associates competitiva con las demás firmas que proveen el mismo tipo de servicio especializado? ¿Son los únicos que pueden dar el servicio? ¿Hay alguna firma de local o de esas que están aquí y pertenecen a multinacionales que puede hacer lo mismo?

Pero la AEE no es la única en quiebra que da contratitos de ese tipo. El también quebrado Banco Gubernamental de Fomento y Pridco tienen otro contrato con la firma de relaciones públicas SKD Knickerbocker por $854,000 y el BGF tiene otro de $200,000 con Sard Verbinnen, según se reportó.

SI a estos contratos se unen los de cabildeo, que es una función dentro de los servicios de relaciones públicas pero que en Puerto Rico los abogados copan esta faceta, podríamos estimar que el presupuesto es de varios millones. Hacienda tiene un contrato de cabildeo con Podesta Group por $615,000 y otro con Miller y Chevalier por $382,000, la Oficina de Asuntos Federales (Prafaa) tiene uno con Prime Policy por $240,000, otro con The Rith Group por $240,000 y otro con Smith Dawson SDA por $180,000.

O sea, según los reportes de prensa que selectivamente el gobierno ha dado a conocer por cuentagotas, entre relaciones públicas y cabildeo se han reportado casi $3.8 millones sólo en esas agencias. ¿Cómo es que un país en quiebra gasta tanto en imagen?

Obvio que un gobierno en quiebra no debería estar gastando dinero, pero como no se explica nada, hay que especular.  Pero quien sabe de comunicación entiende que esto no se trata de relaciones públicas sino de propaganda. Ambos términos se confunden con mucha facilidad en Puerto Rico, especialmente entre los que determinan la opinión pública y en los medios de comunicación.

La propaganda busca promover una idea, producto o una agenda y no importa lo que se lleve por delante. Aunque se mienta o se digan medias verdades. En cambio, en las relaciones públicas el objetivo primordial es el bien común y la verdad. En las relaciones públicas la comunicación es estratégica y se construye a base de fomentar relaciones mutuamente beneficiosas entre las organizaciones y los públicos a los que éstas se deben. No se miente en las relaciones públicas pero en la propaganda eso pasa todo el tiempo.

Estos son aspectos de los que poco se habla a nivel público, y en parte, es culpa de nosotros mismos los relacionistas profesionales que no lo explicamos los suficientemente fuerte para que entiendan la diferencia. Por eso es que escuchamos a gente como Luis Francisco Ojeda y otros decir que determinaciones que se toman son relaciones públicas. Se equivocan y desinforman. Eso que ellos llaman relaciones públicas, es propaganda.  Así es que los ataques a la profesión de las relaciones públicas proliferan, y el valor de esta profesión en la sociedad y en la democracia, se desmerece.

Parte del problema viene precisamente del gremio porque en Puerto Rico hay demasiados personajes que dicen llamarse relacionistas pero no lo son. Desde pasquinadores de alcaldes, ex reinas de belleza o ayudantes especiales de legisladores, cualquiera se abroga el título sin tener la ética indispensable, ni los estudios, ni las destrezas, ni el interés por educarse. Esos que son muchos dan mal nombre a la profesión y fomentan los prejuicios.

En ese sentido, las relaciones públicas están en crisis. No porque los profesionales estén tratando de lidiar con un problema de algún cliente, sino porque en Puerto Rico la pertinencia de la profesión del relacionista está bajo asedio. Es malentendida, incomprendida y está bajo fuego.

En estricto lenguaje de este campo profesional se trata de una crisis sostenida porque lleva años cocinándose, aunque en días recientes parecería que fue inmediata. El evento que la desencadenó, o como dicen en inglés, su “triggering event” fue el contratito de la AEE por $1 millón.

De la manipulación se aprovechan siempre los gobiernos y la presente administración de García Padilla no es la excepción. Como este gobierno no explica nada, se caracteriza por la falta de transparencia y la desinformación. Sueltan las noticias de sopetón, a la trágala muchas veces, sin preparar ni educar al público. Mezclan una cosa con la otra y ahora en el tema del contrato oneroso la culpa es de las relaciones públicas y no del que concedió el contrato.

¿Qué por qué escogieron a una firma de afuera? Porque aquí lo primero que preguntan es de qué partido es la compañía. Ese es el primer criterio. Si sirve o no, es el segundo criterio. ¿Hay alguna firma en Puerto Rico con la capacidad de moverse y hacer un plan de comunicación adecuado para transmitir los mensajes a los mercados financieros y a los inversionistas en Nueva York? Porque no es lo mismo dirigir una estrategia con Bloomberg el The Wall Street Journal que con un medio local o regional en Puerto Rico. El reto está en comprobar la efectividad de la firma.

Pero de lo que no hay duda es que la AEE o mejor dicho, sus dueños, están dispuestos pagar el millón en seis meses por el supuesto “expertise” de esa firma.

Desde la perspectiva de las relaciones públicas la transparencia también es imperativa.  En ese sentido, hay que aplaudir la valentía de la Junta Reglamentadora de las Relacionistas en su acción de cuestionar el contrato y si la firma tiene la licencia para operar como relacionista en el país como exige la ley.  La Junta ha dicho que llegará hasta las últimas consecuencias que incluyen acciones judiciales y sanciones si se comprueba que la firma contratada en la AEE opera aquí sin la licencia que la ley exige. ( Ver el proceso de regulación de las relaciones públicas: http://www.relacionistas.com/etica-y-regulacion/ )

 Los portavoces de la AEE defendieron el contrato a Joele Frank Associates diciendo que el servicio seria en los Estados Unidos, pero el problema es que si van a comunicarle algo a los empleados y a los propios bonistas – muchos de los cuales son puertorriqueños – la firma tiene que tener la licencia. Son audiencias locales. 

Por eso es que estuvo bien de la Junta cuestionar. Le toca ahora el propio Gobernador García Padilla y al Secretario de Justicia, César Miranda, a hacer cumplir la ley porque para dar servicios de relaciones públicas tiene que ser licenciados.

Pero para los relacionistas es momento de salir de la zona de confort. Tienen que empezar a exigir al gobierno respeto por la profesión y transparencia en la información pública.

También es momento que el gobierno vea las relaciones publicas como la industria que es. ¿Por qué no se promueve que los relacionistas de aquí exportemos más nuestros servicios y destrezas como industria? Hacen falta incentivos para esto.

Mientras la discusión se siga centrando en el traje que usará la Miss Puerto Rico Universe, el Black Friday, o cómo se visitó la esposa de Miguel Cotto para el combate que le arrebataron a su marido, los temas medulares pasarán a un segundo plano. No se justifica el seguir intentando desprestigiar una profesión vital para la sociedad que no sólo salva vidas, sino negocios, empresas e instituciones en el foro de la opinión pública.

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