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Trump y el intento de asesinarlo a cámara lenta

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Los autodenominados guardianes de la democracia pasaron años creando una atmósfera letal, pero hay mucho más y falta por ver el impacto de esto en PR

Trump tras ser herido (Foto AP)

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Tucker Carlson lo vaticinó hace seis meses en uno de sus vídeos y lo repitió el domingo. El comentarista político ultraderecha y ultraconservador dijo que a Donald Trump lo habían perseguido, enjuiciado, criminalizado, y que lo que faltaba era matarlo.

“Protestaron contra él. Lo insultaron. El ganó como quiera. Le hicieron un juicio político dos veces. Fabricaron mucho de lo que pasó el 6 de enero para poder enjuiciarlo otra vez y no funcionó. Entonces lo acusaron, no funcionó. Se hizo más popular. Entonces lo enjuiciaron tres veces más y en cada una de las veces su popularidad creció. Así que, si empiezas con críticas, protestas, acusaciones y nada funciona, ¿qué es lo próximo? Estamos pisando el acelerador hacia el asesinato”, dijo Carlson.

¿Es eso cierto o será que esa nación está en decadencia, o serán ambas cosas? Lo que ha pasado en los últimos días con el intento de asesinar al expresidente, demuestra que ese caldo de odio e intolerancia se fue cocinando por mucho tiempo. Ellos se autodenominan guardianes de la democracia, pero el tiroteo evidenció que los Estados Unidos en el 2024 es todo menos eso.

El evento volvió a sacar sus divisiones más profundas y sangrientas. Las raciales, sociales y políticas que tienen esos americanos. Esto debe tener a todos los sectores preocupados, y a las otras potencias como China, India, Rusia y otros, bien atentos. A todas luces es símbolo de otro quiebre la nación que dice ser la más poderosa del mundo.

Pero esto no surgió de la nada. Trump ha basado toda su carrera política en el discurso de odio. Desde que se burló de un periodista con diversidad funcional y dijo que agarraría a una mujer por su vulva, ya una sabía a qué atenerse. Luego, en los juicios se fue viendo cómo le pegó cuernos a la esposa recién parida y las cosas que hacía que se supone sean contrarias a los postulados conservadores del Partido Republicano. Pero los demócratas son iguales de violentos, sexistas y racistas, pero con la doble cara, lo disimulan.

En todo este proceso la constante ha sido cómo los medios de comunicación proyectan los hechos. Han sido los cabilderos-expolíticos-contratistas-comentaristas los que plantan cómo pretenden que el pueblo piense. En ese sentido, los intereses económicos de los emporios mediáticos han estado por encima del periodismo como vocación y servicio público. Es obvio que no ha habido balance. Periodistas independientes como como Matt Taibbi, Glenn Greenwald o Chris Hedges, entre otros, llevan tiempo denunciándolo.

Vamos a los ejemplos. Hace tres semanas, cuando estaba en duda la capacidad del presidente Biden tras su fiasco en un debate, la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, dijo a los periodistas que miraran a la administración, no al hombre. “Lo que estamos diciendo”, dijo, “es que hay resultados, su historial”. Según Taibbi, el periodista y productor de podcast Walter Kirn, dijo que en la Casa Blanca presentaban la idea de que la presidencia es una ‘oficina’ difusa e impersonal, y que el dinero no se detiene en ninguna parte que sea… convencionalmente identificable”.

Ahora hubo un atentado que dejó dos muertos.  Se sabe que el sospechoso asesinado era un hombre republicano de 20 años, Thomas Matthew Crooks, pero cadenas como NBC, ABC y The New York Times decían que no sabían si el pistolero “tenía cómplices”. Lo que es peor, hubo comentaristas en el aire culpando a Trump por su propio intento de asesinato.

The Atlantic publicó un artículo de David Frum que describe a Trump y su posible asesino como “unidos” desde los extremos opuestos de una bala; CNN criticó la reacción de Trump con el puño en alto segundos después de recibir el disparo, diciendo que “no es el mensaje que queremos enviar ahora”. Volvemos, ¿especular es ese el rol del medio? Claro que no.

Esto no se trata de una defensa a Trump el hombre, sino un reproche a la violencia sin importar de donde venga. Para nosotros en Puerto Rico ¿qué significa lo que se vive en los Estados Unidos ahora mismo? Ahora, que una gerontocracia domina la metrópolis que gobierna esta colonia, ¿cuáles secuelas deja aquí?

En Puerto Rico no olvidamos el rollo de papel toalla y el aguantar ayudas cuando aquí la gente moría tras el huracán María, pero eso no significa que aplaudamos la violencia contra él. No se puede aplaudir la violencia política contra quien sea, porque después de todo, esa violencia del estado es algo que tantos puertorriqueños han sufrido en carne propia.

A la hora de la verdad, demócratas y republicanos son para los boricuas de un pájaro, las dos alas. Un presidente Biden cuestionado en sus habilidades cognoscitivas, que se queda dormido de pie, se pierde hablando, y que evidentemente muestra un deterioro normal para las personas con senilidad avanzada. Pero por el otro lado, un Trump que se pasea con los neonazis, farfullero y mentiroso, que nos trató a los puertorriqueños como estiércol durante el huracán María, pero que ahora es una víctima envalentonada porque sobrevivió un tiroteo donde el trabajo del Servicio Secreto está altamente cuestionado.

Lo que nos lleva a la pregunta obvia: ¿y qué dicen los políticos del patio ante la posibilidad real de que Trump se corone como dictador en noviembre, como él mismo dijo? Jennifer González quien dice que la respetan en Washington, tuvo una relación buena con Trump. Hasta estuvo con él y con el ahora convicto exalcalde Ángel Pérez cuando Trump tiró los papeles toallas en Guaynabo después del Huracán María.

 

Jesús Manuel Ortiz, del Partido Popular, bien gracias. Javier Jiménez de Dignidad es conservador y ha sido crítico de acciones de Trump. El récord está ahí. Aquí el único que yo creo que sale exigiendo respeto es Juan Dalmau de la Alianza PIP-MVC. Entiendo que es al que le conviene que los americanos hablen claro sobre el estatus. Quizás sea Trump que lo haga porque recordemos que cuando era presidente, indagó para cambiar a Puerto Rico por Groenlandia.

Entonces, ¿dónde queda el periodismo verdadero? Lo que hace falta es regresar al periodismo. Dejar de lado a los cabilderos-comentaristas que se creen que se las saben todas plantando los temas de sus agendas. Hay que relatar los hechos como acontecen y cuestionar. Ver qué pasó de verdad, e indagar. Estamos en un momento crítico de la historia, y hace falta el periodismo. No los intereses.

En los medios estadounidenses, y también aquí en Puerto Rico, los derechos constitucionales a la presunción de inocencia, al balance, a no ser perseguidos política o ideológicamente, a no tener multas excesivas, a no estar vigilados sin razón, los han tirado por la borda. Por eso la decadencia tan estrepitosa de los medios tradiciones. Resta exigir que se sirva el pueblo en este momento de crisis. No que se sirvan a los intereses particulares.


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