Abrazo a Eneid Routté-Gómez en la Universidad de Puerto Rico durante la presentación del libro de ensayos“La Noticia y Yo” (2014) editado por Rafi Matos y Arturpo Yépez. PUBLICADO EN SUBSTACK |
A Eneid
Routté-Gómez
Eneid Routté-Gómez fue una gran periodista. No
titubeo al decir que es una de las mejores que ha trabajado en Puerto Rico.
Desde la redacción del San Juan Star, en la era de oro cuando ese periódico se
convirtió en leyenda al ganar un Pulitzer por la excelencia investigativa ya que
tenía en su plantilla a los mejores periodistas, ella estuvo allí. Después de
eso, en revistas, en otros diarios, en libros y en la Universidad de Puerto
Rico, ella escribía sus joyas periodísticas en cada uno de sus reportajes,
artículos, columnas y entrevistas.
Sufrió mucho el discrimen racial y de género, algo que la marcó toda la vida. Pero ella tenía un sentido del humor maravilloso, era mordaz, y a la misma vez, tan generosa y sabia, que siempre nos guiaba a los más jóvenes para entender que por encima de todos los escollos y retos, teníamos que hacer bien el trabajo de informar. Eso lo aprendí de ella y al día de hoy, cada vez que recibo ataques, recuerdo sus lecciones y me enfoco en hacer el trabajo. Eso es lo importante.
Eneid fue una amiga entrañable para mí. Lo digo con una punzada de tristeza al saber que no está físicamente en este plano desde hace unos años, cuando falleció víctima de la pandemia por el Covid-19. Fue una de mis grandes mentoras en este oficio, y no pasa una semana en la que no recuerde alguno de sus consejos y enseñanzas, cada vez que tengo ante mi alguna información difícil o controversial que sé que será una noticia.
Con Eneid en Miramar, 2019 |
Pensando en
esas lecciones de vida y de oficio reporteril por unas historias que estoy
investigando, me topé con un escrito suyo que publicó en Facebook la apreciada investigadora
cultural y productora de televisión, Caridad Sorondo.
Lo comparto para que pensemos en el periodismo real, no el de fashionistas ni de influencers. Era el periodismo que siempre defendió y que nos inculcaba a todos los periodistas que la conocíamos.
Nilita Vientós Gastón |
"Muchas
veces la situación en Puerto Rico parece simular el movimiento de las arenas
agitadas por el viento. La manipulación de las palabras, del significado del
decir, es constante. Nuestra obligación como periodistas y patriotas - lo
primero no aniquila lo segundo - es siempre anhelar y anotar, en cuanto sea
posible, la verdad. Y la verdad periodística es la evidencia que surge a raíz
de la fricción entre la investigación objetiva y la imaginación. En otras palabras,
es saber disciplinar la creatividad como si fuera un caballo salvaje, mantener
la vocación bajo control, de ejercer el valor, la conciencia y la ética que
requiere la profesión seria del periodismo, o cualquier otra profesión que
pretende informar al ser humano para su bien, a fin de que pueda llegar a su
propio juicio o, en menor escala, a su propia opinión.
El
periodismo serio no depende solamente de un grado o título. Quien escoja al
periodismo como carrera, tiene que tener un propósito más allá de su interés
personal. El periodista tiene que elevarse a los valores universales y desde
esa plataforma observar y describir su circunstancia.
Para
activar y practicar su vocación, el periodista necesita un escenario con
protagonistas disímiles, dónde todos estén dispuestos a revelarse. Este escenario
puede ser un continente o una isla. Puerto Rico, en su casa de cinco pisos,
resultó ser un escenario apto para cubrir la cultura y aprender de ella, un
micromundo en dónde los valores universales se podrían perfilar en una sola
persona: Nilita."
Leer estas palabras en momentos en que el periodismo y el oficio se ve manchado por los cabilderos políticos y por muchos que se abrogan el título de periodista sin estar dispuestos a asumir los requisitos y la ética que este oficio imponen, me hizo reflexionar tanto. Ahora más que nunca me comprometo a segur tus enseñanzas, querida amiga. Gracias Eneid, te recuerdo y te celebro.
Y gracias,
Caridad por publicar tus grandes lecciones ...
SRC