La lucha por reivindicar los derechos es urgente, necesaria y constante, pero en Puerto Rico hace falta mucho más que eso para que las minorías logren ser mayoría MVC, PIP, PNP, PPD, Proyecto Dignidad....
Si las elecciones fueran hoy, seguiríamos igual de divididos. El Partido Popular Democrático dando aletazos a ver si se reorganiza para sobrevivir y el Partido Nuevo Progresista rezando para que los arrestos federales que vienen pasen rápido, pensado que así la gente olvidara su pillaje. Proyecto Dignidad, callados, luchan por evitar que se le vaya gente con el PNP. Y mientras, el Partido Independentista Puertorriqueño y el Movimiento Victoria Ciudadana buscan una alianza por encima de sus diferencias, pero el mensaje no es ‘mainstream’. Se queda en ese 30% que no gana elecciones. Un 32% sí. Por eso Pierluisi gobierna.
Ante este panorama de división, vemos como casi todos los sectores se amarran a sus políticas identitarias. El PIP-MVC al igual que Dignidad lo dicen abiertamente y con más fuerza, pero todos tratan de amarrarse a sus sectores. El problema es que así ninguno construye mayoría.
“Sólo con reclamos identitarios no se construyen mayorías”, sentenció hace una semana el analista político e historiador Néstor Duprey, en el fabuloso podcast que lleva con Eduardo Lalo, Palabra Libre. Estoy total y absolutamente con lo que Néstor y Eduardo planteaban.
Néstor y Eduardo hablaban en el contexto de la elección constituyente en Chile y cómo el gobierno de Gabriel Boric, que hizo su campaña promoviendo el discurso identitario, ha tenido que aceptar que esos reclamos no prevalecieron electoralmente en la contienda constitucional. La nueva constitución chilena vino como resultado de las protestas sociales bajo el mandato del expresidente Sebastián Piñera, pero el efecto político lo encara el gobierno de Boric.
Algo parecido se vive ahora mismo en los Estados Unidos con las elecciones de medio término. Al final de cuentas no hubo una ola republicana como muchos temían, sino que el poder se dividió en ambas cámaras. Los demócratas basaron toda su campaña amarrados a las políticas identitarias y los republicanos oponiéndose a ellas. Los electores saben que a la hora de la verdad, demócratas y republicanos podrán diferir en temas -[por ejemplo, los derechos de la comunidad trans o el “critical race theory”]- pero en materias económicas o en el apoyo a la guerra en Ucrania, por ejemplo, actúan iguales. El dinero va a la guerra o a los ricos, no a la gente que sufre la inflación y el desempleo.
Esta es la realidad que encaran los partidos políticos en Puerto Rico. Ninguno, hasta ahora, logra sacar su discurso de su sector, pero el interés electoral es urgente e inmediato. Ya no es tanto a nivel ideológico, sino práctico. La gente necesita sobrevivir, por eso hay que hablar claro.
“Si no se le contesta al país cómo se va a transitar de Luma Energy a un servicio de energía eléctrica que funcione. Cómo se va a transitar de la crisis humanitaria que vivimos en la salud, a un modelo de salud universal sustentable económicamente. Si no le decimos al país cómo vamos a construir una economía que produzca empleo, y que genere riqueza para poderla distribuir, que deje de penalizar el éxito, y que ponga en marcha la economía para que deje de depender de las catástrofes y los fondos federales que vienen con esas catástrofes… Y en cuarto lugar, que acabe de erradicar la corrupción. Que la corrupción deje de ser un negocio lucrativo para ser un crimen castigado con la hacienda del que robe en este país”, dijo Néstor en su podcast.
“Quien no conteste esas cuatro interrogantes al pueblo, va a ser incapaz de construir una mayoría electoral. ¿Por qué? Porque todos los sondeos de opinión apuntan a que eso es lo que la gente quiere que se le conteste. El resto de las reivindicaciones, por nobles, justas y pertinentes que sean, no construyen mayorías electorales”, sentenció.
Eduardo, por su parte, dijo algo que me hizo reflexionar profundamente: “La oposición en Puerto Rico no habla de qué quieren hacer, cuál es la alternativa”.
Más allá de las luchas identitarias de los sectores, no vemos ni escuchamos en los discursos una unidad para lograr construir una mayoría electoral contundente.
¿Qué va a pasar cuando se acaben los fondos de reconstrucción? ¿Cómo van a fiscalizar a Luma, que ya la secretaria federal de energía dijo en su último viaje que se queda, y aquí nadie dice nadade esa imposición? ¿Cómo van a detener la gentrificación y cómo exigir rendición de cuentas de los empresarios que han creado un paraíso fiscal bajo la Ley 60? ¿Cómo paran la obscena corrupción en este gobierno y la complicidad de los medios corporativos? No lo dicen, y si lo mencionan, el mensaje no cala.
Las “identity politics” o la política o el gobierno por identificación política es una forma de hacer política basada en la creación de una variedad de grupos en los que se puede clasificar a las personas. Más allá de las divisiones de clases, me refiero a grupos como identidad sexual, edad, etnia, religión, opinión, idioma, raza, nivel educativo, identificación de género, lugar de origen, estado económico, ocupación, y muchos más que se pueden crear. Es decir, al ser parte de cualquier grupo, la persona tendrá ciertas ideas. La aplicación central de este tipo de política ha sido el surgimiento de protestas y reclamos de opresión, lo que ha creado grupos antagónicos que vemos muchas veces entre oprimidos y opresores.
Como miembro de múltiples minorías, abogo por la reivindicación de los derechos. Entiendo la urgencia y defiendo las políticas identitarias porque vivo esas desigualdades como mujer, como negra, como madre jefa de familia, como madre y cuidadora de una persona con diversidad funcional, como hija y cuidadora de adultos mayores, como clase obrera que no depende de las ayudas del gobierno ni que se deja comprar por payolas de otros sectores como hace tanta gente aquí, y lo vivo como feminista y como trabajadora. No es fácil, pero se vive con honestidad, así que puedo decirlo abiertamente porque vivo en carne propia los efectos del discrimen y los prejuicios sociales a los que las políticas identitarias responden.
Me identifico y apoyo las luchas identitarias porque son las que representan mi realidad, pero la pregunta es, ¿eso gana elecciones? La respuesta es simple: No. No es suficiente, como dicen Néstor Duprey y Eduardo Lalo. El que tenga oídos, que escuche.