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‘Grandeza hay en el periodismo, miseria en su sumisión’

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 Cuando hay crisis, es cuando más necesaria es una prensa valiente, sin miedo y libre

(NOTA: Esta columna fue publicada en !Ey! Boricua el 31 de agosto de 2022 - https://eyboricua.com/opinion/grandeza-hay-en-periodismo-miseria-en-su-sumision/ )

Grandeza hay en el periodismo, miseria en su sumisión. Se escribe con libertad o no se escribe. El escritor es la pasión por la verdad”, dijo una vez el insigne periodista, poeta y autor puertorriqueño don Salvador Tió.

Hace unos días, su hija, mi querida amiga y también poeta Elsa Tió me envió esa frase en un email que me conmovió en lo más profundo del corazón. En las entrañas realmente. Fue como como si me estuviera jamaqueando el espíritu, y todo mi ser para que despertara del dolor y abriera los ojos. Esa verdad es irrefutable. El periodismo tiene que ser libre o no es. Tan sencillo como eso.

Ahora que estamos próximos a conmemorar otra Semana de la Prensa en Puerto Rico, y en medio de la vorágine que he vivido a nivel personal en los últimos meses y particularmente en la última semana y media por los insultos, amenazas y persecución de la que he sido objeto, esa frase de Salvador Tió caló hondo. Me hizo recordar que no es periodismo los que muchos dicen hacer. El tener miedo de hacer las preguntas duras para que el jefe no te regañe o el dueño del medio no te bote, o el terror a caer mal o a no conseguir “likes” o “followers” en las redes sociales, eso no es periodismo. Quien tenga miedo, no es periodista.

No es periodismo eso que hacen muchos de estar amarrados a los sectores políticos, o al gobierno. No es periodismo creerse artista o un personality. Tampoco es creer lo que dicen los supuestos analistas sin exigirles que digan a qué clientes representan. Por cierto, los politiqueros y cabilderos al aire en radio y televisión, tampoco son periodistas.

La frase del insigne poeta me hizo reflexionar en la necesidad urgente de que estas cosas se hablen abiertamente por los periodistas y el pueblo, no por los enemigos de la libertad y la verdad que buscan confundir al mismo pueblo.  El trabajo de la prensa, pero de una prensa libre, es más urgente y necesario que nunca, cuando el periodismo es objeto de tanto odio y persecución.

Cuando hay crisis, es cuando más necesaria es una prensa valiente, sin miedo y libre. En Puerto Rico esto es urgente. No se trata de tener más medios o programas de noticias, sino de una prensa de mayor compromiso con la verdad, que reporte lo importante y eso requiere muchos sacrificios.


Un periodista que pregunta, que fiscaliza, que cuestiona, que revela lo que quieren ocultar, le sirve bien al pueblo y cumple su misión de sostener un sistema democrático en el que la gente se informa y se educa. Pero cuando la información es a medias, y cuando esto se da en sitios como lo que vive Puerto Rico que todavía sigue inmerso en las secuelas del capitalismo del desastre y la corrupción, esto es altamente peligroso.

Decir las cosas por su nombre y señalar al que lo hace mal, conlleva riesgos y desprecios, y por eso no todo el mundo se atreve a hacerlo. O sea, no todo el que dice ser periodista puede decir que es libre de verdad.  Son muchos los que le cogen miedo a que les cierren las puertas o les llamen “tóxico”, y prefieren el “jangueo” con políticos y oficiales de prensa a tener que hacer las preguntas de rigor. No son todos, pero si son muchos, y por decir esto, también sé que muchos se ofenderán, pero es la verdad.

En Puerto Rico, como pasa en el resto de planeta, la prensa está bajo asedio. En países como México los matan (llevan 12 asesinados este año), los amenazan o tienen que sacar a sus familias del país para asegurarles las vidas. Pasa en Nicaragua donde los obligan al destierro, o en Colombia donde los acosan, y sucede en muchos países. Pasa incluso, en los Estados Unidos, donde la gente se cree que el parangón de la libertad, pero cada día hay más autocensurados, agredidos por extremos políticos, y tantos periodistas perseguidos y con miedo.

Un fenómeno terrible en esa persecución a los periodistas viene del mundo cibernético a través de los trolls. He escrito extensamente sobre ese tema cuando primero lo traje a la atención pública puertorriqueña en el 2010 y luego en 2014 con casos específicos, cuando aquí empezaron a desarrollar equipos especializados de trolls. Operan como si fueran soldados y si en Puerto Rico hubiese escuadrones de la muerte, hace rato que hubieran cometido esos atropellos contra periodistas, pero no lo hacen porque saben que el pueblo eso lo rechaza y esa gente no quiere perder adeptos si el público toma conciencia de lo que ellos hacen.

Todos los partidos políticos tienen a esos déspotas y a sus mercenarios trolls, pero el mayor promotor de esto fue el Partido Nuevo Progresista, que bajo la agencia KOI, los potenció. Eso quedó evidenciado en el verano del 2019 cuando el pueblo destituyó a toda esa gente y los hizo salir de aquí, corriendo como cucarachas cuando prenden una luz.

Pero esa gente poco a poco ha regresado, y pretende reescribir la historia. Hay medios que les lavan las caras a esos personajes nefastos y corruptos, dándoles espacios como supuestos analistas. Piensan que el público quiere eso y  no les cuestionan a esa gente su inacción en el pillaje o en las muertes después del huracán María, evento que pronto conmemora su quinto aniversario.

No hay duda de que esas gentes, con sus peones mediáticos, son parte de la estrategia para silenciar voces. Conmigo lo llevan intentando duramente por años y estas últimas semanas se incrementaron dramáticamente por las acciones del titiritero Kobbo Santarrosa en su programa, y sus jefes políticos que incoaron una campaña de acoso, persecución y de amenazas a mi vida y a la seguridad de mi familia. No les tengo miedo y voy a seguir haciendo mi trabajo en radio, en las plataformas digitales y escribiendo.

No soy la única, porque esto ha sido un patrón hacia muchos otros periodistas, particularmente mujeres como Carmen Jovet, Belén Martínez Cabello, Luz Nereida Vélez, Tatiana Pérez, y hasta la querida Keylla Hernandez (q.e.p.d.), entre otras. Ataques misóginos, racistas y sexistas. Insultos a periodistas como Oscar Serrano y otros los usan para intentar desviar la atención de los periodistas, pero se equivocan.

Usan los medios comerciales o el ciberacoso para intentar intimidar. Difunden mentiras, envían mensajes hirientes o amenazas y burlas, con el objetivo de intimidar y humillar, pero quien es periodista de verdad no se deja amordazar. Por nadie.

La organización Reporteros sin Fronteras recientemente reveló un estudio de la amenaza que representa este tipo de acoso y el modus operandi de los predadores de la libertad de prensa que han sabido utilizar las nuevas tecnologías para expandir su modelo represivo. Tratan de debilitar, y a veces lo logran, porque esto es una guerra por la información. La que ellos quieren ocultar y la que la prensa verdadera tiene que sacar a la luz pública.

Podrán atemorizar a algunos y debilitar a otros, pero la verdadera prensa no se rinde. Tiene que ser libre y valitente, como lo dijo hace ya muchos años el papá de mi amiga Elsa, don Salvador Tió: Grandeza hay en el periodismo, miseria en su sumisión. Se escribe con libertad o no se escribe. El escritor es la pasión por la verdad”.



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